La mano de la mano
Laura Vazquez
Traducción: Miguel Ángel Petrecca
Rosario, Neutrinos, 2022
La piel sobre la piel del invierno
El invierno
se arrastra
con las serpientes,
con la baba e los caracoles.
Acá
la naturaleza tiembla
porque está llena de vida,
porque es tierna
y a veces también gorda.
La naturaleza tiembla sin parar.
Porque está viva tiembla.
Porque es redonda arde.
Porque es dura
es también oscura.
Porque es lenta
es también hueca.
El invierno,
lo que hace de tu cabaña,
de tu guerra, de tu nicho.
Lo que toma de tus cenizas, de tus máscaras.
Lo que devora y gasta.
Lo que retiene, lo que roba,
…………lo que deshace de tu orden,
………..de tus monedas, de tu computadora,
………..de tus fotografías.
Las de tu hermano,
las de tus hermanas,
las de tu primera piel de gato.
Todos tus objetos,
esos que tocás,
que caen sobre tu figura,
se chocan contra tus ventanas,
te pican como las gotas
mientras vas hundiéndote.
Es el comienzo del invierno.
Tu mandíbula está atascada.
Es el último invierno del mundo.
Y tu nuca está agujereada.
Tu boca tiembla por el último invierno.
Y vos,
tu boca está en guerra.
Está en guerra cada año en invierno.
Y vos,
tu boca es orgullosa
tu boca es orgullosa a pesar de sus agujeros.
No sos una roca
o una hoja.
No sos una anguila.
No sos un murmullo.
Mirate las manos,
separá un poco los dedos.
Acariciate los pelos.
Y cepíllate el cuerpo.
No sos una ciudad, no sos un sol.
Mirá un poco tus manos.
Te traigo la miel
Los habitantes cierran sus puertas.
Anochece ahora.
Con un poco de aceite, te cocino,
con un poco de limón, con hierbas frescas.
Te doy mis dos manos, vos me das
frutillas, es tu estación preferida,
la luz es espesa,
los vecinos duermen,
los perros se lamen el pelo.
Te doy un poco de leche,
hay que cocer bien la carne.
Hay que cocer bien las manzanas,
son muy tiernas para nosotros.
Están repletas de agua,
repletas de azúcar y de rojo.
Hay que revolver nuestras sopas, nuestros vientres,
cuando se duermen.
El atardecer guarda nuestra saliva en su pequeña boca, se hunde en nuestros ojos, casi no hablás, se hunde en nuestras mejillas, el atardecer, tus ojos son frágiles, son negros, se hunden en la cocina.
Dejo un pote de miel, es la noche sobre la mesa.
Como las cosas invisibles
Como tragamos nuestra saliva
al despertarnos.
Como sentimos el gusto de la sangre
en los vasos de agua.
Como vivimos en este orden.
Te hablo.
Dirás que estamos tan bien
y que un pequeño dios está sentado sobre tu cabeza.
Cantarás como un viejo cocinero
palabras de cien mil años
para párpados enfermos.
Será un calor.
Como
golpes en los ojos.
O como
tomar una pajita
el líquido pegajoso
y perfurmado.
Y
la arena sobre nosotros
será como las pequeñas migas de pan
debajo de la manta.
¿Oís las ambulancias?
¿Y oís también las moscas
que lavan a los muertos?