María Laura Guisen. Jardín de invierno

Jardín de invierno
María Laura Guisen
Buenos Aires, La Gran Nilson, 2025

Mi padre me dice hijita

todavía.
Con la yema blanda de
su mano
roza mi mejilla
en el saludo.
Quisiera responderle algo
que también
apague el tiempo.
En la voz de mi padre
no hay nostalgia
ni error.

Nunca se sabe

Desde que cumplí 50 sigo a Jony en las redes sociales.
Es un médium que dice comunicarse con las almas
de los seres queridos que ya no están.
Jony cierra los ojos. Por momentos gira el cuello
hacia la izquierda, como si lo llamaran.
Se concentra para descifrar algo. Después hace preguntas:
¿Él tenía un tatuaje en el antebrazo? ¿Ella insistía
con que te cuides del frío?
Los familiares asienten emocionados.
Yo me enfoco en Jony. En sus gestos.
Nunca pierde la sonrisa.
Aclara que él no invoca a esas almas.
No quiere molestarlas.
Trabaja únicamente con aquellas que deciden acercarse
por voluntad propia. Mira a la cámara y habla
como si estuviera contando un secreto:
Me dice que no estés triste, él partió sin dolor.
A cada momento te acompaña, y está en paz.
Las sesiones de Jony terminan siempre así.
Esa es mi parte preferida. Me dan ganas de aplaudir
como en los finales de ciertas películas,
donde las cosas terminan bien
pase lo que pase.

Adivinanza

Me mira
desde el espejo
una silueta
que desconozco.

No sé
si es un cuerpo
o una sombra.

¿Y si pinchara
la yema de sus dedos
brotaría quizás
una gota tibia?

¿Y si la gota
llegara al río
como un guijarro
vislumbraría yo
alguna respuesta?



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Reseña. En Agencia Paco Urondo