Julia Sarachu

Ciudad futurista

 

“¡Oh tú que vienes a la mansión del dolor, -me gritó el guardia de tránsito en 13 y 32, portero de la ciudad futurista–; mira cómo entras y de quién te fías, no te engañe lo espacioso de la entrada!»

 

Doctor Cronos

Mientras estaba bajo su protección pensé:
una mujer que mata a su hijo es el hundimiento en el agua;
pero cuando Dios dejó actuar a Satanás sobre mí
desatando las cuerdas duras del infortunio,
no fui como Job,
que soportó estoicamente su destino.
Más bien como Pedro
que negó a Jesús tres veces,
o Platón,
que quiso manejar la naturaleza
revelándose
a su esencial entropía.
Ahora pienso como el hada noble
que la que da a luz mata,
me retraigo en mis pasos
y vuelvo a las profundidades de la caverna.

Sucedió un día en la ciudad futurista
donde el Doctor Cronos,
delegado del poder del Emperador
vive y reina sobre los cuerpos de las mujeres de los hombres.
La potencia de los nudos de tierra y árboles
desborda centrífuga
hacia las arterias diagonales que los interconectan
sobre el plano de la ciudad futurista.
Fluye estable dentro de los límites
configurando la forma del cuadrado irriga
vida
a través de la estructura idealizante del árbol sefirótico.
Los transeúntes levantan la cabeza desde cualquier lugar equidistante
para captar la señal que envía
la construcción gótica central del poder jerárquico absoluto.
Allí el Doctor Cronos controla estrictamente la procreación:

“A mí me hizo mujer con hormonas,
y una pequeña incisión quirúrgica”
“Yo di a luz a los 50”
“A mí me inseminó del espíritu y fui madre sin contacto de hombre”
“Gracias a su intervención pude decidir no tener un hijo de ese demente a los 15,
estudié abogacía
y ahora soy diputada”
“Nosotros pudimos al fin tener el bebé tan deseado,
aunque lamentablemente tiene algunas fallas genéticas”.

Ejecuta la serie programada de alumbramientos y muertes,
pues conoce la ciencia del análisis,
que permite predecir para evitar
las consecuencias de los errores humanos.
Atractivo, moderno, chic, hace fierros,
usa pantalón a cuadros y la chomba
con la marca del lagarto.
Él es quien
administra las drogas.
Tiene el respeto de la sociedad de los deambulantes transeúntes
y una importante cuenta bancaria.
Ahora es mi turno
chillan las chicharras bajo el sol rojo incandescente
me revuelvo en la cama como un gusano
escucho por la ventana a mi hijo jugando en la pileta con Gusti y mi hermano
anoche introduje el primer comprimido
y esta mañana el segundo
chillan las chicharras bajo el sol rojo incandescente
me revuelvo como un gusano por los retorcijones
splash chicharras los retorcijones son más fuertes
me revuelvo como un gusano
se está desprendiendo
chicharras splash
se está desprendiendo para bien de todos
me revuelvo como un gusano
las contracciones aumentan
se desprende
para bien de todos.
Chicharras
ahora el dolor es insoportable
vamos vamos
amados míos
llevemos este cuerpo raquítico
a través de la ciudad futurista
para ser depositado
finalmente
sobre las manos limpias
del Doctor Cronos.

¿Y si lo retuviera,
si lo hubiese retenido?
Si hubiera tenido exceso de grasas
si tuviera rollos podría retenerlo entre mis carnes,
lo criaría en secreto
y cuando sea grande
quizás hubiera podido revelarse
eliminando al Doctor Cronos
podría ser el creador
de un nuevo e igualmente horripilante
orden establecido.

 

La casa

De la superposición de tres planos surge
la casa en la calle 13
de la ciudad futurista.
En la plataforma central ríe y juega,
corre y llora
el hombre niño.
Una zona de seborrea en expansión
sobre el cuero cabelludo de su cabeza
es síntoma inequívoco
de una incipiente afección hepática.
Asciende la escalera principal que comunica con la plataforma superior
donde descansa en tinieblas
el hombre adulto raquítico.
Solo respira,
con la boca entreabierta.
Chirrían las interferencias de la radio encendida
en la cabecera derecha de la cama.
Al hombre adulto inmóvil
le han introducido un sten de plástico
en el conducto biliar atrofiado
para drenar la obstrucción.
Tapado con la frazada hasta la barbilla
posición de reposo
atravesado rítmicamente
por chuchos de frío espasmódicos.
Abajo al fondo
detrás de la plataforma central del hombre niño,
el anciano permanece
hasta cien años
en silla de ruedas.
La vesícula biliar de la voluntad
ya ha sido extirpada
en el tiempo indicado
según el plan de salud
de la ciudad futurista.
Las mujeres de los hombres son
en primer lugar
la madre-hija-abuela
que cocina
y asiste a los enfermos.
Administra las dosis,
sostiene
los recipientes de defecación
y a veces también crea
ilusiones teatrales para el hombre niño.
La hija-hermana-madre tiene fuerza
para trabajar en el mundo,
maneja
el dinero de la casa,
baña al hombre niño y lo lleva
a los centros de inserción social programada.
Ella oficia
de única conexión
con el exterior de la casa
en la ciudad futurista.
Por último la empleada universal de todos,
su deber es
limpiar y controlar
que cada ínfima iniciativa de movimiento del anciano
sea inmediatamente reprimida.
Como ya hemos dicho antes,
los cuerpos que vehiculizan
la voluntad de las mujeres de los hombres
son a su vez gobernados
por el Doctor Cronos,
delegado del poder del Emperador
en la ciudad futurista.
Ahora la mujer hija-madre-hermana
ensaya
su parodia de comunicación:

 

Parodia de comunicación

Había un cuenco transparente
con un agua purísima,
en un espacio sin soles ni lunas
sin la alternancia de los días y las horas.
Vertió en él su dolor.
¡Y vea!, fueron gotas de mercurio suspendidas
pulsando, aceitosas;
cuando lo vieron
los demás lloraron,
pero no se conmovió la transparencia del agua.
No fue suficiente.
Era necesario borrar la superficie liminar para que las lágrimas huyeran.
Era imposible
había recubierto su madriguera con cristales.
Siempre la sonrisa te crece
como una muerte lenta y sin obstáculos.

 

El viejo

Un hombre viejo, muy viejo,
tanto que casi
olvidó su nombre,
recibe el sol a través de la ventana
en la ciudad futurista.

El doctor Cronos y sus secuaces le extirparon
la tapa del cráneo
sin embargo
su cerebro intacto asegura
que aunque viene de las montañas
a veinte mil kilómetros
es más patriota que vos y que yo
porque trabajó 40 años
por el progreso
en la fábrica de carne
de la ciudad futurista.

Es un anciano venerable
gemelo sobreviviente
de la guerra de las naciones.
El hombre europeo convertido
de cristiano a comunista
de campesino a mecánico
ciego retiene en sí
las marchas forzadas en la nieve
y la mímica automática
de los himnos no pronunciados
a los gloriosos delirios
del tirano loco extranjero.

Un viejo honorable
centavo tras centavo
día por día
ladrillo sobre ladrillo
construyó la casa grande
en la calle 13 de la ciudad futurista,
muere y no quiere morir
sufre,
no quiere llevar el sufrimiento hasta el final,
retiene el aliento
como retuvo el esperma
durante tantos años
para no tener
más de un hijo
quiere
conservar la naturaleza
quiere
contener la existencia
del hijo
del nieto
del bisnieto
del tataranieto
de su raza
que en él late
como la última llama de una vela
el último suspiro
del concepto de nación que se extingue
oculto en una casa
de la ciudad futurista;
cae la máscara del estado
que a partir de ahora será
la cáscara que lleva
un embrión no fecundado,
la estructura del invernáculo
donde nos criarán
genéticamente híbridos
el Doctor Cronos y sus secuaces
delegados del poder del Emperador
con químicos y alimento balanceado
durante mil quinientos años
en la ciudad futurista.

 

Ahora les voy a presentar algunos otros habitantes de la ciudad futurista:

Tetsuo

El príncipe de lo multiforme
expira luces y colores
en el instante previo a la explosión.
No imagina Tetsuo
que sus manos tranquilizan
la ondulante incertidumbre de los planetas.
No imagina Tetsuo
Que el laberinto digital de sus pulgares
resuelve el misterio del tiempo.
Del viento.
No imagina
la insignificancia de la capa y el cetro;
no imagina el origen de su poder-hacer.
No imagina que el hombre lo observa
y sólo ve,
los dramáticos vaivenes de su anatomía.

 

El DJ

Yo les ofrezco esta música
que no es
totalmente mía
pero la combino para ustedes
para sacar
de todos lo mismo
duplicación fantasmal de las pasiones de cada
individuo;
y a la vez los contengo,
porque se identifican conmigo
siento, que comando mi dirección,
en esta ficción ideal
soy
el amo de mis acciones.
Acá la masa es aprehensible como grupo,
alcanzo a recibir una impresión indiferenciada
de la conciencia grupal,
y en base a esa sensación produzco
las variaciones que los movilizan;
y este mutuo reconocimiento es
para mí el placer más grande, un alivio
cuando veo en sus cuerpos la proyección de la música.
Acciono
el brazo mecánico
el caballo
la batuta
el martillo
establece el ritmo para llevarlos al trance,
y que permanezcan en él
cascabel
la púa sigue las huellas circulares grabadas
en el indestructible
plástico
infinita búsqueda de lo inorgánico.
Pero la imagen que recibo
nunca es exactamente igual a lo que espero,
siempre quiero más, pretendo…
la unificación.

 

Transeúnte

Sólo cadencia y ritmo
paisajes cubiertos de autopistas
y veinte muertos por día
gente-remolino
ávida pero sin deseos
frente al kiosco un chico pide
algo… Y despúes otra cosa,
globo globo
a través del lejano oeste
del cercano oriente
yo soy el otro y el otro es yo
hasta que leo: ‘neumáticos, alineación y balanceo’
y el río no sale de madre
y el árbol sigue creciendo
debo encontrar primero
la armonía de mi propio movimiento.

 

* Nota de la autora.
La advertencia inicial del texto es una cita transformada del Infierno de Dante, que ya había utilizado (sin modificación) como apertura del libro Transformaciones (2004). Los poemas «Doctor Cronos», «La casa» y «El viejo» son nuevos. El poema «Parodia de comunicación» pertenece a la novela Cuatro ojos ven más que dos, publicada en 2005. Los poemas «Tetsuo» y «Transeúnte» fueron publicados en el libro Transformaciones (2004) y «El DJ» forma parte de la novela Muñequitas rusas (2009). Los poemas nuevos fueron escritos bajo la influencia de algunos acontecimientos sufridos entre julio 2013 y marzo 2014, apenas regresé a vivir a la ciudad de La Plata después de 18 años de vivir en Buenos Aires. Mi relación con la ciudad en la que nací es conflictiva. Cuando terminé el secundario abandoné la ciudad y conseguí trabajo en Buenos Aires en busca del ámbito intelectual que no pude encontrar en La Plata para el desarrollo de mis inclinaciones literarias y artísticas. Signada quizás por su origen racionalista, o tal vez como consecuencia de su escaso desarrollo industrial y comercial, y por haberse situado allí la administración de la provincia más poblada y productiva de la Argentina, propiciando de ese modo que la mayor parte de su población se ocupe en empleos públicos. Tal vez porque albergó históricamente a millones de estudiantes provenientes del interior del país, que con sus costumbres y puntos de vista modelaron su cultura. No sé por qué, pero La Plata siempre me ha parecido una ciudad muy conservadora. Frente a una Buenos Aires caótica y cosmopolita, que acepta y transforma magistralmente en propio el cóctel de la diversidad más grande imaginable, La Plata permanece casi inmutable, ordenada, limpia, pura. Crece en habitantes, se extiende más allá de sus bordes y se van llenando todos los espacios suburbanos vacíos, pero la estructura urbana casi no presenta modificaciones. Desde la edificación, el pensamiento de la gente y hasta la moda, que es por definición lo más cambiante, parecen conservados en formol, preservados de la influencia arrolladora del tiempo. Es sin embargo una ciudad siempre rica culturalmente, de la que han surgido artistas muy originales, que crearon nuevas tendencias a nivel nacional. La realidad es que a mí se me hace difícil cazarle la onda; en Buenos Aires desde que llegué me sentí como en mi casa, toda me sale de una, pero acá, en La Plata, desde donde escribo hoy este texto, siempre se me complican las cosas. Me ocurren tragedias, la paso mal, como si los tropiezos fueran el resultado de un desacoplamiento respecto de la energía que fluye y rige en este lugar. Jamás pensé que volvería a vivir aquí hasta 2010, cuando nació mi hijo Amancio. En ese momento Buenos Aires me empezó a resultar un poco hostil porque es una masa de cemento sin respiro, y comencé a idear primero, y luego planear el regreso a mi ciudad de origen, más verde y calma. En 2013 me mudé e inauguré mi regreso con una tragedia personal que es el disparador de estos poemas.

 


Julia Sarachu (La Plata, 1976)

Poeta, traductora y editora, Licenciada en Letras de la UBA. Entre 2003 y 2013 fundó y dirigió Ediciones Gog y Magog junto a Laura Lobov, Miguel Ángel Petrecca y Vanina Colagiovanni, con más de cien títulos publicados de poesía contemporánea, novelas y traducciones. Desde 2009 se desempeña como docente en escuelas secundarias públicas de la ciudad de La Plata. Actualmente, prepara su tesis de doctorado sobre historia de la poesía eslovena. Publica textos críticos sobre poesía argentina contemporánea desde 2010 en su blog Poetas en Off. También es joyera; sus productos son comercializados en la feria de San Telmo.

Poesía
Transformaciones, Buenos Aires, Gog y Magog, 2004
Las bellezas del lobo, Buenos Aires, Gog y Magog, 2007

Narrativa
Cuatro ojos ven más que dos, Buenos Aires, Gog y Magog, 2005
Muñequitas rusas, Buenos Aires, Gog y Magog, 2009

Traducciones del esloveno
Simon Gregorcic, El imán del poeta, Buenos Aires, Gog y Magog. 2008
Alojzij Gradnik, La tierra desolada, Buenos Aires, Gog y Magog, 2009
Svetlana Makarovic, Mujer ajenjo, Buenos Aires, Gog y Magog, 2010
Edvard Kocbek, Poesía en holograma, Buenos Aires, Gog y Magog, 2011

Links
Bog de la autora. Poetas en Off
Poemas. En Poetas Siglo XXI / Festival Internacional de Poesía de Rosario
Entrevista. «Mis traducciones son parte de mi obra», por Santiago Venturini. En Bazar Americano