Corazón de titanio/ La resistencia de los materiales, de Jacqui Behrend

La resistencia de los materiales
Jacqui Behrend
Buenos Aires
2019

El poema de amor y La resistencia de los materiales

Por Laura Crespi

Quizás un in crescendo en un poema de amor como La resistencia de los materiales aparece de entrada ya desde la cima en una imagen. Medimos. Gozamos. Y de repente en una burbuja que se está expandiendo hay muchas cosas adentro: “cosas encontradas por el camino”, nos dice Jacqui Behrend en el comienzo de este largo poema estructurado en breves secuencias, segundo libro de la autora. Antes La caravana, seguido de Abejas (IAP 2005). “Imaginemos un mundo”, nos propone Behrend, “supongamos que estamos ahí” // “¿qué es el lugar?”, se pregunta, y le dice a las personas que con ella están adentro de esta gran burbuja luminosa: “El ruido a lluvia de los árboles en el viento…”, porque para empezar a leer tenemos que saber si vamos a querer correr un riesgo: “quién quiere probar / la resistencia de los materiales?”:

Supongamos que de las burbujas salieran palabras
y que nos enamoráramos.

Si suponemos y consideramos esa posibilidad, podemos tomar este breve recorrido por el brillo de una intensidad dichosa como un paseo de filiaciones, un viaje por distintas texturas visuales de la naturaleza: viento, arena, ramas inestables por momentos, donde se ven los colores con un daltonismo que subyace al trazo de una divina circunferencia que contiene con ternura, convirtiéndonos en seres únicos que aman y que son amados: un bosque, unos árboles, unos cristales perfectos de nieve, una montaña de arena. Una esfera y un color. O una cosa, un clima, un tiempo. Y de repente dos rayos de sol se filtran por una ventana. Es una esfera para dos seres ahí que a veces vigilan por una ventana el crecimiento y el tiempo. Y edifican mundos y constelaciones varias con un parpadeo único del ojo que se expande y multiplica en un fluir incesante de las esferas, superponiendo mundos, apoyados unos encima de otros en distintas formas, circulando en diferentes modos, juntando y uniendo piezas. Un corazón de titanio que fuera edificado en la imaginación. Pero también en una realidad que acontece y se afirma sobre algo muy sólido: un presente que lo abarca todo con su intensidad. Hasta que en un intervalo sin pensamiento, puro corazón del tiempo, todo vuelve a distribuirse:

Y en esa apertura
el mundo voló para cualquier lado

Porque evocar y recordar, nos dice Jacquie Behrend, no es lo mismo que revivir. Y entonces, quizás una forma nueva de mirar por la ventana no parece ahora dispuesta para medir, o para controlar, sino para mezclarse con las cosas, con la luz hecha materia, que mientras entra por esa ventana descubre este brillo claro de lo cotidiano cuando fluye, y alguien que lo observa lo percibe en toda su fragilidad, y en toda su verdad de ser.

“Quería contar la historia entera” dice Jacquie cuando nos describe un mundo construido con cuidado por dos personas que llenan espacios con palabras, y que las escriben en la arena e imaginan cómo las iluminó la luna cuando ellos ya no estaban esa noche en el lugar de las palabras. “¿Qué es el lugar?”. Percibir unas voces de niños alejándose y al instante resurgir en un desierto con la comprensión del tiempo que ahora los envuelve a todos en un globo, y alrededor unos baldes “todos dados vuelta”. Una esfera donde poder construir espacios nuevos. Un paisaje del invierno, o del verano; con imágenes y con preguntas que titilan con el brillo de la noche, y después, de día, con el sol: ¿Cómo se escribe un poema de amor? ¿Qué materiales podemos usar? ¿Qué resistencias, qué imágenes y qué palabras permiten construirlo?. Un poeta inglés escribió: If poetry is a wheel, then the hub of the wheel is love poetry. El eje de esa rueda que la poesía es sería entonces la poesía amorosa. La resistencia de los materiales es un poema de amor, y tiene también la simpleza de una canción de amor, comprendiendo en su esfera luminosa la evidencia clara de una construcción que edificara un amor siempre renovándose a sí mismo.


La resistencia de los materiales (fragmento inicial)

Supongamos que hablara sobre el amor
como si el amor empezara de repente
creciera
y se convirtiera en una esfera inmensa
hecha de parches
cosas encontradas por el camino.


Supongamos que de esa esfera enorme
salieran burbujas
traslúcidas, tornasoladas
en un día frío de invierno
con un sol lejano pero brillante
que hace que la tierra parezca árida
y escarchada.


Supongamos que de las burbujas salieran palabras
y que nos enamoráramos.


El paso del tiempo
la esfera flotando cada vez más llena
de cosas por ahí.


Supongamos que el verde no fuera verde
sino algo entre el marrón, beige, naranja, amarillo.
Un mundo de colores inestables.


Si el amor se hiciera y deshiciera
y se volviera a hacer
¿qué quedaría?
¿terminaría igual
o más grande?
Mi corazón se hinchaba
y nos reíamos de eso
pero no era una metáfora.