pocas probabilidades de lluvia / Fabián O. Iriarte

Pocas probalilidades de lluvia
Fabián O. Iriarte
Buenos Aires, el jardín de las delicias, 2021


Babel liberada

Por Silvana Franzetti

Como en el barco del poema “Escenas de un film francés” donde “se oyen frases, preguntas y exclamaciones” en “italiano, en alemán, en francés, en hebreo” el deseo en la poesía de Iriarte se habla con palabras extranjeras. Así leemos en el poema “Discurso sobre los almendros en flor”:

Parece difícil, pero se expresó el deseo
en palabras extranjeras. Y se contempló
durante horas y con paciencia.

Iriarte confía en que sus lectores van a escuchar una manera de decir donde no hay melodía conocida porque la resonancia de su caja está entre las lenguas. Al igual que en otros de sus libros, también en Pocas probabilidades de lluvia el inglés, el francés y el alemán se cuelan sin traducción en los poemas en castellano y en esa acción, muchas veces, se filtra una sola palabra (como “chéri” o “Chapeau!”), a veces una expresión (por ejemplo “Un coup de foudre” o “Pun intended”) y en otras ocasiones leemos oraciones enteras, como en estos versos de Shakespeare: “The undiscovered country from whose bourn / no traveler returns” o estos otros de Rilke: “Fragen Sie sich in der stillsten Stunde Ihrer Nacht / …muss ich schreiben?”.

En el recorrido de lectura de este nuevo libro, encontramos otras clases de trasvasamientos, como aquel sintagma en castellano medieval, Sópola temprar, que en 2017 había dado el título al libro publicado por Baltasara, y que ahora, en Pocas probabilidades de lluvia, se nos presenta en una versión moderna en el título del poema “Y súpola templar”. Así, pasando de uno a otro de sus libros, Iriarte nos invita a registrar el paso del tiempo de la lengua castellana, y también nos envía a otros lugares, a otras obras de la historia de la literatura, como el Libro de Apolonio, en este caso.

Posiblemente esta sea solo una de las formas de escuchar/registrar “cuán antigua es la historia que nos contaron”. Y también, como nos enseñó Barthes en El placer del texto, cuán necesario es liberarse del castigo, cambiándole el sentido al mito bíblico de la Torre de Babel y dejar que las lenguas colaboren entre sí, trabajen en conjunto el texto poético con el solo fin de seguir construyendo sentido.

Poeta-traductor, cuando Iriarte escribe poesía no la traduce. Salvo excepciones. Una de estas salvedades es el poema “Hombre transparente en mundo traducido”. El título de este poema es la traducción de un verso de Poemas tardíos, de Wallace Stevens, y es precisamente en este texto donde la traducción se nos presenta tematizada.

La interrogación, la duda metódica que guía la traducción, se nos impone en la lectura de estos poemas. ¿”Seguiremos creyendo en los pronósticos”? ¿Hay alguna probabilidad de entrar a ese espacio donde todo cae y conseguir el poder de recordar los sueños, de leer la palabra tachada o de volver a usar la palabra arcaica? “¿Qué queda cuando desaparece el espejismo?” ¿O, tal vez, seguir creyendo en ciertas negaciones categóricas del estilo “Jamás se abolirá el azar”?

Celebremos. Ya “podemos trepar a las palmeras y comer dátiles”: Pocas probabilidades de lluvia está en el mundo para ser leído.


Discurso sobre los almendros en flor

Parecería más difícil en un árbol:
que se torne efímero lo eterno.

Están en flor. La flor es pasajera.
De mí escindido.

Pálido como el color del cielo
cuando la noche ha terminado.

Parece difícil, pero se expresó el deseo
en palabras extranjeras. Y se contempló
durante horas y con paciencia.

(Como esos poetas orientales
que pintan poemas en vez de escribirlos.)

Quién supiera florecer.


Escenas de un film francés

El tren avanza rápido. Arriban a destino. Descienden y abordan un barco. Se oyen frases, preguntas y exclamaciones. El barco está llegando a Alejandría. Se despliegan las velas. En italiano, en alemán, en francés, en hebreo. Otras embarcaciones se acercan.
“Regarde!”, dice ella, “Le jour se lève”.

Quizás aquí la prostitución se pague bien. “Et qu’est-ce qui se passe?” No estoy hecho para las privaciones, el aire húmedo y la intemperie. ¿Conoces el paraíso? “J’ai horreur de la misère”. Por allí hay un lago. Podemos trepar a las palmeras y comer dátiles. Todo es blanco y negro.

Quedarnos a morir “como perros”. ¿Estás herido? Sentí como un latigazo. Un coup de foudre. La vida continúa, todos mueren. Jamás se abolirá el azar. Quedaron atrás las esperanzas del principio, cuando había títulos y créditos.


Tomando una coca-cola con Frank O’Hara

Nos movemos por el mundo. El silencio
es música. Viceversa.
Arribamente, y de repente, ¡lunación!
Él y yo ¡plop! al suelo. Agujeros en el silencio.
Después la forma tranquila de la luz del día,
“its sunny disregard for / the luminous volutions”.
Los obreros se demoran frente a los urinales.
Oyen el violento ¡No! del mediodía.
“En convulsión de turistas y maestros,
la ciudad se prepara para el invierno”,
anoche, hoy, la mañana siguiente.
Pasando del sueño a la vigilia en apenas
un segundo. Que la palabra abra abra.
“Am I too lady luck or nuts?” Ya es la mañana
siguiente, y ya estoy cuestionando.


Hombre transparente en mundo traducido

No, ni fe ni transparencia, todo lo contrario.
El mundo se ve a través, dicen algunos. Yo
no lo veo así.

El hombre fue trasladado a un mundo que no entiende.
¿Quién no entiende? El hombre, el hombre
no entiende el mundo. El mundo, el mundo
no entiende al hombre.

¡Ah, las confusiones! Está muy atravesado
de la duda, de omisiones. El problema
me trae a mal llevar, me lleva a mal traer.

Falta uno. Nadie sabe
si hubo un secuestro, pero todo
conduce a la interrogación.


De la llegada y la percepción de la luz de una estrella

…abra, y recién ahora llegara a tus oídos. Si la luz se hace visible después de que la estrella que la originó ha dejado de existir, si el sonido es audible después de que la persona que la pronunció ha muerto, ¿cómo sabemos que vivimos? Ahora, hay que multiplicar las sílabas, las voces, los poemas y las páginas de este libro, el tiempo que has tardado en llegar a esta última página, por miles, por ciento miles, por millones, y entonces tendrás una idea (infinitesimal) de lo que tarda la luz de la estrella fallecida en llegar a tus ojos. Es esfuerzo, es labor, es quietud y movimiento, aunque no lo parezca. Y es misterio, quizás el más hermoso.



Fabián O. Iriarte nació en Laprida, Provincia de Buenos Aires, en 1963. Reside en Mar del Plata desde 1979. Es Doctor en Humanidades (University of Texas at Dallas, 1999) y enseña literatura comparada en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Entre sus últimos libros de poesía se encuentran El punto suspensivo (Mar del Plata, Letra Sudaca, 2014), Las causas del desconcierto (Buenos Aires, Zindo & Gafuri, 2016), Sópola temprar (Rosario, Baltasara Editora, 2017) y Al comienzo era sólo un murmullo (Santa Fe yMar del Plata, UNL y Eudem, 2017).

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