La gran meseta*
[Cierro los ojos…]
Cierro los ojos y camino por la casa,
me topo con los tesoros que acumulamos.
Llenamos nuestro mundo sin hablar,
somos una tribu decidida a meterse en el desierto.
Con delicadeza para seguir,
me repito:
no hay que avergonzarse de amar las cosas,
los hombres libres deben sentir orgullo de lo que necesitan.
[Ahora que la lluvia vino en serio]
Ahora que la lluvia vino en serio
sentate a escuchar cómo el agua
lava lo que destruye.
La ropa en la terraza
es un ahogado en tu conciencia,
truena sobre las cosas
que van a medir tu paso por este mundo.
Está bien, qué esperabas.
[Soñé con un patio…]
Soñé con un patio en el que hay una higuera,
con una nube que se lleva una ración de agua,
alguien me dice que haga las cosas solo.
Soñé con una mesa larga,
caras detrás del humo
que sube de las fuentes,
cualquiera puede ser padre de cualquiera
cualquiera puede ser hijo de cualquiera.
[Pasillos entre las casas y una plaza]
Pasillos entre las casas y una plaza
donde pica una pelota,
ruidos de mayor a menor,
en este barrio nadie duda que este mundo
no es el mundo final, no el brillo sereno
que a veces se ve en los recuerdos
y en la cima de las olas.
[La verdad se me revela…]
La verdad se me revela en un sueño:
no voy a alcanzar la luz
que veo crecer del otro lado del monte.
Tengo que conformarme con despertar,
el primer sol en los árboles,
acacias que ensombrecen un volquete:
alrededor las moscas se disuelven
verdes, azules, un poco rojas.
[No pienses…]
No pienses en la espuma,
ni en las rejillas, ni en el patio,
son recuerdos insoportables,
un talismán que con su brillo
transforma los ojos en piedras.
Sin moverte envidiá
las nubes
que van al Oeste.
El día no va a repetirse, dice el cielo
y el cielo no miente.
[Ojalá la perra me ayude a entender]
Ojalá la perra me ayude a entender
qué quieren de mí los muertos.
Anoche, por ejemplo,
me anunció el final del verano
mientras mirábamos llover,
cuando sus ojos entraron en la tormenta
y sacaron un cría de aire limpio
de su lana caliente.
[Todas las noches vuelvo]
Todas las noches vuelvo
a un lugar donde llueve,
mi botas se hunden en el barro,
es un recuerdo
donde soy impercetible para el viento
no importan las nubes,
si vienen más,
si son tan oscuras como las siluetas
que me vigilan en los sueños.
[Lo que te persigue son apenas]
Lo que te persigue son apenas
los pasos hasta el mercado,
una calle parecida a tu calle
en otro lado, en otro tiempo
donde una línea recta separaba
el cielo
de la tierra.
Son apenas los pájaros que cruzan
el aire denso de un domingo puro,
asustados
por la gracia que tiene la luz
cuando ignora el color que se apaga
en las frutas podridas.
* Nota del autor.
La gran meseta es parte de un conjunto de poemas que escribí durante más de cinco años. Fue un proceso largo. En él me acompañó mucha gente, algunos ni siquiera lo saben. Intenté ser breve. Fue un trabajo de desgaste de un cierto tipo de materia. Los tres últimos poemas permanecían inéditos.
Martín Armada (Buenos Aires, 1979)
Es docente y editor general de la revista THC.
Poesía
La gran meseta, Buenos Aires-San Justo, Caleta Olivia, 2018
Hombre sentado ahí (ebook), Determinado Rumor, 2015
Ahab, Bahía Blanca, Vox, 2011
El estero, Buenos Aires, Gog & Magog, 2006
Links
Poemas. En Otra Iglesia es Imposible / Círculo de Poesía / Espacio Murena
Entrevistas. «Poesía, naturaleza, marihuana…» / 1 Poeta 10 Preguntas