Valeria Cervero: Ctalamochita

Barnacle publicó Ctalamochita (Buenos Aires, 2020), de la poeta y difusora cultural Valeria Cervero. Presentamos un texto de Gastón Sironi sobre el libro, poemas de la obra y los datos de la autora.


Música de honduras, siéntanla

Por Gastón Sironi

Ctalamochita es una voz que inquieta y dispara inciertas etimologías, mientras sus ecos reverberan entre cuencas indígenas y violencias de imperio. Es ahora además un libro que siembra sentidos encontrados y emana una musicalidad que, siéntanla, fluye entre riscos y arenisca, como el río serrano del origen, a cuyas orillas el poema se escribe: Para atravesar lo oscuro hace falta cuerpo y saber desafinar un poco. Hondura y mínima expresión, peligrosas hoyas y apenas aguas. Las orillas aparecen para dejar registro.

Ctalamochita, el libro, propone en su corriente una poética y una psicología de la escritura: Todos los cuerpos tienen sus huellas. La escritura es el cuerpo que no olvida. Un libro que se deja navegar, mientras postula una filosofía del tiempo: Porque alguna vez fue vivo lo que se corrompe. La flor, la tormenta, el sexo. ¿Quién nos librará de lo que moja y vuelve?

Es también, y siempre le estaremos agradecidos, una teoría de la desorientación, para perdernos en el río: La escritura viene y va. Nos moja y deja en el silencio que nos escribe.



costuras

1.
Un paso y otro paso hacia la transparencia. Así surgen ciertos desvelos. La imposibilidad de dormir sobre el que se nos propone un mundo más propicio. O en todo caso el ideal para sentir esa parte del todo. Pero aquella noche era la noche. La de las preguntas sin resguardo. La del recorrido pleno por la razón.

3.
Las orillas aparecen para dejar registro. Como si no hubiera caminos detrás de nosotros. Como si la muerte no se llevara todo límite y toda apuesta. Pero persisten. Orillas para decir qué hay del otro lado del artificio. Orillas para dejar fecha sin partirnos en dos.

7.
Y acaso sólo esperemos un poco de felicidad. Los despojos de dioses que olvidamos desde el comienzo. Esa mirada que surge en medio del rayo para advertirnos que no hay refugio. Que lo posible se abre paso entre tantos imposibles sumergidos.

Y acaso será.

Y acaso podamos ver.


olvido


13.
Escribir por el cuerpo más allá de la letra. Porque alguna vez fue vivo lo que se corrompe. La flor, la tormenta, el sexo. Y un poco de lo que se fue.

15.
El tiempo ya no se parece a sí mismo. La vejez es una promesa que quién sabe si cumpliremos. Mientras la juventud se vuelve recuerdos de la época en que no sabíamos temer. El resto es una enramada que sigue creciendo en el fondo de la casa.

19.
La imagen de quien no está vuelve como si fuera más real dentro y pudiera borrar el dolor por esos instantes. La verdad a veces también es eso: olvidar un poco.


Ctalamochita

21.
La escritura viene y va. Nos moja y deja en el silencio que nos escribe. Un silencio más acá de los árboles y las gotas de lluvia. Un silencio que pone afuera cada sonido del mundo.

22.
El olor a tierra húmeda se adueña del jardín y trae otras tormentas. Otros veranos en que todo podía perderse bajo el agua, hasta que dejara de ser el tiempo que promete. ¿Quién nos librará de lo que moja y vuelve?

28.
El poema se escribe a orillas del río. Cada palabra es una piedra mojada que produce sus propias ondas, sus propios recovecos.

31.
El agua es más fría cuando se la presiente. Si dejás que llegue al cuerpo pronto, regala su tibieza y parece acunarte.
Las chicas en el agua son sirenas perdidas. Cantan y gritan sólo para ellas mismas. Para alterar el río. Para hacerlo más bello y más joven.

34.
No es la piedra de Watanabe, pero también recuerda otras resistencias. En medio del río, nos ofrece un descanso y lo aceptamos sin recelo. Piedras más pequeñas la rodean como si fuera una reina en el agua. Sus superficies son pura dureza que seduce.

35.
La piedra también cuenta. Guarda la historia de medio milenio atrás. La piedra es la historia. Morteros de familias o alero del chamán. El paisaje es la casa que perdura.

36.
Amboy. Amancay. Hay nombres que me persiguen. Sus sonidos son la presencia de una lengua estival. Como los cuerpos en el verano, se desnudan bajo el sol pero buscan aquello que los refresque.

38.
El cuerpo humano tiene su propia memoria. Hecha de dolores, deseos y debilidades. El cuerpo de un árbol recuerda las tormentas y las sequías, la escasez y la abundancia. Todos los cuerpos tienen sus huellas. La escritura es el cuerpo que no olvida.

44.
Agua y piedra pueden ser la combinación perfecta. El alma del río está guardada allí, entre las dos. Donde el sonido de una sobre otra invade todo y se lleva las voces de quienes amamos.


casa

45.
La brevedad a veces nos ilumina. Lo breve también tiene su cara de eternidad. Por eso late más allá de sus propios límites.

46.
Escribir para horadar la nada que nos cae encima. Para que el verso esté ahí, cuando no importemos. De esas ficciones también vivimos.

52.
La poesía también es un refugio, una forma de seguir. Si ya no es posible habitar la casa, hallar la palabra o el silencio preciso que nos pronuncie.


tejido

53.
Hilos a través de la nada. El desalojo de lo propio también se imprime en otros cuerpos. Algo que nos continúa donde no estamos. Partimos para poder decir.

57.
¿Y quiénes son los otros? Debajo de cada sonrisa o cada frase hecha, algo se escapa siempre. Algo nos cruza, también, en el silencio que nos acompaña después.


marcas y claridades

64.
Un resplandor ocurre en algún lugar. Lo que maravilla y ciega por un instante deja su herida para siempre.

71.
Los naranjos ahuyentan la ceniza y anuncian otra claridad. ¿Podríamos ser nosotros los que hiciéramos de faro, cuestionando la noche? Todavía queda mucho camino hacia las flores.



Valeria Cervero (Buenos Aires, 1972)

Desarrolló diversos proyectos de difusión de poesía y crítica, de manera individual y colectiva. Actualmente es miembro del staff de op.cit. y una de las organizadoras de Poeplas, ciclo de poesía para las infancias. Es integrante de Poetas por el Derecho al Aborto Legal y de Sangría, agrupación feminista contra la violencia machista en el ámbito de la palabra.

Poesía
Ctalamochita, Buenos Aires, Barnacle, 2020
Seres pequeños, Bahía Blanca, Hemisferio Derecho, 2018
Sibilejo, Villa Ventana, Editorial Maravilla, 2018
Madrecitas, Buenos Aires, Barnacle, 2017
Sin órbitas, Buenos Aires, El Ojo del Mármol, 2016
Equilibristas, Bahía Blanca, Colectivo Semilla, 2014
El agujero negro de lo dicho (plaqueta)
Escondidas (libro álbum) en col. con Vivi Chaves, Buenos Aires, Ediciones del Eclipse, 2013
Cadencias, edición de autora, 2011

Antologías (compiladora)
Poeplas. Antología de poesía argentina para chicos vol. 2 (ebook), op.cit., 2017, descarga libre aquí
Poeplas. Antología de poesía argentina para chicos vol. 1 (ebook), PoesíaArgentina, 2013, descarga libre, aquí

Links
Blog de la autora. De lo que no aparece en las encuestas, poesía argentina recientemente publicada
Entrevista. En Eterna Cadencia
Audio. Lectura en el programa radial Moebius, 2020