Gustavo Weisberger

Cría*

Toda cabeza está enferma y todo corazón dolorido
Isaías

El asunto es escribir lo que uno piensa realmente
Sharon Olds


El alma en su girasol

Termino de leer unos poemas de Inchauspe,
estoy en el medio del patio debajo de la luz de un farol
muy viejo, partes de ladrillos, latas, libros de páginas amarillas
me rodean; descubro que en el medio del pasillo a mi vecino colombiano
se le cayó unas cuantas bolsas de basura y las dejó ahí
voy a ver si soy capaz de hincarme de rodillas sobre eso
para rogar a todo lo que desconozco.


Nueve, tres y siete

Quizás ocupe un lugar que no me corresponda,
entonces me levanto y le doy la silla al primero que se me cruza.
Habla y noto una voz ajena y la enseñanza llega después:
casas que se oscurecen una por una
y las entrañas que empiezan a pesar adentro del cuerpo.


Un refugio

Tu vieja que termina un libro llorando y te lo devuelve
con la permanente voluntad de raje calando hasta los huesos
y sí, Pompeya infinita detrás de su espalda siempre y cuando
se encurdele con el brillo del sol la calle Riestra
de punta a punta, con un cielo tranquilo y desperdiciado al fondo.


Camiseta

Bueno, no sé si es tufo o perfume lo que olés ahora;
tufo sería para aquel que como vos pisa por primera vez esta zona
de clase media para abajo (una especie de inside esa luz del pasado
encima de las veredas rotas)
pero perfume para los que nacimos acá,
sacados de cabeza de la oscuridad materna
y que no cambiaremos de camiseta nunca.


Continuado

Nada por hacer solo bancarse el humo que provocó el vecino
en su ritual de suerte y que se mete por toda la casa alquilada
a un guaraní silencioso, dedos amarillentos; nueve en total
por aquel accidente del 83, días antes de las elecciones
torcido de espalda con la conocida luz y el conocido apaleo
en la garganta
pagar hasta por tener los pies descalzos
del primero al diez de cada mes, billete sobre billete
y otra vez remarla de cero.


Chacarita song

Si bajo tres pisos y salgo a la calle y toco todos los autos a lo largo de Maure
estarán fríos.


Boberío

El caserío no dice nada, es puro boberío
que tiende a mejorar con paso de hombre bueno.
Ahora viene el instante y la despreocupación
como una niebla de flores debajo de la lengua,
mis ojos que se fijan en lo que hay de gastado en la calle que me contiene:
un patrullero pasa quemando goma,
enseguida los chicos hacen un picado a pesar del viento fuerte.


Ningún cielo salvo la noción

El padre cuida del hijo y no al revés: por el lado del aire la indefensión ,
por el otro disco: el splin y el paso lento.
El hijo no cuida del padre porque es sólo ropa que se deshilacha
la velocidad de los dientes al morder con hambre: hombre oscuro que se convierte en niño
en una sala de clínica privada y me dice:»che , me duele acá» y se señala con el dedo gordo el pecho
mientras después una puerta de madera, mientras después un pasillo
higiénico y la salida :
rotar la lengua en busca de eternidad por los labios y de un árbol
cualquiera para mear, apoyar la frente
en lo áspero:
alcanzar un poco de alivio.


La vida eterna (by lau)

La mañana: un cuerpo desprotegido y la única belleza es la soledad, por tu parte: dos hijos
adentro del hueco de la mano ( todavía), por mi lado: una hija, (un vaso
roto por el eco del jazz).
Ahora los árboles no apacentados.
El no de los ojos.
Esto que parece un abrigo.
El jaque al rey con la lengua afuera: vos no me olvidás, yo no te olvido y eso es la vida.


Cine de prisionero

Un bebé llora desaforado en la calle: me viene ese frío que llevo desde el parto.
Me causa gracia pensar ahora en mi cuerpo viejo, moler magdalena en lengua,
izar el talón del nazareno dulcísimo sin cabeza de serpiente para aplastar.

Cerrar los ojos, tarde de abril, sigue gritando el quetejedi, este cine de prisionero me consuela más
que el pezón de mi madre a segundos de nacer.


Vertical

Balcón con menos sol que antes: me dijeron en voz baja que en envoltorio del libro estaba escrito de mí como si eso me calmara como una canción de Eva Cassidy.
Eso habló una voz extraña una tarde que esperaba a una niña fabulosa.

Iba a venir, me dijo la madre unos meses después, pero la detuvo el amor por hacer mierda a alguien.


Nouyeki

Peso de miles de diarios mojados en el alma, sillas desordenadas
una película italiana que termina como una hormiga su montonera de tierra.
Un pedazo de tronco en medio de la calle.
Adentro lo temprano y lo tardío en vía de pudrimiento,
los muebles mirados como a una madre
una pulsión de trébol y Canaán.


Mantra

De repente, para no estar tan solo, pongo la radio en un lugar cualquiera.
Esa voz detrás de la espalda permanece algunos minutos, porque apago todo para mirar el verde de las copas de los árboles, los edificios, alguien que fuma y la lluvia que se aproxima.
Me veo los pies flotando encima de los mosaicos del balcón sabiendo
qué las horas pasarán
y a eso de las nueve de la noche Laura llegará desde Almagro,
subirá al departamento y me encontrará repitiendo
como un mantra, un nombre que no tiene necesidad de hambre o de sed.
y el trabajo para la carne que muere.


Silencio de sello dark

Silencio de sello dark.

Ojotas de playa.

Un poco de hambre compatible con estar completamente quieto.

Arroz con miel y granola.

Melodías hechas para el mejor chantaje.

Expresado en el lunfardo del gusano: todavía no nació lo que me sonríe.

Simplemente sobra: hacer pis calentito sobre la bandera.

Cortar por la mitad la mitad de una pastilla.

Hacer un hueco en la almohada con un puñetazo.


* Nota.
Los poemas reunidos en esta muestra pertenecen a dos trabajos recientes del autor, aún no editados: los primeros siete, a Cría (2018); y los subsiguientes, a Ferreyra (2019).


Gustavo Weisberger (Buenos Aires, 1966)

Poesía
Cunumí, Buenos Aires, Clara Beter, 2016
Coz, Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2013
Casamata, Buenos Aires, Eloísa Cartonera, 2011
Sabactani, Buenos Aires, MLZ, 2008

Links
Poemas y referencias del autor en op.cit. «El poeta contemporáneo», reseña de Coz.