Beatriz Vignoli. Árbol solo

Árbol solo, de Beatris Vignoli, Rosario, Ivan Rosado, 2017

La dicha matinal

a Edgardo Zotto

Todos los días es el día del abogado poeta,
el que hace advocacy por las paroles on parole;
cada mañana sale como el pan el abogado poeta,
escala Tribunales, es un alpinista de la ley
y de la tribu las palabras desliza, traspapela
en un descuido y mira para otro lado y hace como que.

Respira música en silencio sin que nadie se dé cuenta,
hay papelitos en los bolsillos interiores de su traje
y él los relee y relee como a cartas llegadas al frente,
cartas de amor; relee y tacha. “Quedó poco”, dice.

Cada mañana es del abogado poeta, a él le pertenece;
él se levanta antes que nadie inmerso en la causa del colibrí
y tiene un secreto que no le dice a nadie: es feliz, es feliz
antes del mediodía, en la luminosa transfusión de las horas

es feliz y lo espera su perro en el retiro
horaciano del fin de semana entre el canto de las ranas y la brisa.

 

La Funesíada

Como el perro
al que su amo
llamó Ulises,
que cavó como un topo
debajo del tejido
de alambre del terreno
y salió a los caminos
sin su nombre
al igual que su homónimo
griego,
que regresó a su casa
irreconocible,
así también quisiera
horadar yo la trama
que a mi pesar habito
y por el hueco huir;
hacerme de otra vida.
Pienso a veces en eso
cuando el cielo del barrio
es pura promesa y pura luz;
pienso en eso a la hora
en que el sol parece darlo todo.

 

Inquilinos

La noche es una guerra
mental. Sueño de noche con la noche,
con intrusos, batallas invisibles.
En la eterna fatiga, el día es sólo
sol que sostiene, inmóvil,
el mate y su ritmo: tener el territorio,
ocupar el terreno, aguantar el embate
marítimo del teléfono y su grito.
Mirar por la ventana, esperar nada,
pagar la trinchera donde se agoniza:
día arrancado al desastre entre los libros.
En el mero estar se va la sangre, la vida
se pierde en ganar el lugar al que nacimos.

 


Links