Los lazos
Pablo Gúngolo
Buenos Aires
Salta el Pez Ediciones
2019
cowboy
un auto avanza por la ruta
hacia el sol que cae detrás
de unas montañas
en álamos dorados
tranquilos donde ir es
adquirir un nombre y una morada
tararea la música que habita
en el pensamiento siente
como una cinta progresa
torsiona desconquista
y conquista al mismo tiempo
los misterios de un corazón
conoce hasta dónde puede
pedir algo a los actos del lenguaje
salmones que resbalan
sobre la mano de un oso
escapan con la fuerza del eco
no hay más: un itinerario
de desierto donde un horizonte
esconde otro horizonte
y es la gracia.
saca un brazo por la ventanilla
corta el viento.
gesto
destruida la mirada las manos la boca
un suspiro: la gala del dolor
desde la comisura crea el desierto
sus ojos al caer
nos han dejado solos. nada más
que la forma de un sentimiento
una pizca del mundo
la media sonrisa hecha un antílope
huye entre los arbustos
o es el ala de un pájaro
muerto en el medio de la ruta
donde la fuerza de la brisa suspende
el vuelo; y también el eco del piano
hace del movimiento algo sublime.
desvelo
luego de varios intentos toma el teléfono
un animal moribundo que alcanzó a escapar
lleva el auricular y aclara la voz balbucea
el diminutivo; un nombre y el silencio
ante las cuerdas tensas a punto
de quebrarse pequeñas ramas pisadas
en la oscuridad perdida. hola la noche
está tranquila fue un día laboral cualquiera
los nísperos aguardan entregar sus frutos
todos duermen, cómo estás, el reflejo
por la ventana un cuerpo desgarbado
en un cuarto casi vacío
parece que se aproxima una tormenta
un hombre levanta la solapa del gabán
besa una estampita y camina iluminado
por las vidrieras del centro. quería escucharte
acá estamos, los perros ladran del otro lado
la radio suena en un puesto de flores
soñamos hijos, una lluvia finita y rápida
sobre la ropa en los balcones y los perros ladran
y hay ruido de cañerías y no hay nada más.
otra vez tímidos cantan algo que les pertenece
vuelve el corazón a pasar por el refugio
de cuando abrazados o de la mano
o en la cocina mientras el agua hervía
coreaban al oído o a la boca y el tiempo
como un mechón de pelo se descorre
y va detrás de la oreja. sonríen
papeles de diario hojas secas arremolinadas
golpean un container de basura
boca arriba sobre la cama sin hacer
lleva la mano a los labios roza la voz extraña
lejana y tan otra ahora la de los amaneceres
que hablaba en sueños animalito indefenso
corazón mío y mataría sin saber matar y besaba.
la canción se deshilacha y tararean
los restos del mar en invierno
también esto pasará. es tarde
la lluvia paró no hay viento los perros
acostados dan calor a su cuerpo
de las copas de los árboles caen algunas gotas
en bombacha y corpiño sentada en el bidet
mira la cara en el espejo por la penumbra
que permite la luz del living. pinta sus labios
los perros sueñan y corren entre becerros
cerca un carnicero limpia sus manos
en el delantal mientras mira cómo quedó la noche.
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