Un pez en un cauce que mengua*
Textos publicados por Espacio Santafesino (2023)
Selección: Valeria Cervero
I. Un pez en un cauce que mengua
Ayer es un templo quemado
1
Estos son mis jardines sombreados, a los que acudo
para sentir el cielo sobre mi cabeza, la tierra bajo mis pies.
Si el Bodhidharma me pidiese que le enseñara mi mente
…le hablaría del río.
…………………………….La vida no es el espacio infinito.
……..Es apenas el cielo que uno alcanza a ver.
2
Para los álamos que empiezan a ralear
el verano ha durado el tiempo justo.
*
Mi pelo cada vez más blanco.
En el camino
pienso en aquellos que pasaron ya.
*
Profundas gotas de rocío
debajo de las hojas
caídas de las moras.
Todo esto
ha llegado antes que yo.
3
Al llegar cada mañana a mi recodo del río
el antiguo olivo
no parece verde ni marchito.
*
Desde su raíz
el eucalipto es hondo como el mar.
*
Dos viejos se ríen junto a la hamaca
como si jamás hubieran visto un niño.
*
Otro año
viendo a la tarde transformar
los mismos árboles
el viejo vive un otoño
tan nuevo como el primero.
4
Cuando estás vivo
ayer es un templo quemado.
Y mañana también.
*
En el lento
descenso de las hojas
me miro con piedad.
*
Cada hoja es gloriosa en su caída
y en su lentísima descomposición.
*
De los brotes que tiemblan al final de las ramas
al tronco fogueado del que todo proviene
tantos amarillos en el mismo árbol,
………………………………………………….otoño.
Un pez en un cauce que mengua
1
Primera estrella.
Separa el cielo azul
del cielo rojo.
*
Noche.
Euforia de seguir viva.
Batatas anaranjadas,
berenjenas negras,
orégano.
Sola
con la música caliente
del aceite.
*
En los fresnos inmóviles veo
lo que nació con ellos
y no deja de nacer.
2
Alumbran la mañana
los fresnos de abril
hijo
naciendo siempre.
*
Sonrío. Mi hijo va a tener un hijo.
Nidos de horneros en las ramas
de las moras que penden sobre el río.
*
Días de tibio esplendor.
En el viento, olor a humo
y lentas hojas de árboles.
*
El llanto del recién nacido
parece
venir del vientre de su madre.
*
La quietud
del agua bajo el sauce
entra en mí.
3
Nada está en mis manos.
Me dispongo a ver atardecer.
*
En una grieta del cielo
la estrella que arde.
La mente
como un pez en un cauce
que mengua.
*
Borrando mis huellas camino a casa
……………como el ave acuática
que no piensa el frío
se escurre la luz de los días de invierno.
No existe en mi cuerpo
lugar al cual ir.
*
Silencio del agua helada en el aire.
Ahora la vida no es corta ni es larga.
II. Y las constelaciones de los árboles
3
Enciendo un fuego y contemplo
el único camino abierto para mí.
*
En el rodaje estelar
la gata muda
es mi única palabra.
*
El cuenco vibra
aunque la vara
no lo toca.
*
En el silencio
devuelvo el nombre
que me separa
del universo.
III. Veloces corceles nocturnos
3
Hijo, tu hija llora.
Alrededor de ese fuego
hay que danzar.
Frente a ese mínimo altar
hay que inclinarse.
Mitigar.
……………Mitigar
……………………….el dolor de existir.
Le vamos a enseñar palabras para eso.
*
Primeros fríos. No se escucha
el viento. Pienso
en decirle a mi hijo
algunas cosas sobre
el viaje
sobre el apellido de su hija
sobre el tratamiento
de la enfermedad de su mujer.
Seré sólo yo la que cuenta palabras
y cree que deben ser dichas
aunque no hagan falta.
Ni un grillo.
La sangre golpea
mis sienes.
*
Ni siquiera la verdad me deja muda.
Es un Axis Mundi
la palabra
como cualquier otro.
Frágil.
IV. Ave traspasada de universo
2
Ave traspasada
de universo:
amanece.
No puedo decir día
o decir noche.
*
En el curso del viento
vibra el pálido gris.
Pasan dos perros mojándose.
No vienen ni van.
*
A los ruidos
de la noche
siguen los ruidos
del día.
El sol no llega
ni pasa.
Mi mente
no intenta unir puntos
en el espacio
infinito.
*
En un lugar que existe
dentro de mí
no escribo.
V. Entre las ramas bajas del Christmas tree
1
Ingreso al tiempo en que cada acción es vida o muerte.
El cuerpo responde al miedo, al hambre, al dolor.
La distancia entre los signos se estrecha.
El silencio existe. Es un milagro:
se deshace en el primer canto del tūī.
*
Ingreso al tiempo divino en que no existo.
Soy pura materia atravesada.
Sostengo entre mis brazos un bebé.
* Nota de la autora.
Es difícil escribir sobre poesía o sobre el proceso de crearla, intentar fijar algún sentido a propósito de algo que justamente quiere lo contrario. Ante la cariñosa invitación de Op. cit. para contar cómo escribí este libro, se me ocurre decir que en estos últimos tiempos percibo a la poesía como un borde, una frontera. O mejor como una barra, esa que, por ejemplo, escinde al sujeto en la concepción del psicoanálisis lacaniano. Siento que al escribir camino por una barra suspendida en el vacío. Voy inclinándome a veces para el lado de lo que creo que sé, otras para el lado de lo que sé que no sé. Voy pellizcando sentido para ir sosteniéndome. A veces soy sorprendida por fulgores en la oscuridad. Porque está oscuro. Otras veces ando crudamente atenta para divisar algún destello. No sé por qué estoy ahí ni qué estoy haciendo, pero no puedo hacer otra cosa ni estar en otro lado. Funámbula, llevo como contrapeso cierta libertad que pude conseguir y que me permite errar ―vagar y equivocar―. Voy hacia la falla y al mismo tiempo la rehúyo. Más que un sentido, siento que hay un modo. Más que un hacia dónde, siento que hay un cómo. Que hay eso que no cesa de no escribirse y que eso me parte, me atraviesa. Me vacío y me lleno todo el tiempo. Hay vértigo. Hay una soledad llena de otros. Tanto que, más que escribir, siento que soy escrita. Hago sonar una música. Una música tenue. Tambaleo o tiemblo, no lo sé. Pero sigo. Recorro el único camino abierto para mí.
Carina Sedevich (Santa Fe, 1972)
Se graduó en Ciencias de la Comunicación y se especializó en Semiótica. Actualmente dirige Revista Ardea, publicación digital de arte, ciencia y cultura, desde la Secretaría de Comunicación Institucional de la Universidad Nacional de Villa María, donde reside. Su obra poética ha sido publicada en diversos países de Europa, Asia, Norteamérica y Latinoamérica, y traducida al inglés, al chino, al portugués, al italiano, al polaco y al catalán. Fue invitada a participar de diversos festivales internacionales de poesía de Argentina, Colombia, Venezuela y Uruguay. Entre otras distinciones, recibió el Premio de Poesía José Pedroni por Un pez en un cauce que mengua, su libro más reciente.
Poesía
Un pez en un cauce que mengua, Santa Fe, Espacio Santafesino, 2023
Rosados cuerpos de pinos, Chile, Editorial Aparte, 2022
Krishnamurti, Florida, El Vendedor de Tierra,2021
Cuando la muerte sorprendió a Fasbinder, Buenos Aires, Ceniza Edtora, 2020
Grandes metales oscilantes crujen, Santa Fe, Editorial de l’aire 2019
Flor cineraria, Capilla del Monte detodoslosmares 2019
Lejanas bengalas estallan, Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2018
Los budas y otros poemas, Villa María, EDUVIM , 2017
Lavar a la madre, Córdoba, Buena Vista Editores, 2017
Cuadernos de Lolog, Córdoba, Pasto, 2017
Un cardo ruso, Córdoba, Alción, 2016
Gibraltar, Unquillo, Dínamo Poético Editorial, 2015
Klimt, La Plata, Club Hem, 2015
Escribió Dickinson, Córdoba, Alción, 2014
Incombustible, Córdoba, Alción, 2013
Como segando un cariño oscuro, Córdoba, llantodemudo, 2012
Nosotros No, Santa Fe, Lítote Ediciones, 2000
Cosas dentro de otra cosa, Santa Fe, Lítote Ediciones, 2000
La violencia de los nombres, Santa Fe, Fe de Ratas, 1998
Links
Entrevistas. En Mirador Provincial / Nueve preguntas, en Eterna Cadencia
En op.cit. Flor Cineraria / Los Árboles de Klimt