Hernán Sagristá. Saint Elmo

Saint Elmo
Hernán Sagristá
Buenos Aires
Huesos de Jibia
2019


I. Ventanal

(Selección)

Un paquete de cigarrillos comprados para maniobra de fumigación. Los filtros concentrándose en el agua. Algunos desviados se trafican a los pulmones.

En unos días el antiplagas está listo.

No puso cortinas. Cuarta pared para peeping Tom de oficina.
Exhibicionista por descuido.

+

Fija su improductividad en ese ventanal de contrafrente racionalista.

Estudia el tema.

Un virrey héroe y víctima. O, que es lo mismo, héroe y villano.

Caracterizaciones que actúan bajo condiciones opuestas. Dos mundos tan cercanos que casi se tocan, se sobreimprimen.

Tergiversa los dichos de otro francés. Groussac, Prozac, Balzac.

La tendencia a conectar todo.
A circunvalar todo al mínimo oscilar de su antojo.

+

Gobernador de las Misiones, Jefe naval, estratega, virrey, conde, contrarrevolucionario, marido, padre, viudo, amante, corrupto, licencioso, francés, fusilado, N.N.
nomen nescio.
El sopor le gana.
La boca semiabierta. Apenas humedecidas las comisuras. Secos los labios. Flácidos los brazos. Las rodillas al pecho. El pecho hundido. El mentón cohibido. Hormigueo en un pie.
Hormigón en la cabeza.

+

Virrey y Ana se ríen.
Virrey y Ana la pasan bomba.

Paréntesis dentro del cual flamea Nueva Arcadia ¿o Flandria?

Flemáticos con elucubraciones pastoriles.
Nueva Arcadia es la pampa húmeda.
La pampa húmeda, santuario de Tótems arcade.

Star Force.

Elucubra adormecido elucubraciones de otros. Revisionismo de almohada.

+

Las golondrinas llegaron de un día para otro con la premura de inspeccionar las imperfecciones de las construcciones humanas. Entrantes de ventilación, salientes de aires acondicionados, recodos caprichosos.

Un defecto o un error de cálculo pueden convertirse en el hogar perfecto.

Incluso la terminación monstruosa que como giba se oculta detrás de una fachada simétrica.

+

Cuadrícula de cables parcelan un cielo de recién arribada oscuridad que espera tras bambalinas su oportunidad de romper la veladura de claror.

Esto nunca fue un diálogo.

El ventanal amplifica un monólogo. Soliloquio que se acumula en los fondos. Hacia dentro, la fijación de una monotonía.

Los sombreretes de chapa. Periscopios para vigías unidireccionales.

El extractor en forma de hongo y el secreto que hace circular los días. Mueve las paletas como si nada, con el desdén de no considerar magnánima su tarea.

+

La noche barre con las visiones del día y trae consigo las propias.

Las primeras son epidérmicas. Consumidas en un chamuscado de sol como película de nitrato.

Las otras, que a tientas buscan la noche, invaden los cuerpos en reposo.

+

Los filamentos verdosos también son receptáculos de visiones.

La excitabilidad de las plantas en su instante más álgido. Expectantes al mínimo cambio.

La noche es un viaje de reconocimiento sin movimiento.

Respira con furia.

Abre bien las fosas nasales para que entre todo el oxígeno circundante. La imagen es la de un cocainómano aspirando una línea invisible suspendida en el aire.

Respira a centímetros de las hojas. Les respira en sus caras clorofílicas. Se da cuenta lo ridículo de su provocación.

La irrefrenable tentación de competir con alguien o con algo.

+

Resuelto a sentir la ligereza del aire por la entrepierna, se pone unos cortos tres tiras comprados a un mantero de Miserere.

Milicianos desarticulados y hundidos en los barros esperan la noche cerrada en los corrales.

Mantero negro como esa noche. Como la noche estrangulada hasta ponerse azul.


II. Glosas importunas

Por tu vida, Lopillo, que me borres
las diez y nueve torres del escudo,
porque, aunque todas son de viento, dudo
que tengas viento para tantas torres.

¡Válgame los de Arcadia! ¿No te corres
armar de un pavés noble a un pastor rudo?
¡Oh tronco de Micol, Nabar barbudo!
¡Oh brazos Leganeses y Vinorres!

Luis de Góngora: “A la Arcadia”

Entraba por la Plaza el Regimiento 71 escocés al mando del coronel Pack. Las más lindas tropas que se podían ver, el uniforme más poético: botines de cintas punzó cruzadas, una parte de las piernas desnudas, una pollerita corta, unas gorras de tercia de alto adornadas con plumas negras y una cinta escocesa que formaba el cintillo, un chal escocés como banda sobre la casaquilla corta punzó.
Mariquita Sánchez de Thompson*

* Invasión, reconquista y defensa de Buenos Aires: 1806-1807, Comisión para la Preservación del Patrimonio Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2007.


encrucijada

–ceci n’est pas une pipe–

I

nube caída negrero en trance en la bahía
barba ensortijada refresca cuerpos ya idos
y los que aún no, labran sus mentes con reinos en diásporas
la espera en un asalto de tabaco y licor
la barba abre a Guanabara
la factoría en tierra adentro se espesa
es una con la mata bajo la que se arrastran
las motas en vínculo de hierro
cintila la piedra oculta, la noche canta
la negación de un destino
aviva la penumbra labios prenden en chupones
pipa vudú madurada al frote de un trip de polizón
que inicia en palenque antillano
en pliegues más que tostados esconde
fumarada que deja caer su hollín en itinerario
de un trajinar por petición de un dios menor
duerme asida al pecho de zombi ocasional
al desmayo perfumado de plantaciones
despierta en quemas bandeirantes
hornillo tizne donde viaja solapado
el que decide el que destraba
humea húmeda huida en embalsados
de tantas derivas por esos dos ríos
que llevan y traen rumores encendidos
en fogonazos de llanuras que rayan el confín
por capricho sudeste es ahí que termina

II

muñón picado, tierra vieja, restos de cal no tan viva
amputado de taladro neumático en seco. sin sangre
detritos en fisuras de mil alientos acumulándose
de boca que ya no vierte al humilde Ganges local
del capataz, la orden: tapar, cubrir, olvidar
retomar la oscuridad, el pasado, el roce de lombrices
muerde aprendiz labios ajados
adivina cintilar demasiado excéntrico para naturaleza
utensilio de tiempo ajeno el último desgrane trae
cincela con uña larga de villano oriental
un hornillo que dedo explora tersa frescura enmohecida
acabado en orilla con rústico Vevé grabado
secreto musitado por inmanencia de orificio

III

aprendiz la vuelta le busca al hornillo umbroso
con suerte espesa choca en un palpitar de palma
al Capito del distrito, que vino de la isla
que semblantea despabila en andar esmerilado
trastocan tocados trueques de trajín
en montoncito dos tumbados en foso de obra
hasta que derriben la tarde, el tiempo destrabe
expande zanja albor con baño de doraduras
dos fuman pipa con adobos del Alto
el hornillo humea remonta quejido somnoliento
un dios menor despierta
encrucijada de motas en vínculo de hierro


Contratapa: por Fernando Molle

¿Es posible conmemorar hechos irreales? Año tras año, cada efeméride reactiva un “acontecimiento notable”, fechado y recordado hasta el hartazgo con mínimas variaciones. Un tedio apenas compensado por su feriado correspondiente. ¿Qué ocurre si registramos sucesos deformados, ocultos, secretos?¿En dónde podemos recordarlos? Aquí, en Saint Elmo. Un campo magnético donde se atraen y repelen las Argentinas posibles e imposibles: las facciones en pugna, las antípodas ideológicas, las clases enfrentadas, sus voces, sus cuerpos y sus ritmos.
Hernán Sagristá no hace revisionismo. Lo que ofrece es una patria múltiple y desconocida. El hilo que ritma los hechos íntimos, ocultos bajo la polvareda de testimonios y contradocumentos. Un hilo de locura, sinsentido y perversión. Amantes de virreyes, flemáticos invasores, prelados lúbricos, diplomáticos intrigantes, morenos y mulatas, principales y plebeyos. Hacemos pie en el empedrado erosivo que caminaron nuestros ancestros. Un casco histórico brumoso que aquí, en Saint Elmo, podemos visualizar, fascinante y futuro. Son las Argentinas que Sagristá dispone y conmemora, sobre el surco barroquizante que abrieron el primer Perlongher y, en Chile, el Maquieira de La Tirana.
Todo hecho es notable. Todo se puede escribir. El instrumento del poeta según Maquieira: “tener una inteligencia ordenadora de todos los elementos que me asombran y hacer conexiones entre ellos”. Es la divisa de Hernán Sagristá: reescribir el poema patrio hacia atrás y hacia adelante. Crear el acontecimiento, el que orbitaba en el inconsciente histórico. La Argentina sin atenuantes: las Argentinas. Los hechos irreales, imantados en este libro poderoso, son reales. Ahora podemos recordarlos.


Selección: José Villa.


Links

Datos y textos del autor. En La Infancia del Procedimiento
Video. Lectura de un fragmento de «encrucijada»