Sergio Taglia

Poemas del río*

El río imaginario

Cruzo el puente sobre el río imaginario
cada semana tengo conciencia de hacerlo
el río imaginario está atado a mi cabeza
tira de ella la estruja entre las piedras
cruzo el puente sin sabor a puente
cruzo el río sin sabor a río
cada semana me pregunto si este río que no trae agua
vale menos que el Paraná, el Neuquén o el de La Plata
yo no lo sé pero como dice Pessoa es el río que cruza por mi aldea
y desde sus dos orillas que son su centro puedo ver el mundo
puedo ver cómo el tiempo transcurre entre una piedra y otra
cómo estas se mueven cuando el río trae agua
un hilo desabrido una lengua lastimosa
puedo ver la cordillera en el fondo
internarme entre las paredes las canaletas
esperar a los charcos afligirse
todas las semanas cruzo el puente sobre el río imaginario
ya no sé si él me cruza o si es el río el que lo hace
quiero decir si el río no trae agua
puede que yo sea otra cosa puede que el puente también lo sea
y quiero decir tantas cosas que no digo.

 

Las palabras

sobre un poema de Carl Sandburg

Mi vida transcurre a 18km. del río
en el centro de una ciudad no menos imaginaria
aquí el baldío que prefiero
las casas desiguales
donde solo vi  cosas que desaparecen
no las estatuas de bronce de una vieja ciudad
que buscan ser derrumbadas ni las calles estrechas
sino aquí con vírgenes contenidas en arquetas de vidrio
sobre los barrios de Godoy Cruz y de Las Heras
al lado de una garita sobre un boulevard o en una esquina
la gente las cuida y las venera malamente con orgullo
junto a un palo borracho.
La precariedad le da a las calles una certeza de estar flotando
con los árboles que empujan hacia arriba
en una especie de detención.
El contraste terrible de las hojas y del cielo
hace que no mire las cosas
o lo haga con un prestigio calculado
y son las palabras que surgen entre las uñas
que vienen o van como un viento que baja y se pierde en la llanura
la montaña con ruido de botella en el fondo
el frente de una casa con ligustrines y bancos rotos
el espacio abierto el sol los cables los gatos y los perros
los caballos que pastan en algún descampado de Panquehua
la subida hacia el barrio Municipal
los carriles que zigzaguean hacia los barrios del este y del sur
algún árbol creciendo en la vereda
alguna esquina con una plaza oscura y destruida
los pasillos del ancho de un mueble de costado
el mueble viejo el olor a olla hirviendo las paredes con brillantina
las baldosas
todo esto que no supe identificar
y que de a poco voy sabiendo de memoria
queda atrás cuando salgo de la terminal
aquí rumbo a un trabajo en que enseño las palabras
pero las palabras están en todo sitio
ellas son por sí solas argumento
personas que bailan arriba del bronce y del poema.

 

Techo del río

Caminamos por el río imaginario
ellos hacen chistes
tiran monedas al agua que no está
las monedas rebotan sobre el cristal arenoso
uno de ellos dice que este río no es un río
todos decimos es verdad pero nos sumergimos
bajo el suelo duro nadamos
por la tierra espesa arriba
llueve por fin lo hace sin descanso
pero estamos atrapados vemos las gotas
que chocan contra el techo
escuchamos las voces de los profesores muertos.

 

Saludando al Cacique

Pero el curso de agua que atraviesa la ciudad
es el canal Cacique Guaymallén
que es pequeño como el río
portátil accesorio traspapelado
que es edilicio enceguecido
una lámina que humedece las bocinas
una lámina que se mueve para el norte
la tarde es así hacia el oeste
hecha de abandono por la Costanera
de siete envases entre el plástico y la esquina
una tarde que andaba por ahí
pensé en cada persona que estaba viendo
y me dio un vacío de tiempo inundado
una bronca más pacífica que el desconsuelo
pensé en porqué no hay respuestas
y porqué es tan difícil ser dos piernas que circulan
ahora reflexiono en la causa de escribir esto
a la manera de un poeta de los años ’30 o ‘40
qué me hiciste canal para que cruzando el túnel
me aleje de mí y quiera morir de otra manera
quiera escuchar las voces de los cerveceros y los señores del asfalto
las del jardín cercano al hospital y de la terminal debe ser por eso
el hospital los viajes y el único curso de agua
están muy cerca como si acá tuvieran que darte algo cuando lo hacen
sin dosis previa.
Esa tarde que andaba por ahí no me quedó otra que seguir andando
y dejar al poeta de los ‘30
dejar el túnel el hospital los viajes el jardín y todo eso
mierda dije carajo me enojé
me tiré adentro de una acequia y me dormí por la basura.

 

Al otro día cruzo el puente que va a la terminal

Desperté entre la basura nadé por ella
llegué a la terminal
Roberto lleva unos paquetes bajo el brazo
al cruzar el puente de los túneles
me mareé casi caigo en el cemento
una señora me ofreció un sándwich y un juguito
me mareé me derroté caí en el puente
los que toman vino se rieron
pasaron hablando cosas bellas
después llegué a la terminal
Roberto lleva unos paquetes bajo el brazo
me dice creí que estabas muerto
y yo, debe ser por el canal deben ser los cerveceros
¿los cerveceros? yo que vos me tiro en una acequia
¿qué llevás en los paquetes? digo
nada nada mejor volvé al basural.

 

Vuelvo al centro

Me voy al basural
me acomodo entre papeles
pasa el recuerdo de mi novia
tira una colilla y me quema el antebrazo
pasa una nube pasan enfermos del hospital
me sacudo y pienso pero si ella no fumaba
me acomodo entre los papeles me duermo
una rata cruza por mi cara y una hoja escrita
ya estoy acá Roberto qué querés que haga
no hay una respuesta sólo la voz del tiempo
y también el río de otra parte que se ríe.
y los peces en la mesa.

 

Pronto todos morirán

Me calmo vuelvo al puente y al río imaginario
escucho las voces de los alumnos presos
nuestro oírnos es un enigma del universo
pero nos separa una lámina arenosa
y la inmensidad de este paisaje
la montaña a lo lejos el puente
la curva de Lunlunta hacia el este
trato de ayudar a los alumnos desplazados
sus ojos intranquilos el boquear de sus arterias
ellos están asfixiándose allá abajo
pero nada puedo hacer
estoy sobre el río seco los veo agonizar
uno de ellos estalla su sangre mancha el techo fluido
de arena pronto todos morirán.

 

Canción de los alumnos muertos

Escuchamos a los profesores en sus salas
escuchamos decir que no somos buenos
escuchamos la risa de los profesores muertos
ellos no compartirán el lecho de nuestro río

escuchamos a la profesora ordenada
admiramos la limpieza de sus manos
y sus bien cuidados gestos
pero las piedras van tapando su memoria

esta es la canción de los alumnos muertos
sentimos el dolor de abandonar el aire
una vez más nos pisotean nosotros
que quisimos nadar lo seco

esta es nuestra canción aquí termina
no quisimos suicidarnos solo probar la sensación
sumergirnos en lo nuevo pero nos bajaron de un palazo
nos bajaron con el viento acá cerca de este puente
acá lejos de los otros compañeros muertos.

 

Nota del autor.
* Estos poemas forman parte del libro El río imaginario, de próxima publicación. El libro contiene 57 poemas que hablan de la situación de una región como Mendoza en la que sus cursos de agua traen escasa o nada de agua. Los poemas giran en torno de esta idea e intentan hablar también de la sequedad que se puede dar en otros ámbitos además del geográfico o climático, como puede ser el trabajo, la escritura, la incomprensión, lo incomunicable, lo difícil que es armar un discurso y armonizarlo con algo que pueda acercarse a la sinceridad o lo absurdo que hay en el hecho de decir. Cerca de la ciudad de Mendoza pasa un río que no trae agua. Esta ausencia impacta en los ciudadanos. Es una falta llena de permanencia que se visualiza todos los días.

 


 

Sergio Taglia (Neuquén, 1975)

Poeta, traductor, docente y librero, radicado en Mendoza desde hace muchos años. Enseña francés en escuelas secundarias, y tiene un puesto de libros en la Alameda de la ciudad de Mendoza.

Poesía

El río imaginario, 2015
La silla en el espacio, 2013
Este brazo no es mío, 2003
Folklorista de mí!, 2003
El canal de las flores negras, 2001
21 poemas inútiles, 1999

Links

Poemas. Festival Internacional de Poesía de Rosario / Poetas Siglo XXI