Flavia Garione

Lo que les gusta a los mercados no le gusta a mi corazón

Inéditos

Un billete explotó en mis manos
y yo me subí a ese taxi
que al final era un helicóptero
sobrevolamos la ciudad
lo que les gusta a los mercados
no le gusta a mi corazón
como las nubes de plato volador
con pequeñas criaturas
dentro.
Había creado una imagen de lo que era el campo argentino
mientras rebotaba la pelota en la pileta descascarada.
Ahora debo sujetarme a la realidad material
de la raqueta de paddle rosa fosforescente
y a la concreción
de pequeñas tareas.
Llamo a este proceso desfantasía.
Porque venden tabaco,
pero está terminantemente prohibido fumar.
Y no trabajo para obtener la verdad
trabajo para lo contrario
no trabajo en absoluto
motivada por el montaje mental
que mi cabeza prepara por las noches
me instalo cómodamente
en la posición
más estática de todas:
la contemplación.
Prendieron los ranchos trémulos
en la costa
me doy cuenta que
ahora debo nadar en las aguas del descontrol y la desdicha.
No espero nada, pero sí quiero
que alguna vez
vos me escuches leer esto.


Cuando las ventanas crujan
y el viento atraviese
las puertas de mi casa,
el cielo amenace
con romperlo todo
voy a decir:
soy mi propia seguridad.
Cuando duerma
en el descanso de la escalera
en ese caserón de los años cuarenta
de la zona oeste
y sienta verdadero terror
de que algo amenazante
irrumpa por la puerta
o salga del sótano,
soy mi propia seguridad.
Pesadillas en las que caigo
por esa escalera.
Cuando me pierda en la cordillera
y sea de noche
todas las montañas parezcan
las mismas montañas,
los perros salvajes
custodien las casas
los perros son osos
hambrientos,
soy mi propia seguridad.
Cuando el colectivo
me deje a quince cuadras
los descampados
llenos de niebla y escarcha,
partes de automóviles,
gritan con furia
las lechuzas
que nos protegen
de lo malo,
corremos agitadas
sin sentir las caras
por el frío,
en el desierto
en el que tantos mueren
y las casas de la perfección
siempre peligrosas,
soy mi propia seguridad.
Y el alivio del calor
al regresar de las calles
sanas y salvas
al hogar.


Un barrio tranquilo
gorriones, chimangos y golondrinas
en los veranos
un gran galpón abandonado
le da un aire
posindustrial
junto a un hospital
que quebró
hace no mucho
muestra sus entrañas
al caer la tarde
bandadas de palomas
dan vueltas por el edificio
en una circunferencia perfecta.
No son palomas entrenadas
ni mensajeras, ni simbólicas
no traen ninguna paz
son las palomas que comían
los restos
que arrojaba el hospital
y que ahora,
hambrientas
compiten con los chimangos
por la basura de las panaderías.
Al lado de la fábrica de pastas
abrieron otra fábrica de pastas
y eso pareciera ser
algo inquietante
si no fuera por el episodio
de la otra noche:
había tormenta
yo terminaba de ver
una serie que cuenta las intrigas
de la monarquía británica
el viento se había metido
en la casa
cuando de repente oí un golpe
se me estremeció el cuerpo
en alerta.
Lo que quiera ver impulsivamente
bajo el descontrol de la verdad
puede traerme problemas.
No toda escena quiere
espectadores.
Esperé y abrí las persianas apenas
un hombre con una bolsa negra
de supermercados Día
había roto de una piña
la puerta de la fábrica de pastas
y ahora se iba caminando
lentamente bajo la lluvia
como quien no tiene miedo
de que lo atrapen
se pierde en la tormenta
mientras las palomas descansan.


Alteraciones en la percepción
de la complejidad y la sencillez.
Una acción futura
parece:
imposible
realizable
perfectamente realizable.
Un bloque de sol
y de mar en estado polar
son indistintos porque
ahora todo me parece fácil.
Sé que ese estado
cambiará rápidamente
como el hielo derritiéndose
o los peces cambiando su color.
En el almuerzo alguien dijo
que en realidad
la evolución había sido
………………………………………….al revés
las ballenas primero tenían piernas
pero en algún momento
se hicieron parte del océano
y esas piernas desaparecieron.
Los mayas sostenían que
las personas de paja
se incineraron para subir a los árboles
antes del tiempo de los gigantes,
los dinosaurios.
Toda esta conversación
nos desconcertó
al igual que una historia
que me contaron ayer:
un amigo le prestó 1000 dólares
a un poeta chileno
y él desapareció con el dinero.
Mi amigo lo buscó
para matarlo
viajó en avión a Chile
tocó la puerta de una casa
y el hombre salió y le dijo:
te devolveré el dinero
pero primero tendrás que viajar
conmigo a Tucson, Arizona,
a la feria de minerales
más grande del mundo.
Allí venden rocas
trafican marfil,
gente que se dedica a negocios
extraños.
Quizás sea fácil
vivir historias como las de mi amigo,
entre la confusión global
y el universo
que un día explotó
y esa explosión se sigue expandiendo
digo, eso está sucediendo
ahora mismo
mientras sucede esto.


Un hotel donde solo hay parejas
heterosexuales
de mediana edad
y parejas de pájaros carpinteros
que por las tardes hacen
tuc tuc tuc.
Con la lluvia cayendo sobre el río
(cada gota es arrastrada por la corriente junto con palitos, restos de poda y animales muertos).
Incluso mi propio cuerpo es arrastrado
y no hago nada para impedirlo.
Mi cuerpo es arrastrado por la corriente
y las libélulas ¿rosadas? ¿tornasoladas? ¿rojas?
me acarician las mejillas.
Paso por un camping donde suena cuarteto
hay gente bailando y me saludan desde la orilla:
¡Hola! ¡Hola!
Paso por una cueva de pinturas rupestres
y suena el bolero de Ravel.
Una figura toca el tambor cubierto de flores
el agua dulce lava mi cabello
que pasó de ser castaño a canoso
¡No me interrumpan!
Una familia compuesta por diez integrantes
hacen una ronda y después compiten
en una carrera de canoas.
Los saludo, pero no me contestan
porque pensé que tenía la malla puesta
pero estoy desnuda.
La corriente me arroja a una cascada
y otra
y otra
y otra
tres cascadas en total.
Si me vuelvo gigante
en cinco zancadas llegaría
por este río
hasta el océano atlántico.
En cambio, me vuelvo diminuta
primero el tamaño de un pez
truena el cielo
tuc tuc tuc tuc
después me convierto en renacuajo
y cuando pienso que me seguiré
empequeñeciendo hasta desaparecer
soy cazada por uno de los pájaros
carpinteros
y antes de mi último suspiro
logro ver muy de cerca
el atardecer.


Encontramos entre sus cosas
una película 8 mm
que jamás nadie había visto,
pasó mucho tiempo
hasta que pude
reproducirla.
Un domingo a la noche
un amigo coleccionista
que tiene un ciclo de cine alemán
la pasó.
Fue minutos antes de que pasaran
Lola de Fassbinder
es la historia de una puta
que se enamora de un
funcionario público,
después de la guerra.
Bah, decir que se enamora
es querer contar la película
demasiado rápido
querer pasar por este poema
demasiado rápido,
decir que se enamora
no se ajusta
a la verdad de los hechos.
Por otro lado,
la otra película
era una publicidad del restaurante
en el que ella trabajaba
en los setenta.
En el film
podían verse una serie de platos,
carteles de neón
que decían
“Mesón español”
y “Fortín la mancha”.
No entrar en estos
detalles
es querer
pasar por acá demasiado
rápido, pasar por la vida
demasiado rápido.
También pudimos ver
al dueño del restaurante
(su amante durante mucho tiempo).
Con él engañó
a mi abuelo
hasta que lo dejó
por el otro,
como Lola.
Y del que estuvo
verdaderamente enamorada
(recorrieron el país
en una casa rodante, con una caja
de whisky en el baúl).
Ella no aparece en la película
pero cuando filman
las instalaciones de la cocina
veo su cara dos segundos,
el vestido floreado,
el rodete tirante y los ojos claros,
muy claros
parecidos a los míos
pero más claros
aunque también podría ser
cualquier otra.
Los muebles del restaurante
estuvieron mucho tiempo
en mi casa
cuando el lugar se vino a pique
durante el rodrigazo,
cerraron sus puertas
pero nos quedamos
con los fragmentos.


Era la edad media
había gatitos bebés
tan chiquitos
me daba miedo pisarlos
amarillos grises
escurridizos
estructuras de piedra
tablones de madera
botellas de vidrio verde
escalera caracol
una especie de pasillo
muy sucio con telarañas
vos decías
el nombre de un presidente
y aparecías
Frondizi Frondizi
y después Illia Illia
quizás la mente los asoció
porque los dos se llamaban
Arturo.
Y yo me sentaba en el
asiento individual
porque creía que
ir sola era más canchero
el micro iba por toda
la zona oeste: Merlo, Morón, Moreno y
Castelar.
Lugares que nunca
había pisado
desde la ventana
veía a mis compañeritos
Neri, Martín Mesa
y Danielito
que fue atrapado
por una bala de la
policía en 2006.
Martin Mesa tenía
9 años y una
mochila de los sex pistols
y yo traducía al español sexis pistolas
trataba de encajar el enunciado
con algo de la realidad
mochilas que vendían en
locuras, mochilas simples
mala calidad
que se les rompían las tiras.
Venían a la escuela
con la mochila vacía
no traían cuadernos ni libros
solo la mochila desinflada
para mí que era de su hermano
un adelantado
y los vi a los tres desde la ventanilla
ellos a mí no
Neri estaba teñido de rojo
Daniel se parecía
al cantante de Ráfaga
los tres esperando
el colectivo
y sin campera
un día de mucho frío.



Flavia Garione (Buenos Aires, 1990)

Es poeta y profesora en Letras por la Universidad Nacional de Mar del Plata. Desde 2011 organiza diversos ciclos y festivales de poesía.

Poesía
Se oyen gritos de chicas por las noches, Buenos Aires, Caleta Olivia, 2019
Lumpenproletariado, Buenos Aires, Triana, 2019
Mi mente es como dj malo, Rosario, Neutrinos, 2013
Museo local, Sacate el saquito, 2012

Links
Poemas. En Flor de Ave / Low-Fi Ardentía
Video. Lectura: «Amigos que dejé de ver», en El Poema de la Semana