Lo que sale de su cauce / Claudio Gómez

Lo que sale de su cauce
Claudio Gómez
Buenos Aires, Kintsugi, 2022


La memoria del agua

Carlos Battilana

Lo que sale de su cauce de Claudio Gómez narra un aprendizaje: el proceso que lleva a alguien a nadar. Sumergirse en el agua y percibir con serena alegría que el cuerpo viviente puede flotar. A diferencia de lo que se puede creer, lejos del movimiento frenético y los remolinos, el cuerpo debe demorarse si desea mantenerse a flote. Hacer consciente la brazada, mover las piernas de manera armónica, mantener el cuerpo y la cabeza en equilibrio. Moverse, sí, pero sin arrebato. Arrojarse al agua como si fuera un agua lustral en el medio de un rito.

Rozar la superficie del agua no es conocerla en toda su dimensión. Esa superficie líquida puede ser engañosa. El cuerpo y el agua deben frecuentarse, conocerse; de alguna manera, tienen que dialogar entre sí. Además este libro cuenta otro proceso, el lentísimo proceso que lleva a un sujeto a conocer un arte o un oficio. Nadar supone, entonces, por un lado, un aprendizaje atlético y, por otro, el reconocimiento de una actividad que se asemeja a una pedagogía poética: demorarse, rehuir del vértigo, reconocer la forma de la respiración. Aprender poéticamente y nadar son posibilidades de familiarizarse con la cadencia del cuerpo y de reconocer una relación dialéctica con el silencio (“Una brazada en el agua / no es un movimiento / es el aprendizaje del silencio / en un instante”).

Las acciones del poeta y del nadador pueden también estar vinculadas al recuerdo de una experiencia: la voz del padre que fluye “en partículas” mientras se nada o se escribe. Mirar el reflejo de la luz, estar pendiente del sigilo y escuchar una voz ancestral son maneras de ingresar a un territorio flotante. El sujeto poético escribe, y en ese acto íntimo, deja atrás la algarabía del sonido exterior, de los ruidos estridentes; se sumerge en un territorio con la voluntad intuitiva (y también sagrada) del que va en busca de un tesoro. Se ignora los alcances del riesgo que se emprende, pero hay una fe insondable acerca de lo desconocido.

Este libro, desde el epígrafe de Miguel Ángel Bustos (“Vuelve / joven enamorado del agua / al mordido corazón rebelde”) propicia la rebeldía como un valor loable. Por eso se insiste: “y salté del borde de la pileta / hasta lo más profundo // yo también hice que supieras / lo que puede el riesgo // yo también tengo / un refugio de agua / en la memoria”. Claudio Gómez confía en su intuición y se lanza a la escritura, al agua, sin temer la prisión del ahogo y la asfixia. Parece haber escuchado, de a poco, muy lentamente, una cadencia interior que funciona como un lenguaje y, sobre todo, como un indicio vital.


Selección de poemas

*

miré el sol desde el fondo
vi el reflejo de mi padre
el latido inquieto de su voz
en partículas

a veces siento que me llama
como en esos momentos
solo para preguntarme
si quiero seguir
en el agua

siempre dije que sí

ahora su voz
es una burbuja pequeña
que roza el mar
y se pierde

*
jugábamos a hablar
abajo del agua
poníamos
los ojos fijos en los gestos
decíamos más
de lo que nos atrevíamos afuera

ante la duda
inventábamos palabras

como si el mundo tuviese
todos los sentidos atrapados
en nuestras burbujas

*
seamos sinceros con el agua
por más que sepamos
el principio y el final del acto

no es bueno regresar
de lo que escapamos

quedémonos quietos

el río sabe de caminos
más que nosotros