Jim Jarmusch: Poemas. Versiones: Marina Kohon

«Nada es original. Robá de cualquier lado que resuene con inspiración o que le de combustible a tu imaginación. Devorá viejas películas, nuevas películas, música, libros, pinturas, fotografías, poemas, sueños, conversaciones casuales, arquitectura, puentes, señalizaciones de calles, árboles, nubes, formas de agua, luz y sombras. Seleccioná solamente cosas para robar que hablen directamente a tu alma. Si hacés esto, tu trabajo (y robo) serán auténticos. La autenticidad es invaluable; la originalidad es inexistente. Y no te preocupes por esconder tu robo- celebralo si querés. En todo caso, siempre recordá lo que dijo Jean-Luc Godard: ‘No importa de dónde vienen las cosas- sino adónde las llevás’.» J.J.*


Jim Jarmusch, (1953), nativo de Ohio, Estados Unidos,  reconocido cineasta  y guionista que ha dirigido películas como Extraños en el paraíso (1984), Hombre muerto (1995), Café y cigarrillos (2003), Flores rotas (2005), Sólo los amantes saben (2013) y la reciente Paterson (2016) por sólo nombrar algunas,  es también músico (se define como un ávido consumidor de rock) y ha realizado las bandas sonoras de algunos de sus filmes o cortos, y  grabado dos álbumes. Y además escribe poesía. Admirador de los poetas del llamado grupo  New York School of Poets, cita como referentes a Frank O’Hara y a John Ashbery.  Pero también admira a Dante Alighieri, Williams Carlos Williams, Wallace Stevens, Arthur Rimbaud, Kenneth Koch y Emily Dickinson.
Los recursos estéticos que predominan en sus películas son la repetición y variación, la ductilidad del ritmo, los tiempos y compases, la resonancia de la entonación y de la voz, los silencios, las sinfonías de un lugar, la extraña belleza de los objetos cotidianos.  Jim Jarmusch tiene un gran talento para captar los lenguajes de los espacios y articular las formas no verbales de los personajes. Y esto también, las características del director y el músico,  se reflejan en sus versos, que describe escenas como instantáneas de momentos, la cotidianidad urbana. Y la poesía que nace en sus márgenes.

                                                                                      Marina Kohon


Cinco chucherías

1-

Inscripciones fueron hechas
En el borde de las tubas
Aquí el oro se ha descolorido
hacia dentro de la pirámide
y los procesos del sueño
las cuerdas enrolladas de violines neón
los apilados baúles de tutús pastel

2-

Su rostro esconde
Su rostro mirando los colores de los
Pájaros coloridos
Las plumas
En el pantano

3-

La luz es rosada sobre los estudios
Inmovilizado aire de desayunos
Y primavera
La luz de vegetales
Aquí hay rodeos
Allí y prostitutas tempranas

4-

Cinco marineros holandeses cenando
Una gran rebanada
Un pan de manteca
Un pequeño barril de coñac
Un perro entra en el salón

5-

Los elefantes imitan el
Movimiento de los vagones
debajo de la bikini plateada
Un jinete montando a pelo como un pan recién horneado
Los vagones imitan el
Movimiento de elefantes


Nature  Mort

la tarde ha dejado algo de sol
en el brazo de la silla de manila
me recuerda la casa, lo que albergaba
colores dispuestos por encargo
cortinas de mohair blanco atadas como sombras
a las paredes marrones
una ventana abierta que enmarca
una constante descarga de sonido
como un hombre que ha perdido su memoria

una vez se le habían dado corazones oxidados para guardar:
el aire alrededor del hombre sosteniendo
los corazones oxidados
sin trazo de matices
su cara áspera aún más áspera
por la plenitud del cielo
el cielo lleno de nubes y nubes
flotando como rosas blancas

una vez una pequeña nena rubia había entrado a la habitación:
“mira, ¿no es éste un caracol precioso?
es el caracol más grande del mundo entero”

una vez una mujer con cabello como chelos:
a través de brazos hábiles y abiertos
él rechazó aplastar las coronas de flores contra sí
porque las sospechaba envenenadas
los bordes del corazón de ella se destiñeron
el techo leyó su colección de nieve

pronto el sonido cambiará a violeta
ofrecerá un arreglo suave y vacío
la silla desdibujándose en puntos
la ventana en espejos
luego, cuando la quietud haya aquietado la casa
los sueños traerán
pequeños ramilletes para el cerebro del hombre.


Pantalla dividida

La chica rubia en mi baño
Usando lencería de cuero
Está cortando su cabello

En la esperanza de darle la apariencia
De ser más largo.
Eso me recuerda al húngaro

Que se muda a Los Angeles,
Se olvida cómo hablar húngaro,
Y nunca aprende una palabra en inglés.


Los árboles están llorando

Ellos han llovido las ventanas
Para celebrar la muerte del viento.
Dentro, él traza líneas

En el mantel blanco
Con un tenedor, describiendo elaborado
Equipamiento sexual japonés.

Sus ojos son su propio lenguaje,
Que lloran como árboles en una pintura
De Miguel Angel (Antonioni).


Chicas flexibles de Tokio

Los efectos del mundo se dispersan
Con lentos bloques verdes
Que caen en la calle.

Figuras de humo aquí en algún sitio
Levantándose como cabellos caucásicos.
Mi taxi está impermeabilizado contra la lluvia,

Luces, microondas, contra la canción
Las chicas vestidas como marineros
Están hipotéticamente cantando.


Veredicto con guitarra

Este aire creciendo no es aire
Sino tazas y platitos
Formados por la redondez
De su propia evidencia

De la misma forma los árboles
Aunque no son guitarras
Son testimonio de su propia música,
Inclinándose levemente

Hay gráficos que explican esto,
Y circuitos, ignorados
Por el peso de su separación

Aún así, ninguna acción  puede prevalecer, ningún postre
Servirse. Nada implicado
Excepto las circunstancias
Ya rotas.

Y así estas ideas gastadas
Aquí usadas como ropas
Serán compensadas, sin disculpas,
Por las cuerdas más suaves de sus instrumentos


Bonus track: Se puede escuchar el poema «Verdict with Guitar» en la voz del autor, aquí.



Five Gagatelles

1

inscriptions were left on the
edge of tubas
here gold has faded into
inside the pyramid
and the processes of sleep
the coiled cords from neon violins
the stacked trunks of pastel tutus

2

her face thimbles
her face looking at the colors on the
colorful birds
the feathers
into the swamp

3

the light is rose above the studios
stilled air of breakfasts
and spring
the light of vegetables
here are rodeos
there and early prostitutes

4

five Dutch sailors eating dinner
a large loaf
a firkin of butter
a cag of brandy
a dog enters the saloon

5

the elephants mimic the
motion of the wagons
underneath the silver bikini
a bareback rider like freshly-baked bread
the wagons mimic the
motion of elephants


Nature mort

the afternoon having left some sun
on the arm of the manila armchair
reminds the house of what is housed
of colors arranged in orders
white mohair curtains fastened like shadows
along brown walls
an opened window framing
a constant flush of sound
like a man who has lost his memory

once he had been given rusted valentines to hold:
the air around the man holding
the rusted valentines
having no trace of shadings
his rough face made rougher by
the fullness of the sky
the sky full of clouds and clouds
floating like white roses

once a small blond girl had entered the room:
«look, isn’t this a lovely seashell?
it’s the largest seashell in the whole world.»

once a woman with hair like cellos:
through arms deft and opened
he refused to crush the wreaths of flowers to him
suspecting them laced with poison
the edges of her heart discolored
the roof perused its collection of snow

soon the sound will turn to violet
offering smooth and blank arrangement
the chair fading into dots
the window into mirrors
later when stillness has stilled the house
the dreams will bring
little bouquets to the man’s brain


Split-screen

The blond girl in my bathroom
wearing leather underwear
is cutting her hair shorter

in hopes of giving it the appearance
of being longer.
This reminds me of the Hungarian

who moves to Los Angeles,
forgets how to speak Hungarian,
and never learns a word of English.


The trees are crying

They have lashed down the windows
to celebrate the death of the wind.
Inside, he traces lines

in the white tablecloth
with a fork, describing elaborate
Japanese sexual equipment.

His eyes are their own language,
crying like the trees in a painting
by Michelangelo (Antonioni).


Flexible girls of Tokyo

The effects of the world disperse
with slow green bricks
falling across the street.

Smoke figures in here somewhere,
rising like Caucasian hair.
My taxi is sealed against rain,

light, microwaves, against the song
the girls dressed like sailors
are theoretically singing.


Verdict with guitar

This rising isn’t air
but cups and saucers
formed by the roundness
of their own evidence

In the same sense the trees
though not yet guitars
are testimony of their own music,
bending slightly

There are charts
to explain all this,

and circuits, disregarded
by the weight of their separateness
Still, no agency can prevail, no dessert
served. Nothing implied
except circumstances
already broken

And so these used ideas
here worn like clothes
will be compensated, without apology,
by the softest chords of their instrument


* Nota.
En las películas de Jarmusch siempre parece que hay alguien leyendo, escribiendo, emulando o inspirándose en la lectura. Sus películas (o las grandes escenas por donde se filtran y a veces prevalecen tiempos vacíos que llamamos sus películas) pasan por la gran naturaleza del tiempo reflexivo. De allí probablemente provengan los dislocamientos de la narración, las citas fallidas o imprecisas, las de sus propios personajes, los constantes parecidos (de cosas, seres, hechos, argumentos). El William Blake de Dead man se relaciona con el poeta por el hilo de su nombre; de ese modo cuenta la historia posible del poeta y de alguien que no lo es (alguien que no es él). De un modo similar se articula la historia de Paterson, aunque esta vez con el agravante de la existencia de un libro alegórico entre un hombre y una ciudad, la existencia de un poeta que lo escribió (W.C. Williams) y de alguien que en la película encarna a un tal Paterson, anotador de poemas en una libretita, felizmente casado, colectivero, un héroe de epopeyas breves, pequeñas, casi quietas, porque ese colectivo y su tramo rutinario es una forma de estar quieto. Por último, cada personaje parece llevar dentro suyo el poema de la creación: cierta sabiduría como escrita fuera de renglón y de los márgenes exhala historias que se hacen allí y en muchas otras partes, aunque no por mucho tiempo, quiero decir, que viajan por el tiempo.

José Villa



Imagen de afiche, sobre un diseño de Augusto Costanzo