Nuevos trapos: Poesía de Rosario/ 2

Segunda parte de esta compilación de la nueva poesía que se escribe en Rosario, hecha por Leandro Llull. La introducción y textos de la primera parte pueden consultarse aquí.


Índice
Alito Reinaldi / Maia Morosano / Julia Enriquez / Florencia Giusti / Nacho Estepario / Datos de los autores


Alito Reinaldi

Fusil

Hemos de renunciar al cristal, sí,
por la lágrima,
por el barro.

Hemos de ceder esa tinta pura
que con dorados hilos
danzantes, tan delgados,
espera que de sí,
oracularmente,
se desplieguen prístinos aires de revolución.

Hemos de ceder por la lágrima
y por el barro,
y por el muerto aquél,
el fusilado.


El viento se lleva el techo

                                   a mi madre

La voz de mi madre,
su temor en la cocina
apenas alumbrada por una vela:
el viento se lleva el techo, dice
y camino, en silencio,
con su miedo en mis ojos,
buscando un juego que nos saque de ahí,
que traiga cierta calma.


Necesito que el viento se hunda…

Necesito que el cuchillo se hunda
velozmente en mí
que desgarre
mi piel blanca y me penetre
hasta alcanzar mis vísceras

porque es allí
en el opaco filo del metal
donde he concentrado
todo mi amor
por el mundo


Maia Morosano

Con el amor no alcanza

El centro del amor
no siempre coincide
con el centro de la vida.
Roberto Juarroz

1

Nos encontramos porque a alguna se le ocurrió
que teníamos que tomar cerveza
y quedar embarazadas en el baño.
Conocernos auguró un espectáculo
bastante más extenso. La vi
arreglarse el bosque frente al espejo partido.
El temblor comenzó cuando
sus ojos prometieron. Yo quería
tener hijos.
Ella no.


14

Mi mamá también era osa
aunque ella se parecía más a papá
por esa mirada de miedo a hacer daño,
la voz protectora y las constelaciones en la espalda.
Mamá renunció a otra vida porque se enamoró de papá. Papá
no puede irse de viaje sin mamá porque se deprime
y es capaz de volverse
antes en avión y llegar a su casa y decirle
a mamá que volvió
porque extrañaba su café.
La sangre como el amor
es sueño de la historia.


20

Primero tuve un sexo triángulo
isósceles, desparejo
de infancia recortada.
Crecí y tuve un sexo cuadrado
lleno de nudos, amarras
de un barco torvo. Ella
dejó un sexo redondo
donde el deseo ya no cabe.


Julia Enriquez

Me dijeron que debía asumir por mi cuenta el lenguaje entero

Tal vez respondí que sí con la cabeza o en voz alta
pero en verdad estaba repasando el relieve de mis dientes
con la lengua
estaba encajando mi cara en el rincón de la fachada
de algún hotel lujoso
o entornando la mirada para dejar las líneas
por fuera de sus focos

para dejar asegurado en algún lugar el engranaje fanático
de mis recuerdos
un baile lento entre lo no aprendido y las coincidencias felices
el sonido de mis sueños aclarándose
sobre el mar de la lucidez desobediente


Desde que me enamoré no escribo

Archivo premoniciones,
meros puntapiés, la poesía entera
se la llevan sus
ojos
como cuaderno
un cuaderno completo

como si hubiéramos llegado a escribir
y ahora sería cuestión de repasar las páginas
sobre sábanas frescas que comienzan
a templarse al cuerpo.


Ya conseguí una autoestima saludable…

Ya conseguí una autoestima saludable, mejor ánimo, algunos segundos más de paciencia, ¿dónde queda la poesía para vos? ¿En el hecho de que hayas naturalizado tanto esta escisión? ¿Que pases de primera a segunda persona en medio de una oración, sin darte cuenta, tomando por sentado, que algo está partido desde siempre y sale a relucir cualquier madrugada en alguna caminata compasiva? ¿Y los chabones que perdieron tantísimo tiempo preguntándose sobre el conocimiento? ¿Y vos que ahora te querés poner al día? ¿Y tu voz perdiéndose como la voz de todos?


Florencia Giusti

Estrellas

Charlamos sobre cosas que no son importantes,
el origen de algo nuevo vale
como la creación de una estrella, algunas
van a desaparecer.
Algo mágico se crea allá arriba
pero es cierto que también
desaparecían antes que nosotros.
Pienso en todas esas cosas que no dije.
Que nunca llego a tiempo
que nunca creí
en la velocidad de la luz.


Ouro preto

Alguien me contó de las lecturas compartidas,
quise imitarlas, en una casa
en donde solo había un gato,
mi corpiño era fosforescente
y solo se iluminaba en la oscuridad.
Mudé de lengua, conocí un poco el norte
en una pieza de Brasil.
Los portugueses dejaron iglesias a la mitad,
sótanos.
—Cuidado en la plaza a medianoche,
me dice un amigo que elegí al azar.
En la fiesta de aniversario
contemplo las guirnaldas
todas las fachadas haciendo juego.
Me siento y pienso
que propulsada hasta otra casa,
no sería igual de infeliz.
Ahora se apagan las luces,
vine a la fiesta de San Juan y lo olvidé,
porque desapareció mi cerveza con vos,
entre la multitud de la gente
que cantaba canciones de los Beatles.
No merecía
la calle empinada,
esta niebla en Lavras novas
ni el perro que corre junto a mí.


Esta noche amiga…

Esta noche, amiga
después de la fiesta
sentadas en el pasto
y el rocío
nos acomodamos con mantas
y esperamos el sol,
pero primero,
sacamos todas las bolitas de nuestros acolchados
y trascendimos
cruzando la ciudad
y la cancha de soccer profesional.
Tuvimos sexo como en las películas
que vimos hace mucho tiempo
nos ayudamos a levantarnos
y extraviamos los colores
vimos, vacas, pájaros, perros, estrellas, canciones.
Pero lo más importante, fue saber que ya a esta altura
tu gato con colores de un zorrito
en algún punto lo sabía todo
y ambas pudimos reconocernos.


Nacho Estepario

Tomar un manojo del último yuyo donde nace un río…

Tomar un manojo del último yuyo donde nace un río.
Maleza que «no la arrancan por mala, sino por lo que sabe del campo».

Llegar hasta ella por la laguna de los yacarés, remando entre su calma.
Tuyuyús corales te guiarán el camino a través de sus nidos.
Arriba: el árbol de los monos de mayores castas. Que nunca te amedrenten sus bramidos, ni los truenos ni los chillidos de las palometas mientras devoran almas.
Cinco ranas te besarán en la piragua cuando veas la famosa iguana que levita por las aguas.
Aquí no habrá sirenas.

Bajar al centro de ese estero donde nace el río.
Invocar los viejos brujos de los montes que deambulan con sus mantras.
Arrancar al yuyo sin titubeos. La duda no es amiga en la barranca.
Volver por la galería de selva de los árboles de luciérnagas, vadeando las estrellas sobre el lecho centelleante que la Vía Láctea ha amamantado y derramado en estas pampas.

Dejarse perder en esa nada.
La primera fragancia rosicler del alba te traerá regreso a casa.


Vergel tu cuerpo

De un vergel se llena tu mármol esculpido.
Una enredadera ampelopsis es la envoltura de tu piel.
El verde se enternese entre el blanco álamo de tus tejidos.
Desde arriba yo te veo un bosque nieve
y así me entrego,
ninfa ofrenda,
a tus pies.

Ya son lapachos, jazmines de semen y jacarandás haciendo caminos en tu aroma.
Una colonia de dicondras verdes te laurea la sien.
Mis vasos sanguíneos se fusionan entre tus raíces.
Y una alquimia de sustratos húmicos va abonando toda mi sed.

Las clivias estallaron cuando fueron tus pezones.
Tu patio fue cartografía clara donde yacer.
Lamí tu anatomía fungiforme
entre las nubes que respirábamos de hierba,
y en tu arroyo de cinerarias blancas bebí y nadé.

Sonreís con dos lagunas en montañas de azules fríos,
entre la geografía de nieve alpina que en tu rostro nórdico dejás correr.
Yo me hundo en el remanso cielo que se forma entre tus dos omóplatos.
Y somos dos dragones de pradera copulando.
Creando un fuego nuevo por cada atardecer.


Un ratito más

Encerrado adentro
una campana azul me asila en su cristal,
mientras voy prendiendo fuego
abajo las cenizas que encienden el barro del volcán.
Así divago a la deriva en un río de calma
que es lava.

Las gotas de mi humedal
a veces se tiñen de lagrimales.
La vida en gris me seduce en lápidas de bellos mármoles
escritas en grietas e intersticios
por los que crecen jaramagos.

Sólo recuerdo el incienso de las madreselvas
que me invadían en el patio de mi abuela,
aquella que las evocaba por sus destellos de adolescencia
cuando de pupila bajo esas plantas devotas
se iba a dormir las siestas
y a leer.

Entonces lo gris se hace verde.
Y ya no es el ruido el que me cautiva a través de su ceremonia.
Hay adentro un oráculo de los impulsos
que se ha convertido en templo.

Lo que ayer naufragaba en mares,
hoy encuentra miel en la arena blanca.
Las salvajes flores que besaban esqueletos,
aquella campana azul que se derretía en lava,
la lluvia dulce que caía entre las lápidas,
el verde que siempre crece
y el susurro en la noche de mi abuela
me piden
que me quede
me piden
que me quede
me piden
que me quede
un ratito más.



Autores

Alito Reinaldi (Las Rosas, 1990). Es estudiante de la carrera de Letras en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. En 2017 publicó Sísifo ( Córdoba, Alción Editora), su primer libro de poemas.

Maia Morosano (Rosario, 1986). Es docente de Lengua y Literatura egresada de la UNR, performer y gestora cultural. Coordina el taller de escritura creativa Patas de Cabra desde 2014. Publicó los libros: Con el amor no alcanza ([poesía] Rosario, Baltasara, 2018); Cuentemas del pez barbudo ([cuentos infantiles] Rosario, El salmón, 2018), La princesa gulicondesa ([cuento infantil] Gobierno de Santa Fe y Área de Diversidad Sexual de la Municipalidad de Rosario, 2016), La puerta (]novela] Buenos Aires, Ombligo Cuadrado, 2016), La Malcriada ([poesía], Buenos Aires, Ombligo Cuadrado, 2015), Las Gracias y las Horas ([poesía] Rosario, La pulga renga, 2013), La reina en mi país ([poesía], Rosario, Espiral Calipso, 2009) y Escaleras ([poesía], Rosario, Espiral Calipso, 2008).

Julia Enriquez (Rosario, 1991). Es traductora en inglés y editora. Estudia Filosofía en la UNR. Publicó “Futuro brutal” (Un ninja sin capucha es un poeta, 2011), “Nuevas pesadillas” (Ivan Rosado, 2012), “Ambulancia improvisada” (Editorial Municipal de Rosario, 2014) y “Eterna estudiante” (Ivan Rosado, 2019). Desde el 2010 dirige el sello editorial Danke.

Florencia Giusti (Rosario, 1989). Escribe, estudia y enseña. Editó Anillos de Saturno (Corteza ediciones, 2018). Coordina junto con otres compañeres la editorial de fanzines mentazines, en la que se experimenta con soportes de edición, la impresión risográfica, entre otros materiales. Desde 2018 dicta un taller de escritura en la Unidad Penitenciaria Nº 5 de Mujeres.

Nacho Estepario (Las Toscas, 1990). Por la geografía natural y el mapeo idiosincrásico, condisera que su origen es más chaqueño que santafesino. Hace varios años vive en Rosario. Cursó hasta cuarto año la licenciatura en Ciencia Política de la UNR. Es poeta, escritor, puto, activista, niñero. Coordinador eventual en un centro cultural de niñes. Actualmente participa de festivales y ciclos de poesía. Algunos de sus escritos fueron publicados en el suplemento Rosario/12 del diario Página 12, y en las revistas Rea y El Corán y el Termotanque.

Leandro Llull (compilador) (Rosario, 1983). Publicó los libros Disonancia del jardín (EMR, 2009), Horas menores (Buenos Aires, Huesos de jibia, 2013), A los pibes crudos (Bahía Blanca, VOX, 2015), Maratón (Buenos Aires, Ediciones 27 Pulqui, 2016) y El gamo (Buenos Aires, Ediciones 27 Pulqui, 2019), y el trabajo La lengua en soledad dentro de la obra colectiva Prueba de soledad en el paisaje (Buenos Aires, Mansalva 2011).