El poeta contemporáneo/ Coz, de Gustavo Weisberger

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Coz
Gustavo Weisberger
Buenos Aires
Ediciones del Dock
2015
64 páginas

 

 

 

 

Por José Villa

Los libros de Gustavo Weisberger han tenido una circulación marginal, si bien los tres que publicó hasta el momento recibieron premios que permitieron la edición. Poco conocido como autor, no obstante él ha permanecido muy atento a las publicaciones actuales, eso se nota. La poesía de Weisberger destila rasgos de contemporaneidad. Pueden rastrearse algunos ecos que nos remiten a Giannuzzi, Casas, u otros autores menos determinables, que en su conjunto conforman una suerte de red de los nuevos relatos. Weisberger, como muchos otros poetas, se siente cómodo dentro de la tradición contemporánea, que resulta en un importante impulso para su trabajo. En este, su tercer libro, y no sé si el mejor, se revela un trabajo enriquecido por un entrecruzamiento de estilos que pasan a formar parte del aire de la poesía del presente.
Ese encuentro con lo propio también se traduce en cierto exilio. La impureza de su medio poético lo lleva a establecer un arte de fusión. Así aparecen rastros casi arqueológicos del antiguo modernismo y deliberadas entonaciones que recuerdan que hay una vida y un decir de barrio, donde derivan enrevesadas líneas de tango y beat argentino. Tuve oportunidad de hablar con el autor sobre este asunto; me confirmó que en sus composiciones se infiltran Celedonio Flores, Carlos de la Púa y Giribaldi, entre otros. En cuanto al beat argentino, está clara su actitud de naufragio, siempre en este oscuro tiempo sin sueños. Estas marcas reaparecen inestables y particulares.
La poesía de Weisberger, expresada en Coz, ejerce una meditación desoladora de la circunstancia, del sujeto carnal, del pibe que trabaja, del hombre suburbano, del poeta que intenta (acaso mezquinamente) llevarse unas buenas frases de ganancia ante un revelador camino de hormigas sobre un papel de diario. Pensándolo bien, esa ganancia mucho más que egoísmo encierra una medida, una provisoria muestra de la proporción de las cosas. Por momentos su escritura halla y proyecta la sombra de un episodio bíblico como un intercambio de bienes pobres, reducidos, casi vanos, que por esta razón resultan necesarios.

 

Poemas de Coz

El cuitado
Fue para el cuitado la grosura de trigo subiéndole desde el talón
el rosal a la izquierda, unas cuantas uñas de Yahvé incrustadas en el pecho
metros de cuero agrio para cubrir la pateada bandera argentina
y en ese mismo lustro de vida, cruzarse de piernas como un ordinario
a quien no se le da un mínimo de bola
y se le palmea la espalda y se le marca la ruta, allá le dicen,
aquel camino de parásito y chatarra.

 

Por la calle Alem
Bolsas de basura abierta durante la noche
que pasó con su largo cabello frío, van tres días
de empezado el invierno,
y se nota, así nomás, la fe drogada en lo profundo del iris
de los que me cruzo camino al trabajo
a los cuales saludo con un leve movimiento de cabeza encapuchada
como quien no tiene raíz y no quiere saber mucho de nada
excepto de la irrealidad de lo ya caminado o dejado atrás.

 

Deshecha
Los de afuera nada saben
que estos tipos, diez o doce no más
acá mismo, paredes de ladrillo gris y un techo de chapa
se pasan algo de comer y toman mistela de treinta mangos
mientras la credulidad la bancan a través del ojo de una aguja
con mujeres y pibes atados con sedas de becerros
y la cicatriz perfecta para la parva de corazones en vigilia
sin otro tesoro que la palabra que se estrella pecho a pecho
bajo un solo hilo de violín que alguien toca, seguramente, algo perdido.

 

Paneo
Llovió todo el día sobre el lomo de la gente
de manera que debo terminar así: viéndome la manga del pulóver carcomida por polillas,
el montón de mugre que no recogí del suelo anoche.
Hay una puerta húmeda y enrarecida; una hormiga queriendo entrar
al buche del ropero, una ventana que me hace acordar lo difícil que es
que los rayos del sol o los brillos de la luna entren en la casa.


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