Un recorrido por los poemas de dos cultores de las formas poéticas breves y libres, desde la poesía beat, con su manejo del desparpajo, la espontaneidad y el existencialismo. Agregamos una compilación de poemas.


Foto: © Burt Glinn
Nota y compilación: Hernán Sagristá
Las biografías de origen de Gregory Corso y Richard Brautigan pueden ser intercambiables. Ambos sufrieron el abandono de sus padres a temprana edad, continuaron con una serie de derroteros de entradas y salidas de la cárcel y hospitales psiquiátricos. Podríamos pensarlos, transitando vida y poesía por carriles de autopista contiguos, paralelos, con sus propios estilos de manejo y velocidades.
Compartieron generación y territorios comunes. La costa oeste de los Estados Unidos en los años cincuenta era un centro en ebullición de lo que después se conocería como la contracultura. Corso, salió de la cárcel decidido a ser poeta. Pronto, a instancias de Ginsberg, se une al núcleo inaugural de los poetas beat. Brautigan, por su parte, emprende un camino en solitario. Tuvo su momento de popularidad durante la década del sesenta con la publicación de un par de novelas inclasificables.
El trauma de origen que los une, de pérdidas y abandonos, las inestabilidades amorosas, el desamor, la recurrencia de temas como la soledad y la muerte, serán volcados, cada uno con sus particularidades, en poemas breves. Este formato será cultivado especialmente por Brautigan, en tanto que Corso lo alternará con poemas de largo aliento.
En ellos, el poema corto resulta un catalizador de lo inexpresable. Un sentimiento de desgarro que no se deja atrapar. Se los ha asociado con un cierto humor infantil. El humor siempre está ahí para aligerar el trauma. Reducir a infantil el humor de estos poetas obtura la posibilidad de pensarlo como un facilitador lúdico para alcanzar, en algunos casos, un grado cero del poema. La síntesis elude el lamento y compacta el discurso dramático.
El poema corto, en Brautigan y Corso, además, atenúa los desbordes del yo poético para concentrarse en la extrañeza y en una anarquía controlada. El poema corto vuelve a poner las cosas en su lugar. Da cuenta de lo que queda después del cimbronazo: un chasis destrozado. Una gran elipsis que esconde una historia no contada (“Dije un buen Hola / pero ella dijo un mejor Adiós”, Brautigan) y que prescinde de los vaivenes emocionales de la poesía confesional, para montar una pequeña escena, una ficción, no exenta, en ocasiones, de sin sentido.
En Brautigan, el poema corto puede, a veces, tomar la forma de declaración de malestar. Información lisa y llana de cómo se siente el sujeto (“Todas las ideas que ahora tengo / no valen un mierda porque estoy completamente / destruido”); un antipoema; un recordatorio pegado en la puerta de la heladera; o un desahogo dicho al pasar en la barra de un bar (“Por miedo a estar solo / hacés todas esas cosas / que vos nunca harías”).
Por su parte, en Corso, a diferencia de sus poemas largos donde se zambulle en imágenes exaltadas, en ocasiones, al servicio de los “grandes temas”, los poemas breves despliegan pequeñas escenas, ficciones, que con su carga simbólica mediante, exorcizan la perplejidad de la experiencia vivida, las crudas emociones que subyacen (“Conocí a ese tipo que murió”, “Anoche conduje un auto”). Resulta un humor más oscuro, por momentos asfixiante.
Se pueden apilar versos, llenar páginas enteras con imágenes torturadas, poemas desesperados, de temperamento trágico, a la manera romántica. Poco y nada se saca en limpio sobre la naturaleza del desgarro. Tampoco importa demasiado. En definitiva, solo se trató de la gimnasia heredada de desangrarse por puro gusto. El poema corto, en estos poetas, renuncia a la tentación de un lirismo elegíaco y a cambio, dispara una flecha ligera, única, certera.
Richard Brautigan
¿Sos acaso el cordero de tu propio perdón?
Quiero decir: ¿podés perdonarte todos
esos crímenes sin víctimas?
3 de septiembre (el error del Dr. William Carlos Williams)
Anoche tuve insomnio severo
el pasado, el presente y el futuro se revelaban
…………..a sí mismos
como: uh, la mierda que se nos pasa por la cabeza.
Después recordé que era el cumpleaños del Dr. William Carlos Williams
y eso me hizo sentir mejor,
casi hasta el amanecer.
Nota:
El 3 de septiembre no es el cumpleaños
del Dr. William Carlos Williams. Es
el cumpleaños de una amiga.
El Dr. William Carlos Williams nació
el 17 de septiembre de 1883.
Un error interesante.
Éramos las noticias de las once
Éramos las noticias de las once de la noche
porque mientras el mundo se iba al carajo
nosotros hacíamos el amor.
Solo un secreto podría reconocer a otro “secreto”
Solo un secreto podría reconocer a otro “secreto”.
………………..Entonces tenés dos secretos
que ahora se conocen. Eso
que siempre habías querido, los secretos quedan mirándose el
………………..uno al otro
……………………………con el pijama puesto.
Walter
Todas las noches: antes de dormir
Walter tose. Como nunca ha dormido
en un cuarto con alguien más, piensa
que todos tosen
antes de dormir. Ese es su mundo.
Bombardeando en picada las emociones más profundas
Bombardeaba en picada las emociones
más profundas en un típico ayer
……………………..… después
de haber jurado que no lo haría más.
Supongo que nunca es demasiado tarde
…………para salir de la cabina
con el viento rugiendo bajo las alas
y el objetivo pidiendo quedar
…………en el blanco.
……………………30 de agosto
Para encontrar algo hay que perder algo
Para encontrar algo hay que perder algo.
Pienso, incluso lamento,
………….lo que tuve que perder para llegar a esto.
Tendrás recuerdos irreales de mí
(Para Rilke)
Tendrás recuerdos irreales de mí
como fotografías a medio revelar
durante el resto de tu vida, aunque
no me hayas conocido, porque yo
te soñé. Pronto amanecerá, el sueño
habrá terminado.
Te alteraré lentamente
Te alteraré lentamente
como si estuvieses haciendo
un picnic en un sueño.
No habrá hormigas.
……………….Tampoco lloverá.
Tan mecánico como las escaleras
Tan mecánico como las escaleras,
tan solemne como las escaleras,
se encontraron, el uno con el otro,
…………………….después de mucho buscarse.
Charco de barro en un cruce de caminos a principio de primavera
Me siento
…………así
…………………5 de octubre
La necesidad de aparecer en tu propia cara
Hay días en los que este es el último lugar
del mundo en el que querés estar, pero tenés
que estar ahí, como en una película, porque vos
…………la protagonizás.
Gregory Corso
Suicidio en el Greenwich Village
Brazos abiertos
manos planas contra los costados de la ventana
Ella baja la vista
Piensa en Bartok, Van Gogh
Y en los chistes del New Yorker
Cae
Se la llevan con un Daily News sobre la cara
Y un tendero echa agua caliente sobre la vereda
En las paredes de un opaco cuarto amueblado
Cuelgo viejas fotos de mis novias de infancia…
con el corazón roto me siento, el codo en la mesa,
La barbilla en la mano, estudiando
…………los orgullosos ojos de Helen,
…………el pelo dorado de Susan,
…………la boca débil de Jane
Hola
Es desastroso ser un ciervo herido.
Soy el más herido, los lobos acechan,
y tengo mis fallas, además.
¡Mi carne está atrapada en el Gancho Inevitable!
De niño vi muchas cosas que no deseaba ver.
¿Soy la persona que no deseaba ser?
¿Esa persona que habla — consigo — misma?
¿Esa persona de — la — que — se — burlan — los — vecinos?
¿Soy el que, en los escalones del museo, duerme de
costado?
¿Llevo la ropa de un hombre que ha fallado?
¿Soy el hombre chiflado?
En la gran serenata de las cosas,
……¿soy el trozo más anulado?
Querida muchacha
Con la gente conforme
Lejos de los muebles pre – rafaelistas
Sin otra promesa que la frugalidad japonesa
Ocupo la casa
Dispuesto a comer contigo y dormir con contigo
Pero cuando el espíritu conquistado se libere
Y señale una luz nueva
¿quién cuidará de los gatos?
Conocí a ese tipo que murió
Salimos de juerga
…………recorrimos los bares
…………………….nos hicimos amigos firmes
Él quería que le dijera
qué es la poesía
…………………….Le dije
Una noche de feliz borrachera
lo llevé a casa a ver a mi bebé recién nacido
un gran pesar lo invadió
“oh Gregory” se lamentó
…………………….“trajiste algo para morir”
Cómo no morir
Entre la gente
si siento que voy a morir
me disculpo
diciéndoles ¡tengo que irme!
“¿Ir adónde?” quieren saber
no contesto
sólo me voy de allí
lejos de ellos
porque de algún modo
perciben que algo anda mal
y nunca saber qué hacer
los aterroriza lo imprevisto
Qué terrible
quedarse sentado ahí
y ellos preguntando:
“¿Estás bien?”
“¿Te traemos algo?”
“¿Quieres recostarte?”
¡Oh Dioses! ¡la gente!
¿Quién quiere morir entre la gente?
Especialmente cuando no pueden hacer un carajo
Al cine… al cine
Ahí corro
cuando siento que voy a morir
Hasta ahora ha funcionado
Anoche conduje un coche
Anoche conduje un coche
sin saber conducir
sin tener un coche
Conduje y atropellé
gente a la que quería
… atravesé un pueblo a 180.
Me detuve en Hedgeville
y dormí en el asiento trasero
… emocionado con mi nueva vida.
Ellos
Ellos, esos “ellos” sin nombre,
me derribaron
…………………….pero me levanté
siempre me levanto…
Y maldije cuando me caí
…………………….muchas veces soporté la caída;
nadie mueve a una montaña salvo ella misma
A ellos, hace mucho los llamé yo.
Extravagancia italiana
El hijo de un mes de la Sra. Lombardi está muerto.
Lo vi en la sala de funerales de Rizzo,
una pequeña cabecita violácea arrugada.
Acaban de terminar la misa mayor por él;
Están saliendo ahora
… ¡caramba, qué ataúd más pequeño!
Y diez cadillacs negros para llevarlo.
Saloma marina
Mi madre odia el mar
mi mar en especial
Le advertí que no lo hiciera
fue todo lo que pude hacer
Dos años después
el mar se la comió
Sobre la orilla encontré un raro
aunque delicioso alimento
Pregunté al mar si podía comerlo
y el mar dijo que podía
—Oh mar, ¿qué pez es éste
tan tierno y tan dulce?
—Los pies de tu madre
Nota.
Poemas extraídos de:
-Richard Brautigan, Cargando mercurio con una horquilla (Buenos Aires, Zindo & Gafuri, 2023), versiones de Sebastián Díaz Barriga.
Ginsberg – Kerouac – Corso – Ferlinghetti, Poesía Beat (antología) (Buenos Aires, Colihue, 2004), versiones, selección y prólogo de Elvio Gandolfo.