Edith Vera. El silbido de vientos Lejanos. Poesía reunida

El silbido de vientos lejanos. Poesía reunida
Edith Vera
Córdoba, Caballo NegroEduvim, 2022


La bruja polífona
se ha quedado dormida.
¿Qué le robaremos
para verla enojar?
¿Su escoba viajera,
su bonete negro
o esa carcajada
que hace temblar?


*


La niña toca el piano
con un dedo,
una bella canción,
lenta, para la lombricita.
La niña toca el piano
con dos dedos,
una bella canción,
rápida, para la hormiguita.


*


Esta caracola
tiene muy adentro,
donde no se ve,
allí donde nadie lo puede robar,
una ola.
¡Ay, ola! ¡Ay, ola!

Esta caracola
tiene muy adentro
y se puede oír,
el canto que trajo
consigo del mar,
una ola.
¡Ay, ola! ¡Ay, ola!
¡Tan lejos del mar!


*

¿Vamos a recoger hierbas por el mundo?
Haremos un herbario
con hojas y flores,
aún con aquellas que parecen
un murmullo apagado en la arena.
¿Qué bello será tener praderas,
pueblos, montañas, islas,
el silencio de una almendra caída
y el silbido de vientos lejanos
descansando en el cálido abrigo de la falda!


*


Porque me siento
puesta sobre la tierra como aquel molino,
amapola del agua campesina,
abierto el corazón en aspas
y con los pies en lo profundo hundidos,
quiero decir:
Segura,
muy precisa,
he de llegar al alba,
esa que no es de oriente ni occidente,
esa, la clara, simple,
generosa avellana.


*

Blanca, una dalia exagerada,
una vaca se ha instalado en mi biblioteca.
Yo leo a Ronsard y desde que la visitante decide quedarse,
alzo la voz para que las palabras de amor del poeta
penetren por esas orejas peludas, nerviosas.
La vaca me mira como miran las vacas,
sabias descubridoras del trébol entre el gramón,
antiguas olvidadoras de ojos en trenes, nubes y aguas.
Seguramente algo del siglo XVI
queda en su lomo, en sus ubres,
porque celebra agitando la cola desde el Tetrarca Anacreonte
mientras deja caer de sus belfos una baba cristalina.



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