Silvia Pailhé. Una figuración de Laureana Landriel

Una figuración de Laureana Landriel
Silvia Pailhé
Bahía Blanca, Unidad de Sentido, 2023

El otro lado del cuadro

Por Pablo De Santis

La palabra “figuración” nos habla, en música, de la brevedad, pero hay otros dos sentidos del término que se avienen mejor a estos poemas, o a este largo poema. Esos sentidos son, en cierto modo, antagónicos. “Figuración” en pintura es lo contrario a “abstracción”, lo que significa una apuesta al reconocimiento, una confianza en la mímesis. Pero en el lenguaje cotidiano, “figuración” es uno de los nombres plebeyos de la imaginación. Como cuando decimos “me lo figuro”, y queremos decir “me lo imagino”, “lo estoy viendo”. 
Esta figuración es entonces una conjetura sobre lo que habrá pensado y sentido Laureana, pero también los otros dos habitantes del drama, Lorenzo y Dora. De todos los silencios de la historia, a Laureana le pertenece el más profundo. 
El punto de partida del poema es un testimonio, y eso lo convierte en un experimento, una crónica y una rareza. Lorenzo Padrón, cuya vida se nos cuenta a través de discretas pinceladas, nació en las islas Canarias en 1888 y murió en Bahía Blanca en 1973. Pintor de caballos y de barcos, es uno de sus cuadros el que sirve de disparador al poema, ya que no solo se ponen en escena los hechos del pasado, sino también el momento en que esa historia es anunciada y recibida:

¿y ese cuadro tan antiguo? 
lo pintó mi abuelo: la lengua de Juan Carlos
da rienda a su verdad

La forma fragmentaria hace que nos asomemos de a poco a los personajes de este drama. Los conocemos a través de detalles, movimientos, conjeturas. Pero se trata de conjeturas desparejas: más certezas para Lorenzo, un poco menos para Dora y para Laureana los tenues trazos de la figuración. 
Los cuadros de Lorenzo ocupan un lugar central, a veces soñados como tapices que pudieran mostrar el otro lado de la trama:

habrá deseado Laureana:
que se cuelguen del revés
los cuadros de Lorenzo 
que sea visto el entrevero

Estos versos parecen una adecuada descripción del trabajo de la poeta. Con delicada firmeza, Silvia Pailhé nos trae viejas noticias de esas vidas, como quien da vuelta una pintura para ver lo que hay detrás, los hilos de la tragedia secreta. Así nos deja que asistamos al encuentro entre verdad y ficción, y entre narración y poesía.


Una figuración de Laureana Landriel
(fragmento)

III urdimbre

13

Laureana
habita la urdimbre

pasa la puerta de servicio y
otra es la vida en la casa de adelante
lo ilusorio está a la vista
el cuadro terminado expuesto en la sala.

Traspuesto el umbral
el tendal
los piletones
la pieza
la despensa

más atrás la huerta
el arroyo
los caballos
la llanura.


14

Siendo parte diminuta de una trama
es difícil comprender
la lógica de un todo.

Si una lámpara
se hiciera añicos
en la sala,
si la porcelana
se quebrara por descuido,
sabe Laureana —le han dicho—
habrá que buscar otra
en la despensa.

¿Pero cómo imaginar
qué se haría
si faltara el niño
de la cuna tallada?


15

Tomar al niño
subir al tren

la llanura es vasta
—las vacas
se ven por leguas
pero al fin
se desdibujan—

hacerse nada entre las vías
dejar atrás el menosprecio
de los de Dora

hacerse olvido

la estancia

llegar
al otro extremo
de ese quiasma

¿qué mano
podría pescar

…………..el punto zafado
…………..en esa vastedad?


16

Un punto perdido
y
…………………otra trama
…………………es posible.


17

Lorenzo sabe
cómo abandonar un suelo
caer al vacío
tomar un barco

tomar al niño
tomar su china
subir a un tren
pedir boleto
a Buenos Aires
al sur después
un lugar calmo
……………………………………más allá
más acá
………………..del lienzo.


18

Hay descubrimiento
en la reiteración.


19

La aguja de Laureana
repica
encuentra aire y sale

repica

…………..atraviesa

pesca a alguien del presente
lo lleva para mostrarle
me ha llevado también para mostrarme
—es por eso que hablo de la urdimbre—
ese pasado de hilos que se entrecruzan

el entrevero
.entre la habitación de atrás
..y la casa
….del tiempo.


20

El entrevero
del pelo de Laureana en los quehaceres
trae a Lorenzo
que aquieta los pinceles
y corre la mirada:

los caballos sin apero
el corral
el seibo
Laureana que escurre trapos
los apila en las mesadas
y esparce
………………al voleo
el agua jabonosa entre las matas
del patio de atrás donde se esconden, también
las pasiones de Lorenzo.


21

Lienzos poblados de paisajes
las horas malgastadas con el óleo
¿para qué?
¿para otros tiempos?
¿para qué? Si estaban a la vista
si Dora podía verlos
aun con desdén
cuando le diera la gana

no había más que mirar
si se quería
contemplar los caballos
ver a Laureana estrujar los trapos
a Lorenzo navegar sus trenzas

¿para qué pintar?
¿para qué pasar
la siesta
tardes enteras buscando el color justo
la luz sobre el pelaje
mientras las obligaciones
esperan?


22

Que todo eso
pase atrás

que no sea vista
esa parte insoportable
de las bellas artes: el trayecto
hasta el cuadro terminado

que se exhibirá

en la sala.


23

¿Cómo habría podido Lorenzo
guardar las apariencias?

¿cómo atender la casa
como los de Dora quieren?

¿cómo enfrentar
ese sometimiento?


24

Habrá intentado ser
Lorenzo
por una vez
práctico.


25

Diría
quizá
Lorenzo

¿qué hacer
en este paraíso de humus
donde todo está dado?

con hacienda
que se borra en el horizonte
de tierras tuyas
Dora
y de los tuyos

con trigo
cuanto quieras

para amasar, Dora
tus tortas
en las piernas.

No sé
ser peón.


26

Habrá
recordado
Lorenzo

la miseria
que pasó en Canarias:
sólo tengo pinceles
no sé ser peón

verte desnuda
quiero

pintarte

pintar
es
lo que sé.


27

Quizá
Dora
haya dicho
soñé
que no era cierto

mi hijo
no había muerto

tomaba de mi pecho
como otras noches
mis pechos
que ahora endurecen
se afiebran —uso paños calientes
para extraer la leche
que no sabe de lo que pasó—

o dijo
tal vez
me dejaron sola los míos
evitan verme los míos

esquivan
el dormitorio

los entiendo
ninguna palabra me consuela,
no sabrán qué hacer

hasta ayer venían
a adorar
la cuna tallada.


28

Habrán
quedado solos
Lorenzo y Dora

con los reclamos
los pechos tiesos.


29

Habrá
dicho
Lorenzo

no más reproches, y así
toman al niño
toman el tren
a Buenos Aires
después al sur

vuelven olvido
a los de Dora

olvido
la estancia

olvido
Laureana
su pelo trenzado

todo
olvido.


30

Habrán
pactado

nunca más
hablar de la estancia

nunca más
hablar de Laureana

sólo el niño
vos
y yo.


31

Habrá quedado Laureana
absorbida
por esa pieza vacía

anclada

por impulso
de supervivencia

de permanencia
en esta tierra
en el tiempo

cuereada
por Dora
y por Lorenzo

como si un lazo
hubiese
envuelto al niño
y tirado de él

su niño
arrancado

vacío
en los tejidos

un vacío
en la pieza
de atrás.



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Entrevista con la autora acerca del Una figuración de Laureana Landriel.

-¿Cómo nació este nuevo libro? ¿Por qué decidiste encarar una nueva historia?
-No es el único libro que tengo preparado como para publicar. En este caso quería hacerlo porque es un libro que nace de un relato de un familiar de Bahía Blanca, que es Juan Carlos Landriel. Un día de casualidad él me dio esta historia que le da vida al libro. Yo sentí que tenía que hacer algo con eso y yo lo llamé por teléfono, le pedí datos, llamé a una prima que sabía algo más, viajé, los entrevisté y en cada uno de esos encuentros se fue armando la historia.
Al ser una historia familiar, yo lo fui trabajando de manera un poco intuitiva y en la manera en que se nos van arrimando esas historias, que están un poco ocultas por los secretos de familia. La forma en que yo encontré de llevar eso a un libro fue a través de la poesía. Es un libro que lo encaré como la estructura narrativa de un cuento, en donde el secreto se va develando, pero a la vez está escrito en versos y en pequeños poemas bastante reiterativos.
Laureana Landriel era la abuela de Juan Carlos, quien me dio la historia, a quien nunca conocieron. Hay una voz que va narrando, que se va figurando cómo sería Laureana, qué le habrá pasado; a la vez hay un doble juego porque a esa voz, que termina siendo la mía, le da un presente a Laureana.

En La Voz del Pueblo