Música continua. Antología personal
César Cantoni
La Plata, Proyecto Hybris Ediciones, 2023
La “razón poética” de Cesar Cantoni
[Fragmento inicial del prólogo a la antología Música continua]
Por Juan Carlos Moisés
En Música continua, su antología personal, César Cantoni reúne poemas de nueve libros editados entre 1984 y 2016, y un libro inédito, El último hombre. En mi biblioteca conservo los libros que fue enviándome, Linaje humano (1984) el primero, hasta Un arte invisible (2016), el último editado. Desde la primera lectura me sentí cercano a su poesía, por los temas y por el uso despojado de la palabra. Nuestra generación comienza a publicar en los años de la dictadura, condicionada por la censura y la autocensura. “Quemábamos los libros / para no ser nosotros los arrojados a la hoguera”. A partir de la pos dictadura, con la recuperación de la democracia, se replican las ediciones de autor y se crean editoriales independientes, cuyos libros se difunden como nunca antes. Los puntos distantes los pudo unir el correo. La comunicación y la amistad entre poetas se hizo habitual, y comienzan a borrarse los compartimentos que se habían impuesto en el país. Después de esos años devastadores, la poesía también tuvo su tarea, por instinto o por conciencia, o ambas, de verse en la necesidad de aportar lo suyo para recomponer el tejido social y cultural del país, aun cuando no se escribiera con esa puntual intención. Después, algún tiempo después, surgieron los encuentro y festivales de poesía, donde solíamos conocer a los poetas de quienes habíamos recibido libros o mantenido una correspondencia más o menos regular. Así con el poeta César Cantoni.
Su poesía, con la precisa diferenciación de la poesía social o militante de la generación anterior, y sin desentenderse de los hechos objetivos de lo que llamamos historia, pone en cuestión esta tentativa, la exacerba y le saca punta en cada uno de sus libros. Es la “música continua” que vamos oyendo con la lectura. No es música incidental ni la que crea atmósferas para cada uno de los poemas o libros. Es la banda sonora de la obra, el corazón latiendo de principio a fin de esta antología que reúne una parte importante de su obra.
La antología se abre con la cita del poema “Credo”, completo en su brevedad de tres versos: “Entre la razón filosófica / y la razón científica / elegí la razón poética”. Son tres enunciados diferentes, pero unidos por el concepto excluyente de la razón. Al ingrediente irracional que pudiera tener la poesía le anuda su contrario, lo racional, el control de lo emocional, que es el campo donde la poesía suele sentirse más distendida y a gusto. Y a continuación, en el primer poema, amplía los fundamentos del epígrafe como una declaración de principios poéticos, que funciona como epítome de lo que vamos a leer a continuación, con ajustadas variaciones que pule con un cuidadoso control verbal.
Cantoni no tiene intenciones de hacernos conocer su biografía personal. No hay demasiado lugar para ello cuando la realidad del mundo avanza cruelmente sobre los cuerpos y las voluntades. Lo que le obsesiona en ese primer poema, “Pobre Job, sentado sobre las cenizas”, es el personaje renegado, miserable, a cuyo espectáculo hemos asistido “durante miles de años”, la historia como un todo continuo sin redención alguna. No escribe con una pluma sino con un afilado bisturí, y no lo hace como si fuera en un papel sino en la mesa helada del forense que disecciona el cuerpo corruptible de lo real. Ante una realidad injusta y criminal, su poesía no permanece ajena: “Lo ingrato es que detrás de las ventanas / uno se queda fuera de la historia”. Por eso nombra y hurga en busca de sentido, como la poesía puede hacerlo, con la debilidad o con la fortaleza de las palabras, pero el sin sentido se impone una y otra vez, como en un círculo del que no se puede salir. Un “yo” precario se abre paso para dar cuenta de la realidad en singular y de las realidades en plural. Su escritura, a la manera de Auden, es una forma de civismo.
Pobre Job, sentado sobre las cenizas
Pobre Job, sentado sobre las cenizas
de un fuego punitivo, marchito del pie a la coronilla
y rascándose con ahínco las costras de la piel.
Durante miles de años hemos presenciado
el mismo espectáculo, señalando
con nuestro dedo al renegado, al miserable,
de cuya iniquidad da muestra su tormento,
nosotros, presuntamente los mejores,
bien pulidos por fuera y sin rascarnos,
como conviene a nuestra estima pública.
Gaza, 27 de diciembre de 2008, 10:30 A.M.
Yo mataba las hormigas del patio
cuando las bombas empezaron a caer en Gaza,
y los niños, las mujeres y los viejos de Gaza
morían como hormigas que alguien aplastase
Yo resguardaba el verde de los ficus
mientras en Gaza la tierra tronaba fieramente,
y los viejos, los niños, las mujeres de Gaza
morían emboscados en las calles sombrías
Morían mientras iban a cumplir sus tareas
o volvían del mercado con el pan y la leche.
Paz, hogar, libertad, ¿qué otra cosa pedían esas almas,
esas pobres mujeres, esos viejos y niños de Gaza?
Cualquiera puede verlos ahora entre escombros que humean
con su ropa entintada de sangre, sin piernas y sin brazos.
¡Niños, mujeres y viejos de Gaza,
indefensas hormigas en el patio trasero!
Retrato a lápiz
Cuando el artista J. R. Butin me retrató a la edad de siete años,
no imaginó, seguramente, que se me caería el cabello,
tampoco que sería poeta —título discutible—
y mucho menos que, luego de cinco décadas y media,
su dibujo continuaría colgado en una pared de mi escritorio,
como si el niño lleno de ilusiones
no quisiera abandonar al hombre de hoy.
En aquel tiempo
En aquel tiempo, mi padre criaba patos y gallinas.
En el gallinero también había cerdos, cuises y conejos.
Y hasta llegó a haber faisanes de exóticos colores.
Durante el día, las gallinas y los patos salían a la calle
–mi padre había hecho un pequeño agujero en la pared–
y se paseaban alegremente por el vecindario.
Cuando llovía, las zanjas no alcanzaban a evacuar el agua
y la calle, que era de tierra, se convertía en laguna.
Los patos tenían, entonces, el control del mundo.
Todos sabían que los patos y las gallinas pertenecían a mi padre
y nadie osaba tocarles una pluma. Sólo si los gitanos,
con su costumbre de asediar lo ajeno,
rondaban alguna vez por las inmediaciones,
mi padre salía de prisa a reclutar las aves
y no volvía a soltarlas hasta que aquéllos se marcharan.
En aquel tiempo, siempre venía mucha gente a mi casa.
Como buen anfitrión, mi padre mataba dos o tres patos o gallinas
e invitaba a comer y a beber a las visitas.
Cuando mi padre murió, las gallinas y los patos
no tardaron en seguir su ejemplo y el gallinero quedó deshabitado.
El progreso, entretanto, iba llegando clamorosamente.
Ahora la calle está asfaltada, las veredas tienen cordón,
hay drenajes para la lluvia en las esquinas
y, como los viejos vecinos, somos menos felices.
Nuevo credo
Cualquiera puede inventar una criatura
(por ejemplo, un cocodrilo con alas)
y asignarle cualidades divinas.
En poco tiempo, una legión de adoradores
abrazará el nuevo credo.
Sólo hay que ser perseverante
y predicar
Gaza, primeros días de agosto de 2014
En Gaza, los cadáveres de los niños más pequeños,
envueltos en blanquísimas mortajas
—solo puede vérseles las caritas inexpresivas—,
son conservados en refrigeradores comerciales.
El tamaño diminuto de los cuerpos
—no más de sesenta centímetros de talla—
permite alojarlos fácilmente dentro de esas neveras.
Como mercadería destinada a la venta minorista,
unos dispuestos encima de los otros,
los chiquillos esperan para ser inhumados
cuando cese el bombardeo.
César Cantoni (La Plata, 1951) publicó, entre otras obras, Confluencias (1978), Los días habitados (1982), Linaje humano (1984), La experiencia concreta (1990), Continuidad de la noche, (1993), Cuaderno de fin de siglo (1996), Triunfo de lo real (2001), La salud de los condenados (2004), Diario de paso (2008), El fin ya tuvo lugar (2012), Un arte invisible (2016).
Links
Más poemas del libro. En Otra Iglesia… / Poesía La Plata
Reseñas del libro. «La razón poética», por A. Munaro / «Música continua», por G.E. Pilía
Entrevista a César Cantoni. «Respuestas y poemas», por R. Rivagliatti
Poemas. En Analecta Literaria / Tuerto Rey / Alpialdelapalabra 2022 / Alpialdelapalabra 2014