Lizard y otros poemas
Pablo Seguí
Buenos Aires
Barnacle
2020
Lizard
Acomoda la cucha
pacientemente a un lado
y al otro, y se reclina,
satisfecho y seguro.
Cierra los ojos pero
no las orejas ante
la noche numerosa
de crujidos a ciegas.
¿Escucha el discurrir
de mi lápiz, renglón
tras renglón que pretenden
dar cuenta de su pose?
Él sabe del metrónomo
de esta escritura en marcha.
Lo que lo tiene en vilo
no soy yo: es el umbral.
Siguiendo los pasos del maestro
Leo Petrarca, Dánae,
mientras vos en la pieza
soñás con algún íncubo
(se te escucha gemir),
y pienso que han pasado
los siglos —casi siete
desde su muerte— y sin
embargo acometemos
la misma empresa: alzar
con apenas palabras
un altar a la chica
que, jade, nos gustó,
no importa si nos quiso.
Impotencia de hacer
poemas que conforman
sólo por ser sonoros.
Acidia pharmakón
Los versos ya no alcanzan y está ronca la vida:
ha pronunciado todas las letras del insomnio.
Andan por la avenida los bultos del invierno,
medrosos y apurados como viejas cigüeñas.
(Del campanario inmóvil nada sé, y a estas horas
muy poco me dirían las palabras del ángelus.
Los frascos colocados delante de los libros
son un mejor altar, que el foquito define.)
Es una noche núbil. El paredón de enfrente
se enciende con las luces de los autos, se apaga.
Quiero estudiar la música de las cosas que caen
inevitablemente, lentísimas, azules.
La quinta
Te sabés de memoria
la forma de la casa
de tus padres. Podrías
trazar un plano pero
es en las descripciones
—la palabra, puntual
y cálida— que nace
nuevamente ese mundo
confesional, verídico.
Tu actual casa es el blanco
de sus paredes: poco
la sentís aunque estés
hora tras hora en ella;
es un río sin peces.
Ser dos
El núcleo del poema
no es el amor: soy yo.
Con los malentendidos
cotidianos, las idas
y vueltas, no parece
haber problema: somos
lo que no somos, vamos
tras algo que no está,
que no es tuyo ni mío
sino que anda a través,
y no lo vemos nunca,
no lo tenemos sino
cuando se ha ido. Como
actuar en una mala
comedia de costumbres.
El problema es que soy
uno con el papel
que me tocó: me creo
las palabras que digo,
y me arrastra la furia,
el desconcierto, cosas
para las que estoy grande
a esta altura. Temer
casi como el aliento
del nuevo día: qué
me espera ahora. Y nunca
tener dominio cierto
de las mil situaciones
que un dramaturgo absurdo
trazó para peor
zozobra y descalabro
de nuestro amor, amor.
(¿Vos andás en la misma?)
Qué vale más
“corres y corres”
Gerardo Pérez Taschetta
La pérdida de tiempo
le hace bien al poema
pero más a tu propia
vida, que corre y corre.
“Tiempo es dinero”, dicen
los que ya en nada creen.
Tiempo es la luz oculta
de lo que no se olvida.
Un hombre se volvió
a su interior. Arenas
caminó sin descanso.
Cuando hablaba, brillaba.
Perdoname, hermano
El perro te ladraba
a través de la reja.
Te pregunté qué hacías.
Vos estabas buscando
comida en la basura.
“No me rompas las bolsas
pero buscá”. Yo mismo,
peor que la basura.
Cansado te alejaste,
sin responder. No sé
qué hacer con ese cáliz,
con toda esta vergüenza.
Links
Reseñas del libro. En Hablar de Poesía / Diario Alfil