Un bardo en su variante visual/ Pequeño arandela, de Sebastián Bianchi

t_peqarendela_s_bianchiPequeño arandela
Sebastián Bianchi
Buenos Aires
La Carretilla Roja
2018

 

 

 

Por Laura Crespi

Texto presentación del volumen, leído en noviembre de 2018.

El Pequeño arandela es una versión pequeña del Manual Arandela que Bianchi editara en 2009. Si tenemos en cuenta que la primera edición del Atlético para Discernir Funciones es de 1999, vemos que el fluido de la máquina experimental lingüística que Bianchi pone ahí en funcionamiento por primera vez quizás de una manera así de extrema, sigue funcionando y expandiéndose diez años más tarde en favor del juego, del delirio, la invención, el disparate, y sobre todo del desarmado y la desfijación de sentidos y de géneros donde se combinan palabras e imágenes en este juego de la risa que Bianchi nos invita a jugar, leyendo y escribiendo desde una combinatoria de palabras y usos que siempre se renueva y reconfigura propiedades semánticas y sintácticas en una práctica que se desplaza también, y especialmente desde esta publicación, hacia una poesía visual que en el formato afiche, ícono, pintura, signo publicitario, cartel, nos enseña, he ahí su afán didáctico además de humorístico y de entretenimiento, a disfrutar de una de las especialidades más espléndidas de la literatura que no es sino juego de la risa, del humor y el ingenio donde el sentido estalla y se desplaza siempre hacia el descubrimiento de algo nuevo. Desconcierto, admiración, sorpresa que en ese desplazamiento pareciera siempre conducirnos a pensar en esta gran aspiración que conllevaría el arte (de escribir, de componer, de dibujar, de montar, de vivir, etc) que es LA LIBERTAD.
La poesía visual, dice Bianchi en alguna entrevista, libera a la página de ciertas rigideces: «La vasija del texto lírico se rompió con el martillazo repetido por miles y miles de poetas y cantantes. Con los azulejos rotos, escamoteados a lo bello y lo útil, se dedicaron al collage y a la vagancia». Jarry, Dadá, Raymond Roussel, Emeterio Cerro, Estanislao de Campo, Wapner, hermanos Alemian, Armando Zárate, Xul Solar, Mario Ortiz; por pensar algunas líneas que marcan ciertas preferencias de base que interesan a Bianchi para construir su propio y originalísimus corpus de letras, palabras, fragmentos y dibujos, papeles recortados, afiches, montajes, etc.
El Manual…, el Atlético… (en esta línea del afán didáctico de Bianchi-profesor-director-bardo en su variante visual) son tipos de textos, de ítems lúdicos e ingeniosos que en su variedad textual, uso de espacios tipográficos, etc, quieren fomentar la interacción; son instrucciones en definitiva para aprender a jugar y aprender a leer y para lograr que actúe el pensamiento creativo y que se genere en ese ver e interpretar los textos/dibujos una acción que sea capaz de fomentar (palabras del autor en algún lugar) la actividad soñadora como primera medida.
Señala Bianchi en una entrevista: «Probemos calar un cuaderno de 100 hojas y hacerle un cubo de secante y ponerle porotos para que germinen en la página, entre los renglones. Un cuaderno que va a durar una semana o tres meses, quizá. Cuando un juguete se rompe ahí de pronto actúa el pensamiento creativo y al operario lo exalta la vanidad (quiere ser artista) o responde al llamado del pueblo y se hace fabricante (Escaner Cultural-Septiembre-2013).
Ocio. Hilos discontinuos de imágenes y pensamientos. Libertad para pensarlo todo y jugar a todo eso que se ofrece. Porque por otro lado siempre algún resquicio de todas estas mezclas que el bardo ejecuta, siempre parece filtrarse ahí entre textos alguna lumina que nos permitiría seguir pensando qué es aquello que la poesía es. Ahí donde surgen estas pequeñas verdades y fragmentos tan reveladores donde juego textual y procedimiento, se transforman en festín de los sentidos que se abren a la percepción con libertad, con novedad, etc. Dice Bianchi: «Quizá sea la poesía, de todas las experiencias que modela el lenguaje, la que más se aproxime a la idea de libertad, al punto de convertirse en uno de los rasgos que determinan su esencia. Y de esto, tal vez, devenga la dificultad que implica el abordarla desde compartimentos estancos o categorías previamente determinadas, debido a que por su poder revolucionario se obstina en rebalsarlas y hacer estallar todo lo que comprime, clasifica y le impide fluir. Dificultad también que se presenta al momento de determinar a qué cosa referimos cuando decimos poesía, ya que de tanta amplitud que tiene el territorio discursivo que abarca este concepto, nos plantea el desafío de que termine señalando cualquier cosa. Producto de esta libertad inherente la poesía se manifiesta como una práctica abierta a todos los discursos, en constante retroalimentación. Se podría decir que, enemiga de cualquier pretendida pureza ontológica o incluso como propulsora epifánica de su propia y pretendida pureza, la poesía es la zona del crecimiento expresivo del interdiscurso y además, por esa voluntad autodestructiva que la moviliza hacia su propia esencia, es la concreción inconsciente del metalenguaje».
Es decir que iría, va, hacia su propia nada, todo, infinito de sentido que no queda opción más que inventar y recrear todo el tiempo para poder ser, en todo caso, LIBRES.

 


Links