
El libro de las hormigas
María Rosa Maldonado
Buenos Aires, Leviatán, 2020
Selección: Silvana Franzetti
trabajar de noche
trabajar de noche bajo la luna llena
bajo el blanco magnesio de su lumbre
supone sus peligros
pueden aparecer los demonios de la imaginación
y llevarnos
por un camino diferente al de nuestras hermanas:
sacarnos de la ruta
cerca por ejemplo hay un abeto
—un abeto azul bajo la luz del astro—
que fosforece con destellos narcóticos e íntimos
nosotras no fuimos hechas para servir a eros
nacimos destinadas a cumplir con la práctica
hasta extenuarnos y desfallecer
la pasión es un atributo de las reinas
pero ay la luna tiene tanto poder!
y amar no es una función biológica
sino un destino del alma
hormiga tibetana con su tulpa
con el poder de la mente te he creado
igual a mí
no un útil cormorán pescador
no un oso panda rojo nocturno mullido y de ojos
negros
no un xi shu —árbol de la felicidad— antineoplásico
de ramitas violáceas
no un venerable lama de tres ojos
igual a mí te pensé
durante mucho tiempo meditando
en la cima del mundo meditando
entre la nieve y los vientos meditando
tus flexibles antenas tus fragrantes señales
tu alfabeto de olores
igual y diferente te pensé:
con tu propio corazón y tu misterio
legión
él sumió la legión en unos cerdos
y los ahogó en el mar de galilea
si nos preguntan a nosotras como ellos
también responderemos:
mi nombre es legión
pues somos muchas
pero escondidas
en dominios profundos
desbrozando jardines vigilando los campos de maíz
o dispersando semillas por los bosques
no somos más que una bestia disciplinada
de infinitas cabezas
una y solo una
tan solo un alma perdurando
a través de los siglos
canto de la hormiga III
bajo la fuerza gravitatoria de la luz
canto en los campos de almendros y cerezos
canto
en los altos alisos
prudentes y medicinales
quien tenga oídos que oiga:
tan sagrado como el canto del muecín es mi canto
y así canté llorando ante la gran puerta vertical
que conduce
de la plaza de tiananmen a la ciudad púrpura prohibida
—zinei: estrella polar / casa del emperador de jade /
abuelo celestial
donde más de un millón trabajaron
con la piedra el mármol el ladrillo y la negra madera
del phoebe zhennan—
todo duerme en el mundo
todo duerme en el mundo
todo sueña y por las venas del sueño
—en alucinación de movimiento—
va transmutándose de un lugar a otro:
pelícanos sentados muy cerca de la espuma
su largo pico su gran saco gular
la serena claridad de su plumaje
—treinta mil años de registro fósil—
consagrados en el tempo solar de abu gurab:
protectores del paso de los muertos del mundo terrenal al
inframundo
por incierta mitología comparados a cristo
ellos están hechos de peces
humores y tumores de fondos abisales
ovas y escamas rastros de las grandes estrellas
la mano en su garganta registra
un corazón su latir íntimo y delicado
y al instante siguiente: ya no hay mar no hay espuma
sin encantamientos ocultismo ni significado:
sin propósito en el vértigo pavoroso de lo abierto
un quebrantahuesos sobrevuela la escarpada montaña
María Rosa Maldonado (Barcelona, 1944). Vive en Buenos Aires desde 1949. Es profesora de Filosofía, Ciencias de la Educación y Psicología. Publicó el libro de las hormigas (Leviatán, 2020), acúfenos (Zindo & Gafuri, 2017), atzavara (Kriller71ediciones, 2012), el zumbido de dios (tsé ≈ tsé, 2002), El esplendor ajeno de las cosas (Último Reino, 1992), Hasta que despertar es imposible (Último Reino, 1989, Primer Premio de Poesía del diario La Nación, 1988) y Poemas (Edición de la autora, 1977). Obtuvo el Segundo Premio Municipal de Poesía (bienio 2002-2003). Colabora en diarios y revistas con poemas y notas bibliográficas.
Links
Más poemas de la autora. En Babab / Vallejo & Co. / Zenda
Entrevistas. “La poesía es una meditación en el corazón del silencio”, por Augusto Munaro, en revista Colofón / “María Rosa Maldonado. Sus respuestas y poemas”, por Rolando Revagliatti, en portal de poesía Lexia