Paula Brecciaroli

Otaku*

Buenos Aires, Paisanita Editora, 2016
Fragmento. Selección de Nicolás Guglielmetti


–¿Podés bajar el volumen de ese televisor? –repite su padre.

–Tu nieta está viendo esa porquería.

 –Yo qué sé, qué mirás vos o qué mira la criatura. Bajálo, ¿querés?

 La nena se esconde detrás de una silla.

–Dios –dice el padre y baja el volumen.

Desde la cocina, la hermana llama a Gastón.

–Quiero preguntarte algo.

–No. Querés romperme las pelotas o pedir plata.

–¿Me podés dejar hablar, Gasti?

–No me digas Gasti.

–Vos vivís con papá, sabés que yo con la nena no puedo venir tan seguido.

–¿Y por qué no la cuida el padre?, ¿está muy ocupado mirando cómo crecen las plantitas de marihuana?

–No hablés de lo que no sabés.

–No lo defiendas.

–Lo que te quiero decir, es que papá está grande y vos, ya no sos un nene.

–Qué lúcida.

 –Tenés que ayudarlo con los trabajos, no puede estar yendo y viniendo, rompiéndose el lomo, y vos, acá, rascándote.

Desde el comedor se escucha a la nena llorisqueando de nuevo.

–Mejor ocupate de tu hija. Y para tu información ya estoy trabajando con papá.

Gastón vuelve a la computadora. En el chat se pone gris un punto que hasta recién estaba verde.

–Papá, Matilda, vayan a la mesa. Apaguen las luces.

El departamento queda a oscuras. Desde la cocina ve venir, con el resplandor de las velas, la cara de su hermana. Su sobrina canta el feliz cumpleaños. Cuando se calla, él piensa tres deseos y sopla. Los mismos deseos de todos los años. Su hermana prende la luz y lo abraza. Su padre corre la silla arrastrándola. Lo palmea en la espalda.

 –Te miro y me cuesta creer que cumplís cuarenta, hijo.


* Nota de la autora.

Otaku nació de una forma inesperada. Una noche me puse a pensar en qué habría sido de la vida de un grupo de chicos apasionados por los dibujos animados y las historietas japonesas que había conocido en los noventas.  Entonces, empecé a imaginar sus vidas. Arme un personaje inventado para darme una respuesta. Nunca pude ser fanática de nada, y por eso los fanatismos siempre me llamaron la atención.  Mis amigos eran apasionados, tenían una revista, se mandaban a pedir los mangas a Japón, estudiaban japonés para traducir los animé.  Ese mundo y esa voluntad, siendo que todo era previo al acceso a internet, me deslumbraba. Entonces, la idea de contarlo en una novela era una forma de regístralo, de recordarlo y, en cierto punto, hacerle un homenaje a esos primeros otakus argentinos.



Paula Brecciaroli (Buenos Aires, 1976)

Es coeditora en la Editorial Conejos, integrante de La Coop, narradora y psicóloga. Publicó las novelas Brasil (Conejos, 2011) y Otaku (Paisanita, 2015). El libro de poesía Te traje bichos para que juegues (Textos Intrusos, 2011) y Pequeño Ensayo Ilustrado, con ilustraciones de Pablo Rivas (Bonny. Clide, Ediciones de Mentira, 2009). Realizó ilustraciones para las portadas de los discos de Junior: Junior, Algo respira por mí, y Ajo y agua; y realizó un libro de ilustración, Vaca Vaca (edición de autor, 2007). Participó de 9. Antología de cuentos (Textos Intrusos, 2013). Algunos de sus relatos forman parte de La mano que mece (antología de editores) (Outsider, 2015). Colaboró para las revistas Lugares, Brando, Maíz, Maten al mensajero, Ensayos y El Planeta Urbano.

Entrevista. En Revista Almagro
Reseña de Otaku. En La Primera Piedra