Pangea. Movimientos térmicos 22/23
AA.VV.
Buenos Aires, Caleta Olivia, 2023
MARINA ARIAS/ CHAPI BARRESI/ FLORENCIA BOSSIÉ/ ANA CARROZZO/ FLORENCIA DIPAOLO/ PABLO JUAREZ/ AIMÉ LESCANO/ MATÍAS KEKES LÓPEZ/ RODRIGO MARTÍNEZ OLIVARES/ MARTÍN MASSA/ PALOMA PALTRINIERIA/ CHELI PANZA/ MARTÍN RIMBRETAUD/ MARIANELA SICCARDI/ MARÍA JULIA TUR/ LUCÍA UNCAL/ FLORENCIA URRUTY/ FLORENCIA VALDIVIEZO/ MARIANA VENEZIANO/ SABRINA WEINGART
Los textos que componen esta selección forman parte de exploraciones realizadas en El Golpe de Horno durante el último año. La idea de este libro surge de las ganas de compartir algunas de las búsquedas que conviven en nuestro espacio, que cada año vuelve a preguntarse cómo cuidar y estimular la libertad creativa, ese supercontinente que exploramos juntxs mientras vamos hacia la voz que tiene la medida exacta de lo que queremos decir.
Celeste Diéguez Enero 2023
Marina Arias
En lo de Chechu había un cuadrito de cerámica
con aquella frase de más temprano que tarde
las alamedas y el hombre libre
con una S y una A por toda firma.
Yo no sabía que la había dicho Salvador Allende
en ese último discurso por la radio
antes de pegarse el tiro en La Moneda
ni siquiera sabía bien quién era Allende
me lo confundía con Alende, el Bisonte, un viejo de bigotes
que mi hermana había votado para presidente en el 83.
Los tres ambientes diminutos de la casa de Chechu
estaban llenos
de adornitos precolombinos y mantas peruanas.
La madre era psicóloga en el hospital provincial
laburaba en el gabinete de dos escuelas y además
atendía en un consultorio que alquilaba por hora.
Llegaba de noche, tiraba sobre la mesa
las llaves del auto casi fundido
dos atados de los Derby que fumaba
y se ponía a preparar algo para cenar.
El hermano de Chechu trabajaba en una cuadrilla
de la telefónica recién privatizada.
Tenía que subir a los postes, no sé bien cuál era su tarea
pero desde ahí, él podía llamar gratis a cualquier lado
y eso era muy importante porque el teléfono de Chechu
tenía un candadito en el disco
que había puesto la madre
harta de llamadas adolescentes de chicle
sobre pibes que conocíamos los sábados
y que nunca volvíamos a ver.
Igual Chechu aprendió a marcar los números
pulsando la horquilla a un ritmo parejo
se concentraba como una experta en código morse
y casi siempre lo lograba.
Entonces la madre denunció a la compañía
en defensa del consumidor
que por suerte y como siempre no hizo nada.
FLORENCIA BOSSIÉ
Él siempre se reía, era muy chistoso, tenía buen humor, tocaba un poco la guitarra pero desafinaba bastante el pobre, como si el secreto fuera un bloque, no puedo hacharlo, quebrarlo, ablandarlo, no puedo, el acceso barroso, cómo coleábamos en el Chevrolet, yo ya estaba acostumbrada, siempre llovía antes de viajar, era bajito, bien tano, no muy lindo pero simpático, el Tito camina igual, da impresión verlo, él quería ser actor, la conoció a Nacha Guevara y también a Lito Cruz, pero la altura le jugaba en contra, pobre, no daba bien en cámara, le dijeron, tropiezo, el afuera es una silueta que imagino, tolvas, galpones, acoplados, el cartel amarillo con letras negras de Cargil, el sonsonete del cereal que se almacena en los silos esperando el precio más alto, un día se vistió todo de negro, camisa negra, pantalón negro, corbata blanca, parecés de la mafia le dije, él siempre se reía, los chanchos gritan como bebés, el monte es un rectángulo bordeado por la cuneta y el camino de gramillas, tosco, duro, reseco, los árboles de la plaza mutilados para evitar que se vayan en vicio, pintados de blanco por eso de las hormigas, sábanas heladas, húmedas, a mi cuerpo le lleva tiempo calentar el espacio donde se apoya, los límites del frío me obligan a quedarme quieta, Mariano Grondona habla en la tele, el griego, el latín, los gestos de las manos, cuando naciste vino a conocerte, toda la noche se escucharon bombas, apurado se escondía, dónde estabas flaca que no me atendías, dijo que tu boquita era de corazón y corrió, esa fue la última vez que lo vi, el cuento se repite sin cambios como las fotos en el proyector de diapositivas los días de lluvia, las imágenes tienen límites y son siempre las mismas, en la pampa no hay reparo y falta altura, me esfuerzo en arrancar las palabras, hay cosas que quedan flotando, suspendidas quién sabe dónde, tal vez exista el limbo, por más que busquemos nunca vamos a encontrar el espacio que lo sostenga y lo abrigue, ya no tengo quién quiera responder a todo lo que no sé, buscar la conversación, el signo, el dato, para encontrar tengo que irme, moverme, ser otra distinta a esta biografía que me armaron, agujerear para que el paisaje no me asimile, para dejar de apilar olvido, irme para que algún día lleguen las palabras al hueco de sombra que es el silencio de la que no tiene nada para decir.
No recuerdo cuándo aprendí a encender la hornalla. A Hilario ya le enseñé. Me pide que la casa nueva no tenga escaleras y que sea más chiquita. Que no tenga espacios de oscuridad. A veces pienso que dice esas cosas para hacerme todo más fácil ¿Las cuerdas vocales son literalmente cuerdas? pregunta apenas se despierta. Tiene una mancha de nacimiento en la pierna derecha, casi en el tobillo. Yo le veo forma de oso. Él también, pero su oso es diferente al mío. Alicia dice que es la misma manchita que tenía el tío Carlitos, el que buscamos. Ya no lo puedo comprobar pero le voy a creer. Los mitos familiares necesitan algo de fe.
Hace poco leí que el lugar donde vivimos nos configura la personalidad. Me da miedo no saber quién voy a ser en ese espacio nuevo. Tengo que decidir entre dos casas. Cuando por fin elijo le pregunto al i ching. Casa de calle 30: hexagrama 56. El andariego. No es propicio detenerse. Casa de calle 6: hexagrama 52. El aquietamiento. Lo que queda detenido es luminoso. Tiempo de frenar.
Pienso en cómo identificar cada caja. Las categorías arman series y subseries como en el cuadro de clasificación de un archivo: Libros comedor. Libros living. Biblioteca Hilario. Censura. Las pongo en pilas sobre la mesa blanca de 1 metro x 1 metro que compré usada. Me gusta que la casa nueva tenga muchos lugares de guardado. Puertitas en altura arman algo parecido al altillo con el que soñé. Solamente yo sé qué hay en los escondites disimulados. Voy a comprar esa escalera liviana de aluminio que vi en la ferretería del barrio nuevo. Me alivia no tener que desprenderme de las cosas que nunca miro pero necesito cerca.
PABLO JUAREZ
Migueletes
A la física
no hay con qué darle
si tirás mucho de la cuerda
se corta y caés al piso
saltar es distinto
la soga, así como sube, baja
el riesgo es enredarse.
En un conflicto gremial
cinchás y rebotás al mismo tiempo
la bronca sirve como impulso
pero si es un espasmo
te quedás sin aire.
Pelear por los derechos
es empezar a ejercerlos.
Estar organizados
es asumir el miedo colectivamente;
ponerle un límite.
Hay que acordarse siempre
del más malo de la cuadra.
La lluvia antes de las asambleas
es una bendición
así decía el Pastor, mi compañero
un sociólogo jipi
que antes de entrar al laburo
paseaba perros por Munro
y yo no sé por qué
pero si llueve, los funcio
te llaman para negociar.
Cuando suena el teléfono
quien piense listo ganamos
se equivoca
ellos tiran mil trampas
si hasta cuando ganás se la rebuscan
para hacerte creer que perdiste.
Levantar despidos
es una pelea de fondo
los tiburones huelen la sangre
si pasa esa, pasan todas.
Cuando el combate es largo
los boxeadores
tardan en defender el título
hay que ir poniendo hielo
no caer en provocaciones
y juntar fuerzas
para la próxima.
Los trabajadores en conflicto
recreamos la posibilidad de lo justo
muchos juegan a voltearnos
tal vez por eso, afuera
ser gerente está bien visto
y ser delegado
tiene mala prensa.
Lo siguiente de caer
es levantarse
lo que nos define
es lo que sostenemos
cuando estamos en el piso.
RODRIGO MARTÍNEZ OLIVARES
Quizás la muerte es una machi hermosa
a orillas del rio Aconcagua con una vasija
reflejo de la vía láctea tornasol
al encuentro del viajero que se sumerge
en sus brazos para liberarse en un polvo cósmico
adherido a las hebras del tiempo;
o será eterna como los surcos en la tierra
dibujados por los ancestros que lo reciben y despiden
propagación de la onda satelital
que transita el universo completo
donde cada estrella es un recuerdo amado.
Aquí queda encendida tu llama danzarina;
mi hija esta noche juega con su unicornio
que lleva los mágicos colores del arcoíris
la veo cabalgar con su hermano
sobre enormes acantilados rosados
futuros cometas navegando
por universos de colores
gráfica hipnótica de alta frecuencia
que despierta a todos
los que hemos crecido,
el gato sube la escalera
hacia algo más que arriba
hacia algo más que el sol,
cuando anochece
acurrucado entre las piernas de mi esposa
sus manchas blancas y negras
toman una pausa para descansar
igual que yo, igual que ella
que de niña dibujó un plano
de la bóveda del juguetero
y hoy se columpia entre mis brazos
soplete dorado que funde el cobre con la plata
somos parte de una sinfonía
aglutinamiento espeso
donde el límite se desvanece
en la liquidez.
La misma luz
que vieron los selknam
uno a cada lado del reflejo
danza de números astrales
que vibran en torno a una ecuación milenaria
siluetas de piel confinando
la composición geométrica de sus cuerpos
un cuadro contemporáneo
que marca con brocha la ruta blanca
que conduce a los ancestros
espíritus guerreros del sur
que emergen desde la tierra
enalteciendo las pequeñas cosas
la capa de lluvia sobre las alas de la chinita
la luz de la brisa fresca en la mirada del chucao
el tizne del volcán Calbuco dormido
el tábano rondando al caminante
gatos bebés mordiendo lagartijas
hojas vagabundas por las carreteras aéreas
que dejan un vacío cuando suspiran
la flor de la vida que renueva su mirada
en cada solsticio de invierno
luz nocturna líquida
despliega sus enormes alas
sobre los insectos, las piedras con ojos antiguos
las mariposas nocturnas volátiles
el musgo pegado en mis dedos.
Sin embargo, de día
cuando las máquinas futuristas
cercenan la hoja tardía
los árboles reclaman su centro
el viento cae a pedazos
sobre los niños
que llenan su boca de cemento
mirando los peces binarios
que nadan bajo el río digital
y emiten desde sus corazones de vidrio templado
ondas diminutas y chirriantes
en busca de una respuesta
hoja que vuele en el viento del espacio
y devuelva en la ficción de un holograma olvidado
la fragancia barata de la solera
donde la caserita de Placilla
prepara una cazuela de vacuno
que me trae la sonrisa de mi abuelo comiendo sandía con harina
las noches estrelladas de verano en Canela Alta
y el olor de las cabras.
LUCÍA UNCAL
1
Al futuro deseado se interpuso un eterno presente
una interminable lista de libros por leer
una pila de trabajo atrasado por hacer
deseos nunca imaginados
para distraerse de esta línea de tiempo paralela
que nos aleja de los planes A
Solo nos queda esperar debajo del agua
conteniendo la respiración unos segundos
hasta que la ola termine de romper
ya no hay registro de la orilla
y el mar adentro, picado, inmenso
es más fuerte que nuestras brazadas
Se ríen de nosotres las cosas
que esperaron milenios para ser
fósil
planta
vida
muerte
adorno