Entrevista a Gabriela Borrelli Azara: “El éxito es algo bien diferente de lo poético”

Escritora, activista cultural y licenciada en Letras por la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Gabriela Borrelli Azara publicó los libros de poemas Océano y Hamaca paraguaya, la novela Vidrio y las recopilaciones de textos y ensayos Lecturas feministas. En esta entrevista se refiere a su trabajo en el Centro Cultural Kirchner, donde impulsa el premio Alfonsina Storni y el Festival Poesía Ya!, y a su mirada sobre el campo poético actual.


Por Osvaldo Aguirre

-El premio Storni lleva dos ediciones y este año organizaron el Festival Poesía Ya! ¿Cómo analizás las respuestas que tuvieron, tanto respecto de la participación como de la producción poética?

Gabriela Borrelli Azara -Más allá de los números, es decir de la cantidad de libros recibidos que fueron muchos (con gran diferencia entre la primera y la segunda edición) hay algo que sobrevive a pesar de la realidad de la poesía: seguimos sorprendiéndonos de que en el país se escriban más de 2600 libros de poemas. Debería decir que la respuesta fue buena, sin embargo, ¿cuándo no lo es? ¿Es la cantidad, es la calidad? y si fuera esto segundo, ¿quiénes lo evalúan?, ¿el jurado?, los poetas que preseleccionan? Un premio es una maquinaria que se enciende y forma parte de esa maquinaria también las intenciones de poetas que aunque no hayan mandado su libro saben que el premio existe, los tantísimos talleres o clubes de lectura que saben que hay gente dispuesta a encender esa maquinaria. Los resultados para mí nunca son fáciles de leer. Por suerte. Sí, recibimos muchos libros y en las dos ediciones contamos con un equipo de preselección de poetas de diferentes edades y pertenencias estéticas. Quisimos replicar lo mismo en el jurado. Pero no me gustaría repetir el mismo cuentito de todes les que organizan, y dicen ¡fue un éxito! porque no sé lo que es un éxito en poesía y me gustaría seguir haciéndome preguntas y no encontrar éxitos. Lo del éxito creo es algo bien diferente a lo poético. O por lo menos, la poesía que a mí me interesa no se mide en los términos de éxito, ni de lectores ni de premios, sin embargo incentivo esas dos cosas, ja! Creo al mismo tiempo que somos parte de una cadena de entusiasmos literarios que a veces encuentra eco institucional. El premio Storni es producto de ese encuentro. Después, la alegría de la lectura, descubrir la poesía de Silvia Mellado, la potencia de Belén Zavallo, o la osadía pop de Aguinsky. Poder leer y reconocer a Gabriela Franco y esperar la lectura de su libro. Toda la lectura que viene después y que renueva el entusiasmo.

-¿Cómo observás el panorama de la poesía argentina actual? ¿Qué particularidades presenta y cómo pensás la acción desde un festival o un premio en ese marco?

-Lo primero que nos propusimos desde el área de literatura que impulsa el festival y el premio es tener diferentes miradas y curadurías (qué palabra odiosa, que en mi función no puedo evitar….si ustedes lectores o vos Osvaldo encontrás otra, la espero) Es decir que no sean solamente las preferencias de quienes organizamos sino que haya circulación de diferentes estéticas e invitar a gente a que arme lecturas. Para el festival específicamente conformamos un equipo de jurados, seis en total, y lxs poetas que leen en el festival se eligen por convocatoria. Mandan sus poemas, se leen y se invitan. Y esta intención de organizar las cosas así responde a que considero que el panorama de la poesía actual es una atomización de estéticas fusionadas, y paradójicamente aunque estamos en la era de las comunicaciones no leemos todo lo que pasa, a veces ni nos enteremos, entonces el desafío es conocer. Es muy loco, pero siento que sucede eso: el desafío es salir del círculo virtual de poesía que nos circunda para poder conocer otros territorios estéticos. Y también insisto: hay una fusión de estéticas que tampoco permite agrupar nombres o armar series. Creo que la impronta de lo que un lugar de la crítica llamó en este último tiempo el giro afectivo re-organizó de alguna manera el panorama ya que las últimas editoriales de poesía que aparecieron en el circuito priorizaron ese giro afectivo. Y entiéndase bien esto: el giro afectivo no solo comprende a las amistades y el afecto entre autores y editores, sino una relación de afectación especial con lo que se escribe. El poema se transforma no solo en un objeto estético sino en un testimonio, en una exploración identitaria, es parte de un objetivo político, etc. Y formalmente ahí hay de todo: rima (mucha y en los más jóvenes), verso libre, ecos de la gauchesca, una pizca, solo una pizca de objetivismo y mucho yo, mucha definición identitaria. Nos proponemos entonces que todo eso este en el festival y que seamos puente también para que muchas generaciones se encuentren con la poesía de Storni, Bignozzi, Alberto Muñoz, Emilia Bertolé, Beatriz Vallejos, Juan L, o María Meleck Vivanco (y nombro a estxs autores porque en las paredes del Centro Cultural Kirchner podemos cruzarnos con su poesía, y en el festival con lecturas que les celebran)

-La circulación y la valoración de la poesía están muy atravesadas por las redes sociales. ¿Cómo ves ese fenómeno? ¿Te parece productivo o más bien problemático?

-Las dos cosas suceden simultáneamente: lo productivo y el problema. El problema es el que describí anteriormente: hay una atomización algorítmica, quién puede dudarlo, que vive en los procesos lectores. En su circulación, en la valoración, en la lectura. Hay poetas (o aforistas, diría más bien) que nunca publicaron un libro pero que son leídos por miles y miles de seguidores. Y ahí hay una lectura, algo que se valora como poema y escritura, y la hay. Las editoriales se vuelcan a la publicación luego de cosechar esos lectores. Si hiciéramos la cuenta (algo horrible en poesía porque no dice nada) de los libros más vendidos, veríamos una correlación en relación a los seguidores en redes antes de la publicación del libro. Ahora bien, también sigue viva con más fuerza que nunca la tradición poética de encuentros, talleres, clínicas, infinidad de publicaciones y lecturas. Es decir, me permito dudar si las redes no intensifican también eso. Antes de las redes, pienso por ejemplo, en el cabaret poético de Sbarra, del que hay, con toda la furia, dos fotos. Imaginate la posibilidad de que eso fuera grabado, reproducido, extendido en redes. Y bueno, ahora esa posibilidad está y hay miles de ciclos. Los celebro. Me gusta. Es parte de la reproducción de lo poético. Y es al mismo tiempo la manera de saltear el algoritmo, de cruzarse con un libro que no viste en redes, de escuchar a alguien que “no seguis”. Son también los encuentros y las lecturas de poesía el lugar donde habitan los fantasmas. Donde se leen a poetas muertos, donde las generaciones se conocen. Puede ser que también llegue el momento en que las redes se agoten y  vuelva el secreto o la intimidad como forma de reunión o reproducción, y otros poetas futuros tengan que reponer tanta exhibición. No lo sé. Un amigo mio editor me decía el otro día: no entiendo lo que está pasando con la poesía. No les entiendo a los poetas de 20. Y ahí en no entender hay una clave. Una clave que me entusiasma. Si hago esto es porque me gusta asomarme a lo que no entiendo, porque para entender está todo lo demás. Todo lo demás que no es poesía.



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Premio Nacional de Poesía Alfonsina Storni. Año 2022
Festival de Poesía Ya!