Luis Bacigalupo

In absentia

[Del libro La conferencia, Buenos Aires, Paradiso, 2022]

poco menos claros
poco más oscuros

Toda historia tiene su historia

enrarecida atmósfera verosímil
todavía realista.

La historia posee su historia y su crédito
en la prehistoria

contrariamente a lo que alude
verdaderamente
realmente.

Cuando los hechos aún no habían sido situados
en la huella de una ilusión
ser en la historia no era
sino viscosidad de un anhelo de poder
retornar a la fuente
de las pertinencias.

Sumergirme en un ser
sin poder en el devenir
de las sentinas
para surgir en lo albo de un loto
en la gema ingénita de las horas sonoras.
Toda historia posee su historia
y nos tiene sin cuidado.

Con solo saberlo y contemplar lo ya visto
el acontecimiento del páramo tras las matanzas
lo ya previsto de las mudanzas
del extremo trágico al extremo cómico.

La propensión a darlo por sentado
sin pretender ponerlo en pie y echarlo a andar
muy encarrilada, muy derechamente
ni atender a cuanto escapa al rencor
de la carne
hacia las cosas incorruptibles.

La visión prismática del discurrir
en la sentina prístina afecta
la historia en sus rigores
el cristal
que descompone a la luz de los hechos
la luz de una falsa verdad
siendo que además disuelve el espectro falaz
la falacia fatal del sujeto
la finalidad final sin fin.

Pero la historia insiste en ser contada
a la luz de su presuntuosidad
existen
por efecto de verdad
inversos modos de ser contada.
Uno o más a manera de
obstáculo incidental
actuando en el acto inexorable de actuar
entre el acto y su inexorabilidad.
Cuando menos que se tenga en cuenta
la escala decreciente de la infancia vuelta
contra sus delicias.
Vagamente se recuerda
la errátil forma por la cual
la memoria se constituye en el hazmerreír de la clase
según se la concibe en los claustros
con apremio y el candor de una fatalidad
que conduce al desamparo.
Se recuerda vagamente sus formas
y sus nombres
los antiguos y los modernos
pero esa vaguedad no basta para ceder
el ángulo de observación al ojo que atisba el sesgo
de las cosas.
No ha gastado el tiempo su tiempo
en la prosecución de un fin atemporal
en perseguir la causa justa de la sustancia
la noble nobleza de una metafísica sin dobleces
pero urgida
cuando orina en cuclillas al pie
del templete.

El hedor allí hiede a discreción
con voluntad y empeño nada
en esos sitios
se presta a duda.

Empero a paso lento paseaba esa cosa
yo
que había cobrado identidad.
Algo geométrico y anguloso
tan anguloso como un
…………….como un
si es que hay vómito anguloso.

Mas no se trata aquí de consideraciones personales
ni de personalizar bajo ninguna consideración
eso
que no se trata aquí sino
más bien de tomar distancia
con las puntas de los dedos sobre el hombro
ya empecinado ya emancipado
que nos precede en la fila.
Se trata de elevarse
por encima apenas del concepto
y echar el trago añejo
en la gola cerril.
Vagamente
sobre las baldosas del patio
debidamente escolar
rojas
rojas entonces
en un andar al descuido
pero encarrilada
derechamente
por la roja hilera de
baldosas del
rojo patio escolar
esa hilera que
como la niñez
cuenta con un punto de partida
y una orfandad
donde ha tenido lugar
la hecatombe
de una mitología.
Dioses sitiando cielos
ninguno ponga un pie aquí
en la roja hilera elemental
en la elemental capacidad de figurarnos
un panteón de sombras
donde cabe toda posibilidad
hasta el recuerdo de un dios noctámbulo
anémico
más todo lo que hay hoy y
no hay
en su ausencia de atributos
en su visión iconoclasta de la vida que
sabemos
es ilusión pero también
sexualidad infantil diseminada
en la nebulosa de una ancianidad
aún por nacer.
Los ojos atemperados ante la fugacidad
de lo ya visto en
la nebulosa de una constelación seráfica
donde disputan sexos lánguidos
y sexos vigorosos de querubines al alcance
de una conquista amorosa.
Dispuesto en el punto medio de la disputa
que pone la falla del mundo
en la rareza más codiciada por quienes ven
con los ojos del buen oír
a través de la mirilla
como cosa que rezuma de manera incesante
fruto
licor insalubre
y más allá
la espuma de los campos
y algo más lejos todavía
las ciénagas, el ojo
bien dispuesto ve
reconoce y
discrimina.
Nace el alba
o el alba despierta en la historia
o la historia nace a la luz
de la noche de los hombres
cegados por una claridad que es sudor
aliento a carne
alimento y caridad
que apestan
…………..como cosa que
madre
madre
ya no
me recuerdas entonces
en ese entonces
cuando los días fríos
lejanamente
lejos
de toda lejanía
muertos
idos deprisa con el último sol
decías
……..hablabas del último adiós.
Nace el ansia
en el aliento de un muerto
que empaña el espejo
del porvenir
luego el clamor de una tarde
con su silencio de cigarras
el fantasma de una tarde
madre
tristeza
en el clamor
de una luz flotante
itinerante
esmerilada luz corpuscular mirabas
madre
tras la ventana la gente oh
tristeza
o
inmensidad
un cortejo de espectros y
tu estupor de ver siempre lo mismo
suspendido en la frase
de una tristeza de inmensidad
al reconocerme y no reconocerme
un contrasentido
no es esa
manera de mirar pasar o
de amar al prójimo
contemplado a distancia en la distancia
de una plenitud
entre una plenitud y una ausencia
se trata de tomar el asunto
con responsabilidad y compromiso
solo eso
apenas eso
o quizás menos
ante una esperanza que insiste en perpetuarse
en tu corazón absorto en la visión
de un cortejo de humo
oh absorción

en el conocimiento vislumbrado
en el instante del párpado
y su lucidez
de la muda serenidad de ceder
cediendo la palabra
o
su falsa cesación
oh serenidad
la gente ama tantas cosas incomprensibles
pero por sobre todo las certidumbres
de los muertos que empañan el espejo
del porvenir

tal el optimismo del mundo
su sed.

La gente ama el optimismo incluso
sin optimistas
y a los optimistas sin optimismo menos
a nosotros la gente ama
madre
cosas incomprensibles
la gente gusta verse igual y diferente
de la gente
asiente con bastante frecuencia
pasarán acaso a la historia
del otro lado de la ventana
nunca, madre
habremos de saberlo

la gente asiente con bastante frecuencia
a sus propios pensamientos

se asientan en la ignorancia
madre
de no saber qué se ignora
o de saber que se ignora
esa ignorancia que vela
por el sentido común o
néctar
o
ácido que quema la médula
de una verdad sin sombra.

Odio a la gente porque no hay nada
a lo que me parezca tanto.

Miremos una vez más ese cortejo.

Por lo común guardo mayor parecido con la gente
que conmigo mismo
madre
hoy
no me parezco a vos
ni en lo tuyo ni en lo mío
sino a mí en mí
en mi falsa serenidad
por tanto has dejado de reconocerme
en el odio de escribir lo que se es
fuera del mundo
fuera de la historia
en la tentativa de decir algo de lo que nunca
se ha tenido conciencia
una evidencia
o una experiencia sin mediación. Todo
se extingue
en la copa que embriaga el deseo
deseante de sí
o
cuando menos
de un conjunto de mujeres
en número
no menor de tres
lo demás cansa
porque lo demás mata.

No hay crimen sin seducción
en los actos cordiales de la historia
en el pasaje que se extiende
de la delación a la muerte allí
es preciso saber que nadie conoce a nadie
que la madre no ha de reconocer al hijo
porque él solo ha de estar para ver
cómo ella mira pasar
el mundo a través
de la ventana.
Todavía estamos en los comienzos
de esta canción de cuna.
Albor y crepúsculo:
unos dedos tañen las cuerdas
de una lira infatuada
y la luna bajo la luna ya
ya no
ya no te acuerdas de mí.
Hablábamos de la historia del cielo
del amaneramiento del día
de la muerte de las horas cuando la luz
deviene fatiga
un síntoma
torpeza de los sentidos una vez más
madre
dulce embotamiento
imbecilidad de lo mismo repetidas veces
virtud siempre humana
cuanto más propia más ajena
esa mota de polvo
la historia
también también
virtuosa
nuestra justa genialidad

genitalidad apetecida en sus previsiones
la historia también de eso
de eso mismo no dicho
también también
repetido porque
hablábamos en los albores de la lengua
en la afectación del nombrar
todo
era como decir nada sin entendernos
decir nada
cuando el mundo se empeñaba en decir
todo
en ausencia
de una
………verdad incontrastable

que una estupidez de cúbito prono
se porfiara en desmentir
fanáticamente
todo
sobreabundantes
los pensamientos incluso
los impensados
corpúsculos en dispersión qué y
dónde
siempre
lo mismo
dispersan
………….ideas fugadas de sí
tu hijo
en fuga siendo el mismo
aunque
no te acuerdes ya del todo
del modo
de tañer
la ira
de la niñez
no

y no de una orfandad
soy
quien soy

quien buscaba la belleza allí
donde la belleza jamás había de encontrarse
dónde
dónde
en la inocencia de no creer y tener fe
en el retorno al instante de las aboliciones
extinta
extinción de la luz y
orfandad, pero
madre
miremos una vez más esa gente pasar
como haciendo alarde de una serenidad
onomatopéyica
de una nostalgia de hambre engullidora
aunque sigamos mejor así
deglutiendo en cada mirar mirando a
esa gente de pan
agua
y tuétanos
que nos conmueve, sí, lo sé
hasta los
huesos
porque
el arte ha sido capaz de templar
las cuerdas de una sensibilidad llana
a la luz de una llama sin fulgores
fatigosa de
desvíos torsiones
y
ese cortejo madre
oh
lo vemos a diario
de este lado de la ventana
de este lado liso al punto
que parecieran quedar desmentidas
bondad belleza y verdad
para cobrar el relieve
de una afectación trágica observado
también
de aquel lado de la ventana
No es esto lo que quise decir
pero tampoco es justamente
lo otro
menos aún lo contrario.
Acaso nada se le parezca tanto
a lo que quise decir como esto
madre
esto mismo que ahora digo y ahogo
cuando miro el vacío
de tus ojos donde
no mora el testigo
sino una conciencia cautiva del mundo
y su decepción.
Me abismo en la calma de una masa oleosa
y en su turbulencia.
Ondas de un vórtice mental
al que se precipitan
nombres y formas.
La historia reducida al deterioro
de una senilidad extraviada
en sus recodos
modos

de una glosolalia que no termina
de asimilar su verdad
se hace entender y nos comprende
ciertamente allí
allí

en las sentinas
confundiendo los hedores con
emanaciones mentales aciduladas.

La razón de quienes se dan en llamar
gentes de bien
niega la razón de tus ojos dementes

tus ojos que ven pasar siempre lo mismo
devastados por la fiebre de lo mismo
tus ojos que no me reconocen ni el ápice
del ápice de lo mismo
en el gesto gentil
que las buenas gentes
adoptan al cabo
de la travesía
es el gasto de dolor de quienes aspiran
a la santidad
por esa vía
del mal sin atajo
hacia la torsión de la distorsión.

O acaso pudiera
oh
ni pizca hay
la lluvia de hoy está enloqueciendo
o una pizca más apenas sí
no soy ese
quien crees en tu creencia
ni fe doy ni soy
quien soy, tampoco
el mismo siendo sino
quien dejando de ser guarda
silencio y gratitud
y grita al rozar tus huesos
sus escalofríos
soy quien seré
o quien aspirara a ser
en el sitio
desde el cual la historia se avista
y se confunde
con una puta en un festín
de ciegos
silencio
inmenso de nada y
unos ojos pulidos
negados
a la visión del cayado que pulsa
una incipiente verdad
una voluntad lanzada a tientas
a este océano
bajo esta tierra
bajo este cielo

báculo
madre
llueve en los ojos que están
por enloquecer
donde la noche pone sus fluorescencias
allí

oráculo

puede verse desde la sentina
el albor y el ocaso de ese rostro
atravesado
besado
engullido
dios
por la famélica gratuidad
del hijo
soy
la historia
remeda una insistencia.

Sombras y expansiones
en la verde gramilla de la verdad
intentando a toda costa eso
apenas eso a toda hora
desde la verde gramilla de la verdad
sobre un papel de calco mientras fluya
del otro lado de la ventana
gente
y más gente oh
madre
¿ves?

Almas.

No aquí
llueve
no sobre la calva cabeza del cortejo
llueve
ayer ayer
porque hoy no
me reconoces
no
llueve
pero más
mucho
más antes de
ayer
cuando
lloviera entonces torrencialmente
mañana
ya
que mañana habrá de llover también
ayer ayer
mientras estoy hoy y más
hoy
aún
a la espera de un tiempo que no ha de venir
ni vacilar
ante la munificencia del amor sexual
de los que aman el fondo de los dedales
con la indolencia
de quienes matan las horas
zurciendo fondillos
por toda filosofía.

A renglón seguido
todo pasa a ser olvido
o decepción
lo que es bueno para la higiene
y la moral que
en definitiva
resultan ser una misma cosa.
Diamantina
porosa.
Nada revelado sino
consabido y menoscabado
melancolía que pasa al olvido
a más tardar
la semana entrante.

Ni apetecer siquiera lo apetecido.

En virtud de lo ya dicho

empatías, apareamientos
atrofia cortical tolerada
en virtud de lo ya dicho

empatías, apareamientos.

La vida resiste a la vida
para sostener
réplicas de humanidad

desde este lado de la ventana

precipitado a la contingencia de una vida
sin ser reconocido

entre los cinco y seis años
habiendo contado tres
quizás un poco menos tontos o
más o menos tontos

poco menos claros
poco más oscuros
entre los cinco y los seis
habiendo acaso contado tres

con todas las ganas de zaherir
y el ánimo de escupir
entre los seis y los cinco
siendo
un rostro
apenas eso
entre los cinco y los seis
tan parecido al tres
o de otorgarle aquello que merece

claramente nada
oscuramente todo

cuando vemos pasar el cortejo
imprimiendo en nuestros ojos la inversión
de un pensamiento del mundo
en el mundo
y para el mundo

con su historia y su prehistoria escritas
sobre el regazo de una madre ágrafa
humor del viejo loco que
ya no hay

razón
de estilo en el rollo
del porvenir.
Es una aprensión fecunda
en tanto supone que aquí
en este agujero
la semilla no ha de malograrse
no ha de malograrse el futuro feliz.




Luis Bacigalupo (Buenos Aires, 1958)

Poeta, narrador y editor. Su libro Entrañas argentinas, aún inédito, fue finalista en el Premio Clarín de Novela en 2001, 2002 y 2003. Dirigió la revista La Papirola y actualmente la editorial de poesía El jardín de las delicias.

Poesía
La conferencia, Buenos Aires, Paradiso, 2022
Mixtión, Buenos Aires, El Jardín de las Delicias, 2014
Elíptica del espíritu Buenos Aires, Oceanía, 1995 (dibujos de Laura Dubrovsky)
El océano, Buenos Aires, La Papirola, 1992)
Las purpurinas, Buenos Aires, Último Reino, 1989
Madagascar, Buenos Aires, Último Reino, 1989; 2da. ed., Buenos Aires, El Jardín de las Delicias, 2020
El relumbrón de la claraboya, Buenos Aires, Último Reino, 1989
Yo escribía un poemita Buenos Aires, La Escuela Baldía, 1988
Trogloditas, Buenos Aires, La Papirola, 1987

Novela
La enfermedad, Buenos Aires, Cienvolando, 2023
Los excomulgados, precedido por La deuda, Buenos Aires, Simurg, 2000