Frank O’Hara: Naranjas y sardinas. Versión: Eleonora González Capria

Naranjas y sardinas, de Frank O’Hara, Buenos aires, Zindo y Gafuri, 2019
Edición bilingüe; traducción, selección y postfacio: Eleonora González Capria

Selección para op.cit.: Eleonora González Capria


Viaje

A veces sé que te amo más
que a todo el resto que beso suena

raro pero es verdad y no saltaría
tan rápido de un tipo al otro si

no hubieras derribado a todos como
bolos cuando pasaste rugiendo por mi cama

yo trato todo el tiempo de adelantarme para
alcanzarte en la próxima estación o señal

de parada pero sos caprichoso con el
horario y siempre te vas volando justo

cuando me asomo desde el taxi
y con mi aliento busco alcanzar tu nuca


Una imagen de Leda

El cine es cruel
como un milagro. Nos
sentamos en la sala
a oscuras sin pedirle nada
al espacio vacío
y blanco salvo
que permanezca puro. Y
de golpe a pesar nuestro
se ennegrece. No es por
la mano que sostiene
la pluma. No hay ningún
mensaje. Aparecemos nos-
otros mismos desnudos
a la orilla del río,
con los brazos abiertos mientras
la máquina se acerca
al vuelo. ¡Damos gritos
cuchicheamos saltamos y
nos lavamos el pelo! ¿Es
nuestra la súplica
o el deseo de que
suceda? Ay, ¿qué es
esta luz que
nos domina? Los
miembros se nos aceleran
hasta dar vergüenza bajo
este ojo blanco ¡como
si en serio fuera
placentero amar
una sombra y a-
cariciar un disfraz!


Frases para las galletas de la fortuna (selección)

Me parecés genial y a todos los demás también.

Conocerás a un hombre alto y rubio, pero no te dirá ni hola.

Harás un viaje largo y serás muy feliz, aunque en soledad.

Escribirás una gran obra de teatro y estará en cartel durante tres funciones.

Calmate un poco: uno de tus famosos tics será tu perdición.

Tu primer libro de poesía se publicará apenas lo termines de escribir.

Deberías vestirte de blanco más seguido, te queda bien.

La próxima persona que te hable te hará una propuesta muy misteriosa.

Hay muchas personas en esta habitación que quieren ser como vos.

Comés carne. ¿Por qué comés carne?


Octubre

Se terminó el verano,
ese momento de ceguera
en una carretilla soleada
que en las dunas sufre
de una profunda melancolía
por los titulares de guerra
y los rencores personales.

Tranquilo el tedio espera
que el helado consuelo del invierno
y la época cortante de las galas
se adueñen de mis nervios,
y por la rabia que me causa
el brusco paso del tiempo lucho
contra el futuro, amigo mío.

¿Hay acaso en algún lugar
de este cielo lavanda,
aparte de la sede de la ONU,
donde soy muy chiquito
y coqueteé con el amor,
un fragmento del mismo paraíso
que vemos al firmar tratados
o planear radios clandestinas?

Cuando doblo las sábanas
hay nenes que se ponen a gritar
por las ventanas. Sobre la mesita
quedaron rotos mis anteojos.
Y de noche una tregua
con Irán o Corea parece asegurada
mientras tanto un violento a mí me mata
a golpes en algún cuarto del fondo.


Del “Postfacio personal”

“Francis Russell O’Hara nació el 27 de marzo de 1926, bajo el signo de Aries, en Baltimore, Maryland. Y, sin embargo, hay muchos poemas en los que afirma haber nacido el 27 de junio, bajo el signo de Cáncer. No es exactamente un error y tampoco una mentira. La partida de nacimiento, encontrada 25 años después de su muerte, revela la fecha auténtica que ni el propio Frank conocía y que sus padres, católicos conservadores de ascendencia irlandesa, fabricaron para encubrir un embarazo prematrimonial.

La fisura de la ficción aparece así, sin querer, en los poemas de O’Hara. Toda una vida vivida con una autopercepción desplazada, sufriendo los defectos de un canceriano por convicción: ‘Ya es el 27 / del mes (…) / un Cangrejo / que es símbolo de inestabilidad, receptividad, sensibilidad / todas las ilidades como un clavicordio / de firmeza interior nada más” (“Poem (NowIt’s the 27th)”).

Tratándose de la poesía de O’Hara, que parece fundarse en un gesto de retorno a lo íntimo, me conmueve pensar en qué medida incluso los poemas más personales están atravesados por los relatos que recibimos sobre nosotros mismos, cuánto de nuestra personalidad es en realidad ajena. John Ashbery, en la introducción a The Collected Poems of Frank O’Hara (1971), ese volumen póstumo de casi 600 páginas, describe la poesía de Frank así: casi exclusivamente autobiográfica, pero desprovista de confesiones y aspiraciones de sublimación o catarsis.

Es cierto que en esta poesía no hay confesionalismo. Y a O’Hara, tan predispuesto a declarar sus amores y odios literarios (hasta en los textos, como en “Personal Poem”), no le simpatizaban Robert Lowell y sus acólitos. Ashbery piensa ante todo en los poemas de O’Hara como productos del proceso y la experiencia. Son crónicas, dice él, del acto creativo que los produce. Como si lo que leyéramos y viéramos en sus poemas sobre el amor, los almuerzos, los amigos, la ciudad y todos los otros temas ínfimos y gigantescos fuera el making-of, el documental que es a la vez y en sí mismo una obra.

[…]

En un mundo de correlatos objetivos y citas eruditas, donde los libros dialogan con otros libros, y adquieren sentido a través de intertextualidades por detectar y reconstruir, O’Hara propone un poema entre dos personas. No presupone un interlocutor universal o atemporal, ni la extinción continua del poeta en la poesía. No, el interlocutor y el mundo de O’Hara son otros: una poesía anclada en el presente que no está abstraída de su contexto y sus coordenadas, escrita sobre y para interlocutores de carne y hueso, presentes en avalanchas de alusiones extratextuales, de nombres propios y dedicatorias, que es voz y quiere transportarse en el tiempo y el espacio con la rapidez y naturalidad de una llamada telefónica. La universalidad, si existe, es por oposición. El poeta no se remueve a sí mismo del poema, al revés, se instala allí y por eso el poema es universal, o puede alcanzar la máxima abstracción. En el manifiesto que O’Hara dice haber escrito en broma, está reelaborada la teoría de la impersonalidad de Eliot. Al fin y al cabo, no es que no haya referencias literarias en la obra de O’Hara. Lo cierto es que hay muchas, pero esa no es la materia principal del poema. La materia es otra: la vida y las personas que forman parte de ella, lo que del arte se ha hecho propio, los espacios transitados, como una fiesta llena de amigos”.



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Reseña. En Solo Tempestad
Poemas del autor. En Se lo dico non lo faccio… / Eterna Cadencia