Flor cineraria
Carina Sedevich
Capilla del Monte
detodoslosmares
2019
Fulgura la saliva de los diablos
Y quiero que el rayo de una estrella bese mis ojos
como besan los hermosos ojos de los venados.
Velimir Jlébnikov
Una túnica de monje te preserva
en la montaña Wu Dang,
donde tus manos refulgen.
Tu cuerpo se reclina frente al agua
en quince formas de felicidad.
Siento pudor de que me hayas tocado.
Sólo el humo de la pira
es más ágil que tus manos.
*
En el camino hacia las termas
se nos aparecen criaturas.
El cielo puro, azulejado,
se encastra sobre la tarde rápida.
Se abre la arcilla de los montes
en grietas que corren como sierpes.
El vacío puede completarse.
Tenemos feraces pensamientos.
*
Fulgura la saliva de los diablos.
Bajo la helada, el sol y los cardales
se abren en tu campo abandonado.
Es impropio acordarse de los muertos.
Pienso sólo en la tierra que te vio.
*
Ya es invierno y la flor del samohú
se condensa en sus ramas todavía.
Entre las comisuras de mi boca
penetra aire calado por el fuego
*
Tu saliva se disuelve como una hostia en la mía.
El silencio orante, acontecido,
es menos real que la memoria.
Nada. Una efusión de pájaros en la tarde fría.
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Más datos y textos de la autora en op.cit. «Los árboles de Klimt» / «Linternas»
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