Nicolás Igolnikov

La desunión*

textos del libro inédito


Un río crece desde la orilla
hacia el silencio:

una extraña música:

¿es un canto
o una
respiración?
Ahora una mano ciega
tantea
el costado del río:
vos y yo ardemos
bajo la sombra creciente

abuelo, y el mundo
la vida, todo
cae
a su paso
todo
suena
la sombra nos separa
todo
es música
No, abuelo, no se puede
decir nada
bajo esta gran mano
que nos mira
con sus ojos azules, tan cansados
y sedientos

**

Me encierro en el aire. Sobre mi cabeza
vuelan en círculo
los gigantes. Mi corazón
avanza y yo me arrastro
detrás. Se va
lejos, me deja
perdido
mientras viaja
bajo la tierra
y habla
con las raíces
y rebota
en las estrellas
y cae
a las montañas
y sube
hasta el sol
y se quema. El mundo
me engulle, el cielo
de gigantes se solapa
y mis pasos
como pálpitos
retumban en el mundo. Los movimientos
lentos de la tierra
transportan milenios que me hablan.
En el gesto de un niño
encuentro una aurora
besando a su madre, en la mano
de una mujer veo la tierra
abrazar a todo el mundo, y en el estallido
de un coro escucho
las ruinas de una capilla.
Mi corazón fatigado regresa. En las flores,
en los árboles, en los silbidos
de las plantas, al final
de la noche,
abuelo, estás vos
brillando como un signo.

**

Si tu corazón reclama algo a la noche
escuchalo.
Si un frío
recorre tus huesos cansados
y el sonido te derrota,
vení,
yo puedo morder
la fruta con las manos
para enterrar un poco
los huesos en la tierra.
Yo puedo
manar hacia afuera, besar tu desgracia
y cargar
sobre mis pies y hasta el final
las fronteras de tu pecho.
Y si tu grito desarmado rompiera
uno tras otro los pilares
y solo quedara, frente al dolor
el desmoronamiento

que no te apene: seríamos
apenas, simplemente, dos escombros silenciosos
dejados atrás por el mundo

**

Abuelo, en la puerta de mi corazón
……………………………………………….hay una flecha. No lleva
dirección, ni tiene
………………………………………….nada escrito. A veces
como ahora
está abierta
el mundo entra
sin permiso

todo viaja, atraído
…………………………………………………..hacia adentro: veo
es decir
puedo ver
cómo las luces se solapan
…………………………………………………..Mi corazón
silencioso, mientras ardo, espera:………………….un centinela
herido
que mira el sol.
Abuelo, hay una puerta en mi corazón
………………………………………….hecha de algo que no es mío. Algo
que construye sus raíces en mi carne y vibra
lejos
de mí: es un árbol
…………………………………………brillando en la noche.
Voy
hacia él

………………a escucharlo
…………………………………………..latir

me apago

Mis manos
se cierran. ¿Escuchás, abuelo?
El silencio empieza
lentamente
su aleteo.
El viento
bajo esta dolorosa cúpula
se enfría

estoy tan lejos

entierro
mis manos en la tierra

se abren
en mi memoria: voy
por ese tiempo que se quema, abuelo
por tu sombra: voy
a través
del fuego
hacia el fondo de este ardor
que me toca las rodillas

atravieso
mi carne
como un dios

estoy
frente
a mi corazón
veo
su flecha
perdida
los colores
estables
me rodean
y lo profundo de esta calma
se superpone a su calor.
En mi mano
llevo un martillo, abuelo

voy a golpear

¿estarás?


Movimiento del barco

Abuelo, destapo
……………………………..la botella fría
…………………………………………………………para ver
………………………………………………………………………cómo el río se seca bajo el barco. Veo
su luz tímida acercarse. Soy,
vuelvo a ser
un beso estirándose en los labios
……………………………………………………………desenfrenados de la tierra
o mismo
la sal que queda a la orilla de un recuerdo vacío.
Las alas que nacen tras la tinta
se despliegan hacia dentro, abuelo, no sirven
para el vuelo o el brillo, son sólo
para protegernos un poco.
Abuelo, yo voy, yo
estoy
yendo
hacia tu poema. Tiene
…………………………………………velas grandes y curvas como una uña
…………………………………………un mástil capaz de medir la distancia entre tu corazón
……………………………………………………………………………………………………………………………………………….y el mío,
y barriles, abuelo, mil barriles llenos
………………………………………………………………….de un alcohol sin memoria.
Imagino
al viento arañando tu pelo gris
y el mío temblando frente a la quietud
del agua
y a tu dios tan grande alzando su copa tras el vidrio
impoluto de este adiós.
Vamos, abuelo,
………………………………………..el mar es más grande que el mundo
y aún así
………………………………………..puede bramar entero
en un poema.


* Nota del autor.
Es una trivialidad decir esto, pero el libro en sí no es, en realidad, lo que yo escribí originalmente, en el sentido de que originalmente no había libro aunque sí una determinación directora: investigar poéticamente la figura de mi abuelo Pedro, una persona que prácticamente no conocí, de la que quedaron apenas impresiones, determinados estímulos casi estrictamente sensoriales que remitían vaporosamente a su presencia en el mundo, la cual, para mí, era escasa.
Una noche, caminando bajo la lluvia hacia mi casa (y ya no recuerdo por qué, de hecho voy reconstruyéndolo en la progresión de este texto) supe que quería buscarlo, no a partir de un relato familiar, sino con los recursos de que disponía, es decir: mis escasas impresiones, algunas cosas que supe de él (en esencia, que de joven lo forzaron a escribir con la mano derecha, siendo zurdo) y la escritura. Quise que esa investigación fuera respetuosa también de mí mismo, que ya venía de ciertas experiencias de existencia que me habían producido algunas heridas, varias de ellas asociadas a lo literario.
Esa investigación no debía ser (y, afortunadamente, no fue) un diario de búsqueda, sino un registro textual de una experiencia interna (que, naturalmente, se codificaba en un cierto lenguaje), y el mecanismo que se mostraba idóneo para ello era algo que surgió casi en simultáneo a la intención de comenzar aquello: escribir todo en un mismo cuaderno, que llevara conmigo todo el tiempo, y siempre con la mano izquierda. Era una disposición para con él y para conmigo al mismo tiempo, ya que, en cierta medida, era como aprender a escribir.
Por eso, de algún modo, lo que hubo primero no fue un libro, sino la idea de reconstruir una falta, y sentar un dispositivo textual sobre el que se asentara no la falta en sí, sino sencillamente su construcción. Me preocupé mucho por no preocuparme más que de lo elemental: escribir sinceramente, escribir sin dejarme atravesar por un formato, escribir una experiencia de escritura. Vale decir que en general la cabeza va más rápido que las manos, incluso con un teclado, y pasaban los versos mientras terminaba de escribir la primera o segunda palabra (y ni que hablar cuando la escritura ocurría en un colectivo).
Los ocho meses (aproximadamente) en que elaboré ese manuscrito (que guardo con mucho celo, que recibió sus últimos textos en pleno viaje de mochilero por el sur) fueron muy significativos. Ya con esos textos me propuse pasarlos a Word, hacer una selección y trabajarla, a sabiendas de que ese trabajo ya no sería la búsqueda de mi abuelo. De hecho, la búsqueda de mi abuelo solo existe en el manuscrito: lo que ahora forma La desunión es una versión (ante todo, muy respetuosa de los originales) desunida de aquella búsqueda, coherente con cierta necesidad de transmisibilidad. Los textos, algunos, ya los había leído a algunes amigues, en algunos encuentros del Grupo Yerbal, porque había algo de mí que había encontrado gracias a mi abuelo y que quería compartir: un registro textual de una experiencia, ya no de escritura, sino de vida.


Nicolás Igolnikov (Buenos Aires, 1997)

Es escritor y gestor cultural. Desde 2019 produce el ciclo Seamos Libros, de poesía de homenaje. También ha producido el ciclo Incógnito, de danza, teatro y literatura (Espacio Cultural Dínamo, 2017, y Club Cultural Matienzo, 2018) y coproducido el ciclo Metáfora, de cine y literatura (Club Cultural Matienzo, 2017 y 2018). Su libro de cuentos Las causas perdidas y su poemario La desunión se encuentran aún inéditos, y actualmente empieza una investigación a propósito de un personaje llamado Anselmo. A su vez, está terminando el profesorado universitario de Matemática. La didáctica como área de estudio es el seno donde confluyen su interés por el lenguaje y el saber matemático.

Poesía
El nombre que falta – y algo de pólvora, Buenos Aires, Ex Nihilo – Baja Literatura, 2016

Narrativa
La mentira (nouvelle), Buenos Aires, Ex Nihilo – Baja Literatura, 2017

Links
Más del autor en op.cit. «Desdibujar los bordes»
Poemas. En Moebius