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Al fondo hay un jardín
Julián Forneiro
Buenos Aires, Patronus, 2024
Los ojos de la gente que quise
se pierden en la altura
después de subir ligero
me detengo en el valle verde
como extraviado
en un campo ajeno
vadeo arroyos fríos
el agua nieve en mi boca
como un diamante abierto
cortando mi pecho una obsidiana
es una piedra dócil y filosa el corazón
Lo imposible
el silencio de este cielo
clausurado por sonidos de autos:
un fin de semana vacío
con fuerza irremediable
las sirenas de canto agudo
me desplazan del regazo de una tarde
perfectamente anaranjada
y yo no entiendo
pero admiro la velocidad
con que las luces preciosas
me eliminan día a día
Las hojas del tilo caen
ya es época
hasta las ramas
tomaron color
nadie diga nada al respecto
nadie piense que eso
habla de uno
no resbales
con el verdín de la calle
no tropieces
por ir pensando tanto
en fin
las hojas del tilo caen
te hubiera encantado verlas
Mi madre y la democracia
los años brillantes del Estado
los vivimos en el patio de casa
pasto largo ollas oxidadas
barrio La Perla era
un gesto desinteresado
un hijo pródigo que no soy yo
su plaza misterio profundo
cayo de nácar casi florecido
así la dignidad de mi madre
permanece el fin de semana
esperando al viento frío
que arrasó años atrás
ahí donde no pude decirle
que por momentos su amor
fue mucho más que suficiente
En viaje
voy por el camino de la ribera
el entubado lleno de yuyos
tengo la remera de Coltrane
y el bolso rojo de mi padre
la peatonal amplia y desolada
me estampa contra nubes claras
así rocas y flores
bautizan el campo blanco
las personas que amé
están junto a los árboles rojos
y como yo
al empujar piedras por horas
no dicen nada