La casa de los pájaros. Notas sobre la vida y obra de Juan L. Ortiz
Mario Nosotti
Santa Fe, UNL, 2021
Tras las huellas de una voz
Por Leandro Llull
«La quietud de quien mira abre el espacio para contener en sí todo acontecimiento, para hacer caducar las fronteras del afuera / adentro, para que la distinción entre el observador y lo observado pierdan sentido». Esa conclusión, a la que Mario Nosotti llega tras examinar los fotogramas extáticos de una de las películas sobre Juan L., parece desprenderse del capítulo y erigirse como consigna del libro entero. Así, quien entre en La casa de los pájaros percibirá ese rasgo por el cual toda clasificación genérica y todo punto de vista se diluyen, y gracias a él, recorrerá sus páginas bajo la temperatura de una vivencia.
Los recursos y las fuentes que nutren este texto son intergenéricos y, en principio, antagónicos. Sin embargo, existe un equilibrio emotivo que le permite al lector experimentar las búsquedas, las pasiones y los móviles de la voz que los va articulando. Biografía, bibliografía, crítica, historia, estética, geografía, literatura se ponen al servicio de la inquietud del autor, para que este último aborde la obra del poeta entrerriano, pero a partir de una percepción marcada por el misterio de la figura a estudiar. Citando a Foucault, Mario Nosotti se plantea si la escritura no abre un espacio en el que quien escribe no termina de desaparecer, si la marca de un autor está solo en la singularidad de su ausencia. Inmediatamente, refiere a Agamben y se pregunta de qué modo tal ausencia puede volverse singular, y termina respondiéndose: «la huella del autor, fugitiva, como la traza luminosa de otra vida y otra historia».
De este modo, el poeta admirado quedará imbuido por un aura de confusión, una nebulosa que marcará el pulso del texto y al mismo tiempo la dificultad de verificar: «Me gusta pensar a Ortiz como un duende que hace trampas, un duende que disemina falsos señuelos, que no indica, que tan solo presenta. Trampas, gestos, astucias, intrigas a través de las cuales la vida real ha sido “puesta en juego”». Percepción que más adelante generará otra pregunta: «¿qué ocurriría si no se clausurase el espejismo en donde “lo real” pierde su irreductibilidad justamente porque es la “imagen falsa” la que le otorga su plena dimensión?». A partir de estas premisas, la figura de Juan L. se convierte en una huella fantasmal que el autor deberá rastrear en las cosas, ya sean estas la obra misma, la biografía, los registros, la familia, los amigos o los lugares en los que el poeta tuvo su querencia.
En esa clave se presenta como punto relevante la estadía del poeta en la vivienda que él mismo denominó “la casa de los pájaros”. Es ahí donde todo el esfuerzo, todas las herramientas y la atención del texto se enfocan para dejar en claro que durante tal período se gesta en la obra de Ortiz un cambio que será radical, el cual quedará plasmado precisamente en el poema “La casa de los pájaros”, anticipo de una estética que luego dominará casi toda su escritura. Respecto del poema, Mario Nosotti nos dice que «empuja una deriva en la cual es posible distinguir una clara secuencia narrativa. Pero se trata de un relato discontinuo, lleno de cambios y de interferencias, de coexistentes capas de sentido. La escritura de Ortiz es un avance donde constantemente se agregan y transforman sedimentos. Las referencias biográficas son postas, señuelos en un mapa que la corriente excede y deja titilando, mezclándose con otras luces, como restándoles preponderancia pero no borrándolos».
Así, el interrogante que la obra de Ortiz despierta en el autor traspasa las fronteras de su obra e inaugura (solo a partir de ella, claro) la cuestión acerca de la relación entre vida, escritura y lugar, sometiendo a distintos análisis las implicancias mutuas de estos tres factores que, a priori, se reconocerían impermeables entre sí: ni la obra importa la vida; ni la vida, la obra; ni el lugar, a alguna de aquellas dos; ni viceversa. Sin embargo, Mario Nosotti va detrás de ese duende personal e intenta rastrear en la voz donde reside el paisaje, al paisaje mismo; en el paisaje, a la voz; en la vida, a la letra, porque «hay algo que el poema trae al mundo y algo a lo que le da la espalda. ¿Cuál es la correspondencia entre las partes? Los hilos del lenguaje construyen esa red significante cuyo fondo vacío nos permite atrapar algo de lo real. Un núcleo de silencio hace posible la significancia. Es como un muro de aire. El lenguaje funciona porque está agujereado».
Por la vitalidad de su abordaje, por su capacidad de borrar los límites del afuera/adentro entre el lector y el texto gracias a su poder de observación, La casa de los pájaros entrama las líneas vitales de la existencia de Juan L Ortiz y las devuelve como una sinergia de cruces que valen no solo para el estudio del gran poeta, sino para cualquier fenómeno de escritura en el cual la vida, la letra y la tierra palpiten al unísono, tanto a nivel semántico como sonoro e imaginario, porque «si el Gualeguay de Ortiz no existe, si solo es la textura de una voz, también es cierto que el viajero que haya leído esos poemas no dejará de ver a través de su lente cuando viaje».
Links
Textos e información de Mario Nosotti sobre Juan L. Ortiz en op.cit. «Apuntes sobre una posible biografía de Juan L. Ortiz» / «Mario Nosotti: Hacia una biografía de Juan L. Ortiz», en Rosa y dorada, la obra completa de Juan L. Ortiz
Más datos sobre La casa de los pájaros. Adelanto, en Página/12 / Entrevista a M. Nosotti, en La Vanguardia, por F. Herrero / Reseña, en El Litoral, por J.I. Novak