En movimiento / Alucinada, de Daniela Pasik

t_alucinada_d_pasikAlucinada
Daniela Pasik
Buenos Aires
Modesto Rimba ediciones
2017
47 pp.

Por Marcelo D. Díaz

Imaginemos nuestra biografía como un conjunto de experiencias que se corresponden con diferentes elementos de la realidad, no a la manera de una suma sino más bien con un criterio de correspondencia sentimental: la emoción del impacto entre las partículas contenida en un verso, el cielo salpicado de estrellas convertido en un poema, el vínculo con los seres que amamos como una vivencia estrictamente química y física donde se encuentran y articulan los cuerpos y las voces hacia el interior de un relato común del mismo modo en que se abrazan las hélices que arman las cadenas de ADN en una dimensión invisible. Lo que hacemos afecta lo que otros hacen y lo que hacen los otros nos termina por afectar a nosotros.
Mientras en 1986 estallaba la planta de energía nuclear de Chernobyl algo en el interior de la poeta se movilizaba: “Miles de personas estropeadas han sufrido/ o sufrirán en algún momento de sus vida/ secuelas espantosas sembradas por esa prueba/ la hizo uno que sin importarle nada quiso saber/¿qué pasa si cortamos el suministro eléctrico?/ Y si ya nunca más nos vemos, ¿qué pasa?/ Aumento súbito de potencia en reactor 3/ núcleo se sobrecalienta provoca explosión/ parece que hay hidrógeno acumulado en mi interior”. El contacto con los seres queridos puede ser tan intenso y radioactivo que podría dejarnos marcas por el resto de nuestras vidas. Escribir es una contingencia al igual que amar y desear, lo que hoy está, y ahora es tan tangible, puede desvanecerse de un momento a otro sin previo aviso.
Los poemas integran en un mismo plano representaciones que provienen de lugares remotos, de geografías distantes, en una misma enunciación y en un único instante. Da lo mismo estar en Mongolia, Israel, Buenos Aires, El Tigre, porque cada lugar está bajo la misma constelación poética. Aprender a escribir implica revisar nuestra lengua desde un lugar privado y casi que inaccesible, nombrar el mundo desde la poesía es equivalente a usar la palabra por primera vez: “En Mongolia no hay acceso al mar/ si hubiera no lo encontraríamos/ todo es lejos, siempre hay donde viajar/ el desierto no termina,el sistema de castas sí/ llegó a un fin aunque duró demasiado/ disolvió las tribus y ahora somos/ solo individuos/ durante 80 años nos sacamos los apellidos/ como zapatos incómodos/ fuimos nombres descalzos/ no hubo que hacer esfuerzos para llamarnos./ Comenzamos a nombrar a los bebés/ con sustantivos o adjetivos/ siempre implican fuerza, belleza/ ahí vienen Héroe y Rayo de Sol/todo era demasiado hermoso, épico/ así que hubo que identificarnos/ exigieron que usemos apellidos/ como somos guerreros místicos/ muchos eligieron Sansar./ Significa Cosmos. Los accidentes no necesariamente implican una tragedia, quizá ayudan a dibujar un retrato personal, una proyección de nosotros mismos, desde una perspectiva que antes no teníamos en cuenta, como si nos sacaran de foco y nos ubicaran en un punto ciego de las narraciones de nuestras vidas, en esa instancia es donde la poesía de a poco anuncia su resplandor semejante al choque de los astros percibido a miles de años luz de distancia.
Por momentos los textos adquieren un registro testimonial parecida a una crónica pero contextualizado en un país imaginario. Y quién dice que cualquier país, cualquier geografía, no es en realidad una construcción de la imaginación: “Si los destinos de viaje fueran paredes empapeladas/ levantaría la capa decadente que hace rato cubre todo/ busco la esquina descascarada, arranco la primera vista/asesinatos, muertes absurdas, prejuicios, injusticias/ cuesta desgarrarlo solo con las uñas/ sigo hasta que los dedos me sangran”. La acción de la escritura implica varios movimientos, hacia el pasado, hacia lugares remotos del universo, y hacia el futuro. ¿Qué lugar quedaría para los mecanismos del corazón en un mundo donde los cuerpos y los nombres se desvanecen y los recuerdos reconstruyen un mundo sin vida en el que los recuerdos felices yacen congelados?    Podríamos preguntarnos quiénes serán los lectores del porvenir de esto versos, y cómo serán los afectos dentro de unos años, si acaso seremos capaces de reconocernos unos a otros en nuestra sensibilidad y singularidad o si, por el contrario, no nos habremos mimetizado por completo con los objetos enmarcados en un paisaje distópico donde no queda nada más real que ruinas y polvo.
Alucinada es un libro en el que se plantea que la disolución no es una idea abstracta sino un hecho que se contagia de manera parecida al crecimiento del vacío y a la entropía. Son los aprendizajes de los metales, de los minerales, de las leyes de la física y de la química los que hacen de talismanes cuando ya no quedan certezas para decidir desde qué lugar decidimos narrarnos. Toda forma de lo real es menos que efímera y nuestra memoria muchas veces se regodea repetidamente en su drama interior. Y en simultáneo cada poema es una pequeña pieza radioactiva en la que unas pocas líneas de repente en unos minisegundos pueden justificar el universo entero.

 

Centaurides sobre ruedas

La contractura que tengo la conseguí
cuando iba al trabajo por la ridícula
y mal diseñada bicisenda de Gorriti
fue un momento en el que se juntaron
en ese espacio reducido, encerrado
un lomo de burro, un bache, una rama
muy baja otras cosas tiradas en el piso
después de una poda de todo eso
que el gobierno decidió erradicar.
Sorteé los obstáculos en tensión, con pericia
como si enhebrara una aguja en movimiento
fue un pico de terror y alegría en la caravana
tráfico humano entre lo automotor
cuando la ida es un tremendo esfuerzo
suele significar felicidad a la vuelta
lo sabemos los que pedaleamos
ahí vamos, aunque yo
también me tragué una mosca
por cantar.

 

Teoría de la Estructura Química

El benceno tiene aroma dulce y sabor ligeramente amargo
como la excitación por algo que comienza, el benceno
se evapora en el tiempo que dura una canción pop
o dos.
En el estado federado de Hesse soy capaz de ver las imágenes
espectaculares que forman las moléculas de hidrocarburos
mientras bebía mi gasolina bajo la bola de espejos
para charlar te pregunté: “¿Sabías que el benceno
está presente en el humo del cigarrillo que fumás?”
Fuimos benceno cuando bailamos, formé
un hexágono con mis átomos de carbono
nos enlazamos con tu hidrógeno
en los vértices de la rave eurotrash
exudamos la dulzura inflamable
hasta que el punto de ebullición
no fue tan alto, igual se evaporó
como si nunca hubiera habido nada.
“Me resulta realmente asombrosa la capacidad
de los átomos de carbono para enlazarse tan fácil”
comentaste mientras volvías a la barra, no escuchaste
cuando dije que soy Stéphanie porque el benceno
todavía era muy difícil de determinar.
Vas a soñar con nosotros, la forma cíclica del benceno
se te va a aparecer, Kekulé, los átomos ya están danzando
enroscados como serpientes, una agarra su propia cola
se retuerce burlonamente ante tus ojos
herido como por un rayo te despertás.
Descubriste la estructura.
Ahora respiramos benceno, eso nos causa somnolencia
mareo, cierta aceleración en los latidos de los corazones
bailamos algo intoxicados porque somos el orden de enlace
entre todos los átomos de una molécula que aunque parecía
primero esquiva, después aterradora, en la práctica existe
y mientras dura no está nada mal.

 

Un millón quinientos sesenta y cinco mil
kilómetros cuadrados de encierro

En Mongolia no hay acceso al mar
si hubiera no lo encontraríamos
todo es lejos, siempre hay donde viajar
el desierto no termina, el sistema de castas sí
llegó a un fin aunque duró demasiado
disolvió las tribus y ahora somos
solo individuos
durante 80 años nos sacamos los apellidos
como zapatos incómodos
fuimos nombres descalzos
no hubo que hacer esfuerzos
para llamarnos.
Comenzamos a nombrar a los bebés
con sustantivos o adjetivos
siempre implican fuerza, belleza
ahí vienen Héroe y Rayo de Sol
todo era demasiado hermoso, épico
así que hubo que identificarnos
exigieron que usemos apellidos
como somos guerreros místicos
muchos eligieron Sansar.
Significa Cosmos.
Estamos atrapados pero seguimos inmensos
yo soy Química Orgánica busco a alguien
cuyas iniciales son CC
Cierta Certeza.
Esto está lleno de espacios vacíos
hay estepas, montañas, arena
el 30 por ciento de la población
aun es nómade y yo me quedo quieta
contemplo todo desde mi ventana
la llanura me devuelve la mirada
estoy segura de que dice algo,
pero no entiendo nada.

 

Se hace real

De Israel tengo una foto mental infantil
kibutz, campos de naranjas, playas.
La información actual muestra
un país bendecido con tres mares
y sin mística previa. No es cool
la gente se mata en una franja
aunque queda lejos no resulta exótico
lo indigno, lo resbaladizo.
El agua da sensación de bienestar
los que pasan sus días cerca saben
encontrar la calma aunque alrededor
suceda algo grave, territorial.
Si los destinos de viaje fueran paredes empapeladas
levantaría la capa decadente que hace rato cubre todo
busco la esquina descascarada, arranco la primera vista
asesinatos, muertes absurdas, prejuicios, injusticias
cuesta desgarrarlo solo con las uñas
sigo hasta que los dedos me sangran.
Un pibe dijo que vio a una chica en bikini
con una escopeta cruzada en la espalda
siendo hermosa y peligrosa en un parador
otros aseguraron hace poco que cayó un objeto
volador no identificado cerca del mar
los diarios publicaron un alerta:
en las playas de Tel Aviv
encontraron tres barriles bomba
entre 15 y 20 kilos de explosivos
descansaban sobre la costa.
Levanto ese tapizado porque abajo hay cierta calidez
una magia que empezó cuando aprendí a decir
mariposas en hebreo es parparim
la palabra simula el parpadeo de alas
pestañeo al repetirla y abro los ojos
en casa los cierro los vuelvo a abrir
veo la ciudad playera con misiles
teledirigidos como barriletes en el horizonte
mientras abajo estamos en lo incierto
sobre un suelo que se hace cielo
y ahí cerca sigue el mar.

 


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