Rodolfo Edwards: La épica del movimiento continuo

La editorial porteña Eloísa Cartonera publicó hace pocos meses la poesía reunida de Rodolfo Edwards. Desde los inicios de su obra, Edwards ha querido ser un continuador, con sus variantes y aportes, de los grandes poetas de Buenos Aires. Los episodios sentimentales, políticos, literarios, profesan la mirada de un transeúnte algo postergadof_r_edwards_3 por la circunstancia del presente, de la que surge un sujeto que se expresa como parte de una resistencia cultural. Presentamos una serie de textos incluidos en el libro, seleccionados y enriquecidos por los comentarios de su autor.

Rodolfo Edwards (Buenos Aires, 1962) es poeta, crítico literario y periodista cultural. Se graduó en Letras por la Universidad de Buenos Aires y es especialista en Literatura Argentina y Latinoamericana. Ha publicado numerosos libros de poesía entre 1999 y el presente; entre ellos: La épica del movimiento continuo (obra reunida, Eloísa Cartonera, 2016), Panfletos de papel picado (Buenos Aires, Ed. Peces de Ciudad, 2015), The real poncho (Montevideo, La Propia Cartonera, 2011), Mingus o muerte (Buenos Aires, Gog y Magog, 2009), Mosca blanca sobre oveja negra (Bahía Blanca, Vox, 2007), ¡Vamos con esas imágenes! (Buenos Aires, Eloísa Cartonera, 2005), Los Tatis (Buenos Aires, Edwards&Edwards, 2003), That’s amore (Buenos Aires, Ediciones del Diego, 2000), Rodolfo Edwards (Buenos Aires, Selecciones de Amadeo Mandarino, 2000), Culo criollo (Buenos Aires, Siesta, 1999). Sus poemas han sido incluidos en antologías de poesía argentina y latinoamericana publicadas en México, Chile, Venezuela, España, Francia, Alemania y El Líbano. Integra la lista de autores del libro Otro río que pasa (Buenos Aires, Bajo la Luna, 2010), que recoge los cien mejores poemas publicados durante el Siglo XX en Argentina. Dirigió las publicaciones La Mineta y La novia de Tyson y participó en el proyecto 18 whiskys. Es autor de la obra de teatro La patada prohibida, pieza en un acto (Teatro Ift, 1986). Organizó ciclos de lecturas poéticas y performances de amplia repercusión en la década de 1990. En 2007 dirigió la Clínica de Escritura de Poesía para autores jóvenes en el Centro Cultural Ricardo Rojas (UBA). En 2014 publicó el ensayo Con el bombo y la palabra. El peronismo en las letras argentinas. Una historia de odios y lealtades (Buenos Aires, Seix Barral). Entre sus publicaciones académicas se encuentran: “Contorno: el hecho maldito de la crítica cultural” (en Peronismo y representación: escrituras, imágenes y políticas del pueblo, Buenos Aires, Final Abierto, 2015); “El Emporio de las imágenes, Spinetta en la poesía argentina” (en Iniciado del Alba: seis ensayos y un epílogo sobre Luis Alberto Spinetta, Buenos Aires, Añosluz Editora, 2016); “La poesía de los noventa” (en Tres décadas de poesía en la Argentina 1976-2006, Buenos Aires, Centro Cultural Ricardo Rojas, 2008); “Contra la palabra chúcara” (en Dificultades de la poesía, Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2010). Colabora regularmente en Cultura del diario Perfil.

 

Selección de textos*


El subte “A” (Plaza Mayor-Primera Junta)*

esa señora que muerde
tristemente su galletita
y encima en el andén
te meten esa maldita música melancólica
te hacen sentir un personaje
de película alemana de posguerra

estoy encerrado en un ropero
lleno de trajes
con las personas puestas

 

* De Culo Criollo (1999). Este poema es un homenaje a Baldomero Fernández Moreno. Siempre me impactó ese deambular de Baldomero por las calles de la ciudad, la manera en que narraba con imágenes certeras pequeños hechos que iban armando un rosario de perlas urbanas. Leyendo a Baldomero, uno se vuelve a enamorar de la ciudad de Buenos Aires. Leerlo es como caminar con sus ojos. Culo criollo es mi primer libro editado.

 

Mi corazón*

mi corazón es un blanco
donde todos aciertan
me enamoro hasta de las mariposas
que se enredan entre el vidrio
y la cortina de la ventana

cuando las libero
hacen un gesto de Fred Astaire
pegan media vuelta y se van
no vuelven más

 

* De That’s amore (2000). Armar los poemas del libro That’s amore fue para mí un gran desafío porque la poesía de índole “amorosa” suele estar muy desprestigiada. El amor parecía desterrado como tópico en los libros de poesía de mi generación y sólo se lo autorizaba en los boleros o en las canciones populares. Tuve que sacar la palabra “corazón” del fondo de un frasco de mermelada, donde se debatía entre dulzores y mariachis alzados. Sin embargo, me animé a lanzarme a un mar de palabras enrojecidas por la sangre de mi corazón enamorado.

 

Control remoto*

el sol entra por la ventana
recién bañado
un vaso de whisky en la diestra
estoy mirando un video de Joni Mitchell
la sensación de bienestar en el cuerpo se siente
es jueves santo días feriado
me encuentro en armonía con todo el universo
con sólo apretar un botón
todo desaparecería
de repente

 

* De Rodolfo Edwards (2000), una antología de mi obra dispersa e inédita que editó mi amigo Darío Rojo. El poema “Control remoto” trata de graficar el estado de satori durante un día feriado en mi casa, esos momentos en que todo parece ordenarse y uno queda suspendido en el aire, como transportado en una alfombra voladora por un cielo sin nubes, liso y perfumado. El VHS de Joni Mitchell tenía canciones de un par de discos que a mí me fascinan: Dog eat dog y Wild things run fast. ¡Gracias hermosa Joni!

 

El nudo marinero*

alguien hizo un mudo marinero en mi alma
y ando contando cosas tristes por los cafetines
tengo en la boca un sabor de fruta extraña
me he puesto gris hasta los ojos
y en los días más nublados
soy la nube más grande
la que tiene forma de ballena
me tomé todas el agua del puerto
y no quedó ni un velero
alguien hizo un nudo marinero en mi alma

 

* De Los Tatis (1990), un libro que escribí después de haber cumplido mis 30 años, lo que en ese momento me provocó una gran crisis… me sentí de pronto totalmente envejecido, como que mi juventud había terminado abruptamente. Ese número “30” se presentaba ante mis ojos como un monstruo gigantesco, era un Godzilla de ojos asesinos… Uno de mis sueños es hacer con Los Tatis una comedia musical; en el libro hay canciones, dialoguitos, fragmentos de noticieros, listados de películas y de discos. El subtítulo del libro es “Some kind of memories” y creo que es eso: un libro de memorias, atravesado por la historia argentina que me tocó vivir hasta 1992. “El nudo marinero” es una invocación a los espíritus marineros de mi querido barrio de La Boca, donde nací.

 

Pirilo*

este cacho de pizza
que agarro con la mano
se parece tanto a mi alma:
un triángulo irregular
chorreando por todos lados

 

* De ¡Vamos con esas imágenes!  (2005). Este libro fue mi regreso a la poesía, luego de un largo ostracismo. Para la presentación, preparé una obrita de teatro, con actores y todo. Lo hicimos en “Espacio Callejón”, un mítico reducto del Abasto; fue una noche inolvidable: llovía a cántaros, hacía mucho frío y sin embargo el teatro estaba lleno. “Pirilo” es una pequeña pizzería de San Telmo que queda en Defensa e Independencia. Allí se morfa de “dorapa” unas porciones de muzza cortadas a la bartola, en forma totalmente irregular. Se me ocurrió comparar a mi alma con esas porciones desparejas.

 

Batalla naval*

esperé a Dios en un bar
toda la tarde
llovía torrencialmente
“nos salvamos de gimnasia”
suspiraba el rubio pendejito
los parabrisas no paraba de limpiar
su ojos verdes y claros
si subo a un taxi
seguramente el tachero
me va a decir
“ta lindo pa mate y torta frita”

esta ciudad
es un diagrama de batalla naval
y yo voy en un barquito
que acaban de hundir

 

* Escribí este poema un día de lluvia en la ciudad. Tal vez me rondaba en la cabeza la canción “Dónde va la gente cuando llueve” de Pedro y Pablo. La lluvia siempre tiene algo mágico, es como si el mundo se detuviese en una postal melancólica, tanguera. Los poemas de Mosca blanca sobre oveja negra los escribí durante la primera mitad de los 90, pero el libro recién salió en el 2007.

 

Fiesta deleite (Últimos sábados de cada mes, zona Congreso)*

Bailé como loco, tomé como pocos. Actrices, azafatas, profesoras de yoga, pijirindinguis, maracas extranjeras, discos monoaurales, cerveza artesanal de origen bonaerense, una cantante de chanson, hija de un diputado, blanca como un papel, el paraguas que usó Perla Caron en la peli “Mosaico”. ¡OH Luchino! ¡Luchino Visconti! Pastor de los arrabales del alma, siempre amable en tu alta desdicha. La muerte es perezosa, demora, pospone, prorroga. Amanece, y en la azotea hay una paloma muerta, un broche azul y un pucho con restos de carmín (tres de un par perfecto). No recuerdo cómo volví a casa.

 

* De Mingus o muerte (2009). Después del incendio de “Cromañón”, un desastre que enlutó los últimos días del año 2004, los controles de los lugares de esparcimiento se volvieron muy severos. Muchos locales quedaron clausurados por un largo tiempo. Con gran ingenio, algunos pequeños emprendedores de la noche, comenzaron a organizar fiestas en residencias privadas. Yo fui testigo de ese proceso porque asistí a varias de esas reuniones con tufillo clandestino. Generalmente había que entrar con una contraseña, lo que convertía a la situación en toda una aventura. Este poema habla de aquellos días de ley seca. Mingus o muerte fue presentado con una perfomance en la que actuamos el gran Fernando Noy y yo.

 

Tiempo nuestro*

entre la inspiración y las ideas
trazo líneas largas
puentes de pan
brazos en abrazos
brasas contra brasas
en el incendio del animal universal
y es tu cuerpo el que me guía
entre toda la maldad
porque estás aquí
y de mi lado
piso campo fértil
tierra general y compañera
tiempo nuestro
solamente

 

* De The Real Poncho (2011). Esta fue mi primera publicación internacional: fue editado por La Propia Cartonera, pujante emprendimiento con sede en el barrio de La Teja de la ciudad de Montevideo, República Oriental del Uruguay, lugar que me trajo reminiscencias de mi barrio de La Boca, por su ambiente portuario y popular. En “Tiempo nuestro” vuelvo a recuperar la sincera transparencia del poema de amor.

 

* Nota general del autor a los textos.
Un poema nunca cambiará el curso del mundo pero es un bote salvavidas siempre listo para los naufragios del poeta. Considerando que el poeta que se precie de serlo, suele naufragar casi todos los días de su vida, los poemas/salvavidas se multiplican en forma exponencial. En La épica del movimiento continuo reuní mis primeros ocho libros de poesía, porque, dense por enterados, habrá muchos más…. Un libro no es otra cosa que una caja de cartón donde uno guarda fotos viejas: miles de hechos dibujados con birome por un estudiante distraído. La poesía es el pasado en fetas, esquirlas de la vida que explotó. La poesía es como una lesión de por vida, es una herida musical que nunca cicatriza y en carne viva inventa bocas en el aire. El poeta es la medida de todas sus penas. Escribo para que digan: “esto lo pudo haberlo escrito cualquiera”, dejando la sensación de que todos lo pueden hacer en sus casas. Todos somos poetas, sólo que algunos no se dieron cuenta. No me acuerdo cuando comencé a hablar ni tampoco me acuerdo cuando empecé a escribir poesía (tal vez nunca aprendí a hablar ni nunca aprendí a escribir poesía). Sigo sintiendo una picazón en los dedos que sólo se calma escribiendo. Siempre cito a mi amiga Rosa López que una vez me confesó que ella “escribía cartas, poesía…. todavía no”. Por ahora yo sólo lleno cuadernos con frases, pensamientos, ocurrencias, juegos mentales, refranes arrabaleros, papel picado, piroctenia surtida, cotillón vario, imágenes choreadas del aire, camalotes que flotan a la deriva, confesiones de invierno, estridencias y suspiros, líneas irregulares escritas sobre el cordón de la vereda, pastillitas del ánimo, gritos que se apagan sobre la hoja en blanco como el faso en los ceniceros. En la superficie de las cosas resbalo, agarrándome de los pasamanos del amor. La memoria es mañera y pone trampas en las azoteas. En horizontes de crema mojo el churro de la abundancia y me empalago con las flores del puestito de la esquina, hasta quemarme los ojos de esperanza. Una fragancia que sólo pueden oler los perros y los muertos, brota de las palabras cuando conspiran en los sótanos de la imaginación, madre de todas las batallas. La poesía es un acto de fe. Doy fe ante escribano público en la ciudad de Buenos Aires, de madrugada, como siempre, cuando estoy despierto. La luna es una madeja donde me enredo noche tras noche.

 


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