Eloísa Oliva. Un don sensacional

Un don sensacional
Eloísa Oliva
Buenos Aires, Caleta Olivia, 2022


Enfrente de mi oficina nueva hay otra de molición. Ayer, dos operarios colocaron un volquete en la puerta de la casa, sobre calle Rivadeo. Empezaron por el techo. Con maza y martillo neumático. Una vez derribado, se fueron comiendo la casa por dentro. Como una manga de langostas.

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A dos cuadras de la oficina se rompió un caño maestro. Una cuadrilla de hombres trabajó toda la noche para normalizar, esperan en horas de la tarde, la provisión de 70 barrios del noreste de la ciudad. Así lo informa el diario. Un río estalló sin que lo llamen.

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José armó una valija y se fue. Dos valijas, para ser precisa. Dos valijas y una mochila. Acto seguido, quité los restos de vida en común que encontré: una foto vieja, de un casamiento, en la que éramos más jóvenes y mi reserva ovárica considerablemente superior. R ompí la com a nda que traj i m os de
un almuerzo en Valizas . Cerré la puerta de su escritorio. No pienso abrirla. No es por tristeza. Hay que extirpar y combatir.

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Abro la puerta del edificio. Una chica corre entre las plantas, hacia el fondo. Su cuerpo largo, diez años, el short, el pelo. Corre y a los costados se multiplican las hortensias, los jazmines y muchas más plantas sin nombre. Es un fantasma de ella misma hace un instante. Se queda un segundo en mi retina, la niña inmaterial.

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De noche, en la plaza, un reflector potente cae sobre la cabeza de un aguaribay. Cuando hay viento, parece una medusa fosforescente.

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En el diario, la gran noticia es que nueve parejas argentinas viajan a Ucrania a buscar sus bebés de vientres subrogados. ¿Qué tipo de optimismo , de creencia absoluta en la especie está en la decisión de “alquilar” un vientre? ¿Es mejor abortar que ser estéril ¿Es mejor “alquilar” el vientre que abortar o ser estéril? ¿Es mejor ser estéril o descreer de la premisa civilizatoria de la reproducción?



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Más datos y libros de Eloísa Oliva en op.cit. «Un corazón tan pálido» / «El año de los psicotrópicos» / «Hermoso domingo…»