Carolina Massola. Los ángeles del frío

Los ángeles del frío
Carolina Massola
Montevideo
Dios Dorado Ediciones
2020


Cien veces descendí hasta la sonrisa
la palabra o el gesto impoluto
bajando hasta aguas heladas
escalando nómades hombros

Guié las hebras al madero
cepillé al caballo hambriento
al invierno cedí todo espacio:
la primera flor……….. el primer beso

Hacia ningún sitio resplandor
y las hebras y el caballo y el agua helada
trayéndome otra vez cada instancia
cada resquemor

Ahora soy este subir a tus aguas
este descender desde tus hombros
y soy la misma sed
y quemo las mismas hebras
y extingo la vida del caballo aquél

Pero te alzo un fanal,
y soy su centinela.

*

Despacio o acompasadamente
pero podrías sublevarte………………………. si en sutil
espanto…. áurico de ausencia
en suspiros elevados rumbo al rincón donde nadie
nace….. detrás de tu mano

Ser……. en breve ocultación
o en un destajo de piedad

Pero bebamos
brindemos de todas las hambrunas
seamos / ciertos espantapájaros
ahora cuando el borde de la nada resplandece
ahora sobre la noche que cierne tu bravura.

*

Y qué si eres el mismo centauro que se entrega
al pequeño tributo del aroma perenne,

si sólo por ser lo que eres
floreces junto a la boca austral,
como si lloraran las estrellas
como si el tránsito supiera de las evasivas:

que sólo somos peregrinos.

*

Me invento en sal
……………………………Deambulo entre océanos perdidos

Nadie conoce mi apetito estival. Acaso no lo haya conocido. Sólo turquesas marinas a mi paso, como se me hace indiferente a la sombra este cuerpo.

Cada noche es la misma. No soy más que un cuaderno sobre la mesa. Una silla mal acomodada.

*

De tanto en tanto emerge el instinto del mal
a un tiempo desterrado,
viene a surcar la memoria
cada mirada estival precipita el sueño.
Precipita entonces y ahora
otra vez y
otra voz y otro canto
El brillo de la niebla se hunde
y el imperio de los ciegos emigra
cada punto cardinal.

*

Traigo un anochecer profundo
y el intento de permanecer oculta arañándome la cara
abrazos perdidos
como muertos henchidos por las aguas

¿quién seré mañana
si no puedo acribillar este momento?

*

Los ángeles del frío me atacaron
sin mediar palabra
sentenciaron: “en este cuarto te quedas”
………………………“en esta esquina callada”

La esquina y yo
calladas

Mientras el frío llega
nos desmiente cada rasgo ajeno de la vida
nos arranca la tibieza de los huesos
el universo tiene frío en mí y todo
se aprieta indiferente
para acurrucarse en mis manos


Sobre Los ángeles del frío, por Carolina Massola

Para pensar en este proceso retomo parte de lo que escribí para responder a una pregunta que forma parte de la entrevista que los editores de Dios Dorado agregaron al final de este libro. Allí decía que una de las cosas que aprendí gracias a la generosidad de Horacio Castillo fue reconocer mis propios cambios de registro, reconocer cuando una forma se agota o emerge una nueva. Es decir, comprender que aquello que escribía hablaba de otra manera. Evidentemente se había hecho necesario otro decir. Reconocerlo ayudó. Luego todo se trató de seguir ese hilo. El tono íntimo fue también necesario. Es un trabajo muy lejano respecto de este presente pandémico. El proceso de corrección y selección de textos se hace más fácil con tantos años de distancia. En este caso surgió puntualmente gracias al pedido de un trabajo propio por parte de esta editorial de Montevideo. Eso me permitió seleccionar y pensar en un corpus, sostener una mirada casi ajena —dentro de las limitaciones que existen—para concebir un poemario.  Quiero decir con esto que no siempre llegamos al libro de la misma manera. Cada vez hay nuevos caminos y creo que lo más interesante es transitarlos.