En tu cuerpo
los viajes
son un tránsito un desvío
en el tedio de los días
que alguien te lleve en bici
por las callecitas sinuosas
de villa lynch
ver toda la belleza
de los empedrados desparejos
y que toda esa belleza
del paisaje suburbano
se te meta dentro del cuerpo
cerrar los ojos
que las luces de los autos
se vuelvan sombras
entre la tintura de los carteles gastados
me puse los aros
de mamá
brillo dorado
que arrasa con todo
sólo quedan
ella
y su kenzo
en una noche de fiebre
hablarles bajito
a los muertos
ajustar la voz
hasta que se vuelva
carne
y haga su propio kaddish
en otoño
para evitar
el paso del tiempo
cerramos las ventanas
el sonido de la lluvia
lejano
como de un radioteatro
pero nada
deja de moverse
ni siquiera
en nuestros cuerpos
se detiene
el leve discurrir
de la sangre
y el agua
un cuerpo enfermo
una de mis manos
estirada hacia su omóplato
otra hacia el vaso de agua
y el ramo de rosas
hasta que
de tanto mirar
abandonan su apariencia
toda la habitación
rebalsa de flores
esas que llevaba morrissey
en los bolsillos
de atrás del jean
como un placer oculto
una salvación
lo cuidé todas las mañanas
de sus primeros cinco años
cuando su abuela murió
le regalé un tren de madera
venía con los rieles
tallado a mano
naranja negro rojo
en un tiempo olvidará
esas cosas que se hacen
con palabras
pero no se explican
con palabras
dar vuelta los bichos bolita
su dedo hecho
una mezcla de sangre
y pervinox
la culpa casi llanto
en mis cachetes
cuando rompió el tren
salieron disparados
los rieles
cada pieza
hecha astilla
hoy de noche
vuelta a casa
alex turner de fondo
me pareció
que los auriculares
se prendían fuego
sentí el olor
en los oídos
la farmacia
el starbucks
tanta memoria
sobre las cosas
todo dado vuelta
un apocalipsis
diminuto
contar una historia de amor
una historia de amor
que es amor fuera de los cuerpos
y se extiende a los ladrillos al cielo
al pasto desprolijo
una historia de amor
que es de odio
a todo lo demás
un paisaje asimétrico
sin alturas que dificulten la mirada
todo resulta visible
y todo se ve más de cerca
hasta la luna parece perder sus bordes
y mezclarse con la luz artificial de las terrazas
dice que va a escribir sobre este barrio
y esta gente
estos espacios que parecen construir
algo en medio de fábricas abandonadas
como extranjera fascinada
va a escribir
sobre la belleza de la naturaleza salvaje
el cielo salvaje
la luna que se abre de a tajos como relámpagos
y sobre las mañanas los ruidos de fábricas y talleres
los perros abandonados el cielo
naranja y violeta
el cielo con ojos gigantes
que se agrandan cada vez más
los huesos se desintegran
se hacen líquidos también
del cansancio y de tantas horas
cambiar pañales imitando los huesos blandos
de los bebés en la guardería:
una metamorfosis invisible
la de los huesos que se ablandan
casi se ahoga un nene hoy
desliza
y me hizo acordar a vos, a veces, cuando dormís
el aliento a durazno, el ronquido, un suspiro desesperado
Florencia Naiman (Buenos Aires, 1998)
Escritora y lingüista. Trabaja como correctora de estilo para la Universidad de Salamanca y como redactora en el ámbito publicitario.
Poesía
Los globos (Premio Tejeda), 2021
Antología de Poetas Argentinas (1981-2000), Buenos Aires, Ediciones del Dock