“La arbitrariedad es un privilegio del poeta”
El multifacético David Wapner emprende una nueva aventura como director de Los Libros del Lagarto Obrero, una colección de poesía para niños y jóvenes de Editorial Maravilla, que desde Villa Ventana conducen Roberta Iannamico y Celeste Caporossi. El lanzamiento incluye dos antologías sorprendentes: Un invento de María Hortensia, un rescate-revisión de la obra poética de María Hortensia Lacau, y Conversación con el pez, una selección personal de poemas de Juan Carlos Moisés. Agregamos textos de ambos volúmenes, imágenes y toda la información que demanda nuestro riguroso lector.
Por Diego Colomba
Conversación con el pez
Juan Carlos Moisés
Editorial Maravilla, Col. El Lagarto Obrero
Villa Ventana
2017
Ilustraciones: Pablo Picyk
–Que el editor de una colección hable en primera persona, haga una sucinta lectura crítica de los textos en la contratapa, explicite poéticamente su visión sobre la poesía para niños y jóvenes en la solapa y narre las vicisitudes de su relación como lector con el autor y los textos publicados en una Coda no es frecuente en un libro para niños y jóvenes. ¿Es un modo de posicionarse frente al nuevo moralismo que reconocés desde la década del ochenta en nuestro país, cuando las intrusiones pedagógicas, psicológicas y moralistas tradicionales en la “literatura infantil y juvenil” parecían haberse debilitado bastante y cobró un peso central lo temático? ¿Qué tan conservador sigue siendo hoy el entorno de la “literatura infantil”?
–Es un modo de posicionar el corpus que pretendo se instale como cuña en el orbe lij, quiero construir una instancia crítica en la República de los Lijbros, objetivo que cumplirá el catálogo que vayamos armando, y cuya primera etapa va enunciada en la contrasolapa de cada Lagarto. Esto, con el refuerzo y apoyo que se incluye a modo de coda en nuestros libros: la Coda del Lagarto es un lugar importante de nuestro proyecto. Continuando con tu pregunta, el entorno actual de la “literatura infantil” (respeto tu encomillado), está más despabilado, pero el niño al que se alude sigue siendo, muchas veces, dibujado. También persiste una confusión sobre el concepto “compromiso”, de modo que lo moral aún se impone y prevalece por sobre la poética. Dije un párrafo antes, “niño dibujado”: yo creo que en realidad ni siquiera es necesario incorporar la figura de niña-niño, no es imprescindible aludir a ninguna infancia, para que un libro pueda ser leído por los más pequeños. No digo que no se pueda, o no se deba, sino que en lo esencial, no agrega ni quita al meollo del texto, cuando éste es bueno. Todo esto se acentúa cuando de poesía se trata.
–¿Cómo surgió el nombre de la colección “Los libros del Lagarto Obrero”?
–Cuando visité la Argentina en octubre de 2014, entre Omar Chauvié y Roberta Iannamico organizaron mi participación en el Festival de Poesía de Bahía Blanca y, desde allí, mi visita a Villa Ventana, el pequeño enclave en donde vive Roberta. Ella, en sus mensajes preparatorios, me preguntó qué tipo de comida comía. Le respondí que de todo, menos cola de lagarto overo. Que es, casualidad o no, una especie muy difundida en esa zona, y en la Villa en particular viven a gusto. Este tópico del lagarto se convirtió en habitual en nuestras conversaciones, y cuando Roberta me consultó sobre el nombre de la colección, sin pensar dos veces le dije “Los libros del Lagarto Overo”, que ella transformó de inmediato en “Obrero”. Me gusta mucho porque sintoniza con el espíritu de Editorial Maravilla, y de su primera publicación, la reedición artesanal de “Tizas de Colores”, de la maestra anarquista Herminia Brumana.
–En ambos libros contás que el deseo de publicar a los autores nació de la lectura de un poema en cada caso. ¿Es una especie de defensa de la arbitrariedad y la inmadurez (que otros pretenden ocultar) en el trabajo con el arte? ¿Como si pusieras de manifiesto la tensión entre el propio deseo y las demandas institucionales?
–Sí. La arbitrariedad y mi propio deseo son una constante en mi propia historia como poeta que se lanza a nadar en un mar de los lijbros muy estructurado. Esta encarnación mía como editor amplía y potencia estas variables. La arbirtrariedad es un privilegio del poeta.
–En algunas entrevistas has señalado que la “literatura infantil” es un malentendido o una confusión que llega a nuestros días con la creación de la sigla LIJ (Literatura infantil y juvenil). ¿Los libros de la colección que dirigís son libros o lijbros? ¿Cumplen para vos con esa aspiración a perder la jota?
–Sí, nuestros libros no usan “jota”, son libros, serán libros, los mejores que encontremos en nuestra búsqueda. Es un compromiso que compartimos con Roberta.
Un invento de María Hortensia
María Hortensia Lacau
Comp: David Wapner
Editorial Maravilla, Col. El Lagarto Obrero
Villa Ventana
2017
Ilustraciones: Cris Sobido
–Si los libros de literatura para niños se desprenden de primeras, segundas y terceras intenciones:¿qué los vuelve libros de literatura “para niños” entonces? ¿Cierta atención, una vez escritos, al repertorio técnico (léxico, sintáctico, retórico) del niño lector-escucha? ¿Una relación diferente con la experiencia de la infancia?
–El liberarse de la intención pone al poeta frente al niño sin intermediarios, las capas de conveniencia distorsionan y alejan de la poesía. Acá retomo el tema de la arbitrariedad: deseo que tales poemas se reúnan en libro para que lo lean los más chicos, le pido a tal o cual poeta que piense qué zona de su poesía querría que llegue a un público que vive en infancia. No elegiría poesía de Olga Orozco o Girri, o de contextura parecida, porque yo mismo casi nunca estoy dispuesto a leerlos: ladrillo es ladrillo, no importa la edad que tenga el receptor. Sí, y de prosperar la colección, me las jugaría por los experimentos de Sebastián Bianchi (escribió varias obras para chicos), los poemas gráficos de Mauro Césari, entre otros que tengo en mente. Roberta está en la misma sintonía, nos aportamos títulos, autores, ideas, confrontamos cada caso y consensuamos.
–En relación con lo anterior, ¿se podría señalar que la “literatura infantil” se escribe deliberadamente (a demanda, propia o ajena) mientras que la “literatura para niños” se descubre y/o edita una vez escrita sin otros encasillamientos que los de la propia cultura, deseo, gusto personal, poética?
–La literatura infantil es una etiqueta comercial, es también un pre-concepto con fines educativos, un artilugio para dividir. Todas quienes participamos de este campo escribimos para los niños, pero sólo si no caemos en el mito de que existe un género llamado “literatura infantil”, falsa creencia que infantiliza y paraliza la poesía, sólo así escribiremos y publicaremos libros, no lijbros.
–Los libros de Juan Carlos Moisés y María Hortensia Lacau tienen puntos en común (el juego, la paradoja, el absurdo) y se alejan bastante en los estilos. Hacés mención en los paratextos a la dimensión ética que trasciende las diversas maneras de hacer poesía. ¿Creés que los dos primeros títulos con los que se inicia la colección sirven de ejemplo de tus palabras?
–No fue casual la elección de Lacau y Moisés para iniciar la colección, con cada uno realicé movimientos opuestos. A Lacau la conduje desde su “pirulerismo” simpático a rincones de su propia poesía en los cuales los disfraces desaparecen y queda en evidencia una zona de delirio que la emparenta con el nonsense de María Elena Walsh que ella critica. La hago caer en una trampa, y espero que su alma me perdone, pero era necesaria esta selección que reduce su pirulerismo para que quede expuesta su calidad. Porque es sobre la demolición de su poesía y la de los de su generación que se erige la renovación que impulsarán en la segunda mitad de los 80 Libros del Quirquincho y Ediciones Colihue. Se puede decir que hago una lectura revisionista de María Hortensia Lacau. A Moisés lo llevé para el otro lado, le pedí, más o menos, que ponga su poesía a disposición de los chicos. Que la ponga en manos de niñas y niños y veamos qué pasa. Que él elija qué, y cómo, con la condición de que no se olvide de “El caballo obediente”. Yo sabía por experiencia que los chicos disfrutan como locos de ese poema, y de otro suyo que yo cantaba, “Victoria”, y que no se incluye en esta selección. De este modo, sin forzar mucho (sólo aquello que implica mi intencionalidad como antólogo), logro que ambos libros hablen y expliquen por sí mismos cómo piensa El Lagarto Obrero.
–El libro de Moisés es sorprendente: poema a poema te contamina la mirada, con un decir lacónico, sin estridencias y un léxico familiar, sin marcas dialectales, con una sobriedad figurativa notoria, y sin embargo te hace entrar en su mecanismo de demolición de la percepción cotidiana del mundo. Y te hace creer, te persuade, de que podrías seguir vos diciendo y mirando el mundo de ese modo. ¿Compartís esa impresión?
Comparto en todo tu impresión, ahí está el genio de Moisés: esa sobriedad, la eliminación de lo superfluo, de lo accesorio, de distractivos, logra que el lector no tenga resquicios por donde escapar: hipnotizado, sucumbe.
María Hortensia Lacau
Canciones de la preguntona
Señorita margarita,
¿usted no se enoja
cuando alguien la deshoja?
¿Sí o no?
¡Porque si fuera yo…!
Y usted señora abeja
que es buena vendedora,
¿es fresquita o es vieja
esta miel que me ofrece?
¿De antes o de ahora?
Canción de colorín colorado
Colorín colorado
mi canción se ha acabado.
El que quiere celeste
que le cueste
y que se moleste
en mirar el cielo
y en mirar el mar.
El que quiere un cuento
que lo escuche al viento
cuando está contento
y sale a cantar.
Morenita de moro morado
mi canción ya se ha terminado.
¿Te ha gustado? ¿Sí?
Entonces… la inventé para ti.
¿Te ha gustado? ¿No?
Entonces… no la inventé yo.
¿Que quién la inventó? ¡…El viento
un día que estaba contento!
Consejos de Juancito Maricaminero
para todos los niños del mundo
Si usas los ojos
sin anteojos con anteojeras,
sabes oír, mirar, sentir,
si le preguntas qué hora es o qué le duele
o si está solo,
a algún perrito, a un zapato viejo,
a una flor o a un vagabundo,
y si en la fila o en la escuela del ancho mundo
preguntas cosas o dices cosas
al que está atrás o está adelante,
entonces sí…
has aprendido a ser un maricaminante.
Y si te importa todo
lo que se guarda en sus bolsillos
el mundo entero,
entonces sí…
has aprendido a ser otro Juancito Maricaminero.
Ruego
Leña, leñita
de los montes verdes,
leñita olorosa,
¿por qué no te marchas?
¿por qué no te pierdes?
¡Te van a quemar!…
¡Sueña que eres mariposa,
leñita,
y échate a volar!
Juan Carlos Moisés
[Es improbable que un buen perro]
Es improbable que un buen perro
haga las veces de un buen pez,
y un mal conejo
difícilmente logre convertirse
en un mal chimango,
así como un buen poema no siempre,
no necesariamente siempre va a resultar
una buena persona.
Los zapatos
Me descalzo los zapatos
con los que he caminado todos estos kilómetros
los sostengo en el aire los observo
y haciendo un nudo con los cordones los uno
y los arrojo hacia atrás
sin mirar
sin volver los ojos
como si estuviera arrojando una herradura
en señal de suerte.
Dos más dos
a e. e. cummings, de quien tomé
prestada la respuesta
A la poesía le preguntan cuánto
es dos más dos
y la poesía sacando
la cuenta con los dedos responde
5
la poesía
no va a la escuela.
El ojo de mi caballo
El ojo de mi caballo es incorregible
siempre mira hacia adentro
razón por la que comete muchas torpezas
se lleva por delante a la gente
tropieza del lado izquierdo
ojo que nunca logró hacer mirar hacia fuera.
Todo esto lleva a creer que es un caballo tonto
pero no nada de eso
mi caballo es inteligente
la inteligencia de ese ojo
siempre dándonos la espalda.
Una vaca
Una vaca muge detrás de la casa
cerca de los árboles.
Cierro los ojos.
Me basta con oír
a esa vaca que intenta decir
lo suyo.