Quiero / Alejandro Crotto

Quiero
Alejandro Crotto
Buenos Aires, Audisea, 2023


Una voz que llama desde adentro

Por Fabián O. Iriarte – Carlos Fratini

En julio de 2014 apareció, en la revista Hablar de Poesía, un poema de Alejandro Crotto titulado “Simone Weil”, un monólogo dramático en el que se daba voz a la filósofa francesa. En los primeros versos se leía: “Y yo caí / en las manos temibles del Dios vivo, en sus llagadas / manos. Caí sin entender cómo caía y dónde, / qué decía eso en mí que repetía ‘quiero, quiero’”. Una voz llama desde adentro y se entrega  al contacto con lo exterior; en ese gesto, en ese ‘querer’, Crotto reincide ahora, en su nuevo libro. La afirmación, “quiero”,  puede rastrearse en muchos de los poemas que conforman este título; pero debería agregarse que ese encuentro no necesariamente obedece siempre a un motivo espiritual o religioso, aunque lo preexiste. El título de la colección, con su ausencia de objeto directo, funciona virtualmente como una invitación a abrir el libro para enterarse de cuál es el objeto de deseo. En algunos momentos, ese querer encontrará asidero en la música interna de los versos. Así, en “La rima llega al corazón sin pasar por el intelecto”, una voz, una “voz detrás”, pide ser escuchada. Al igual que Simone Weil, que cae “sin entender cómo caía y dónde”, en este poema no se hace lugar a la razón porque la experiencia, según propone el poeta, ocurre en otro lugar. Esta escisión entre el intelecto y el sentimiento, en algún grado imposible, podría pensarse como experiencia interior. En ese sentido, el verso final del poema “Alba”, profundiza este sobresalto de la experiencia: “Quiero escuchar sin entender mil veces”. 

Quiero recupera muchas de las líneas que Alejandro Crotto ya ha esbozado en su obra anterior: poemas fotográficos, poemas de experimentación métrica, poemas donde el contenido se deslinda, momentáneamente, de la forma y las imágenes se concentran, monólogos dramáticos, poemas articulados por la visión de algún aspecto de la naturaleza, cuando no directamente de animales. De esa forma, podrían articularse, quizás arbitrariamente, diversas series que llevarían a reflexionar, desde este libro, sobre las múltiples aristas que definen la obra del autor. Quien haya leído sus libros anteriores sabe que la experimentación y la recuperación de los aspectos formales de la rima y la métrica son parte de la voluntad de su escritura. Así, la rima (consonante, interna, de variación vocálica) se combina a veces con la métrica. Los versos endecasílabos, octosílabos, heptasílabos, la variación de la sextina, el terceto dantesco —sin duda muy asimilado a partir de su traducción del “Inferno”, de la Divina Comedia—, el soneto inglés de tres cuartetos y un pareado final son algunas muestras de su destreza técnica. “Cómo hacer un arroyo”, un poema instruccional que funciona acaso como ars poetica, está compuesto enteramente por pareados endecasílabos: “Y llenate de sol que las palabras / también están queriendo que las abras”. Dos formas de “abrir las palabras”, de descubrir qué encierran, son la elaboración de listas y el placer lúdico en los sonidos. Una combinación de ambas se ve en el extraño poema en que Crotto ofrece, sin más, una enumeración de nombres (¿míticos, esdrújulos, operísticos?) de abejas, hormigas, moscas y arañas:

Floralba,
Damasquina,
Filomel,
Evánima,
Glaudora.

La religión, entendida como experiencia interna, ocupa un lugar muy importante, cuando no central, en la obra de Crotto. Esta evidencia puede desprenderse de la lectura de algunos poemas de Abejas (2009) y Chesterton (2013), sus primeros libros, pero aquí se manifiesta parcialmente en la serie de brindis, en la que Daniel y Zaqueo (personajes bíblicos) y Teresita y Clara (santas) se expresan en forma de monólogo dramático; género que el poeta ya exploró en los libros Once personas (2015), traducciones de Browning y Tennyson, y Francisco. Un monólogo dramático (2017). El artificio de este tipo de poemas consiste en una máscara, a través de la cual el poeta da cuenta de una experiencia singular (entre propia y ajena). En “El brindis de Teresita” leemos cómo la santa se considera a sí misma como un medio, “el lápiz / con el que a veces Él dibuja…”, y concluye:

En la celda, velando, la otra noche
sonreía al pensar en las semillas:
cerradas en su noche, sin saber.
Después dormí en sus ojos.
Él insistió en guardarme
en vez de en un cajón, en sus pupilas.

El acto de ver es un eje articulador de Quiero, que emparienta a Alejandro Crotto con algunas expresiones objetivistas de la poesía argentina. Por momentos, se presenta en pequeñas anécdotas bucólicas, en las que la imagen de un animal o la reflexión sobre esa escena constituyen el centro del poema:

Mediodía

Vi un tábano. Fue así:
había mucho sol y yo estaba en la orilla.
Lo vi, quieto en su piedra. En un momento
alzó unas alas transparentes,
con nervaduras,
y después las bajó.
Detrás se oía el agua yéndose,
la sombra en los cipreses de la cuesta,
y arriba el cielo nuestro, que crujía.

Una lectura de ese reino natural en la poesía de Crotto podría profundizarse a partir del ensayo “Capturar animales”, de Ted Hughes, traducido en colaboración con Diego Alfaro Palma para el número 31 de Hablar de poesía. En ese sentido, existe una continuidad entre la poesía, los ensayos y las traducciones de este poeta, en una inscripción legible de sus diversas etapas: “Algo adentro de algo, / algo al lado de algo, / algo encima de algo, con algo encima”, léxicos, temas, experimentación formal que podrían ser, tal vez, el objeto directo de ese Quiero.


La rima llega al corazón sin pasar por el intelecto

Cuando agarro una piedra el perro ladra.

Lo mismo el fuego cuando empieza y crece:
chasquidos, mínimos crujidos
de ramitas y hojas.

Yo escucho: esto me pasa mucho.

Digo, lo de sentir la voz detrás.

¿La voz? ¿Detrás de qué?

No sé.


Alba

Quiero estar frente al mar: su rumor sordo,
su ruido circular que rueda y rueda, quiero
sentir cómo se rompe mientras dura.

El mar es esto: la obediencia perfecta
y el frío de la orilla.

Quiero estar frente al mar.

Quiero escuchar sin entender mil veces.


Canción

Esto en mí que soy yo y que no es mío,
esto en mí como el agua en el río.

Como el agua que pasa y que dura,
como el agua que nunca se apura.

Una música muda por dentro,
este pulso en el centro del centro.

Como el agua que dura y que pasa,
como el agua que nunca se atrasa.

Esto en mí, una sed que despacio
va creciendo a la vez que la sacio.

Esto en mí que soy yo y que no es mío,
esto en mí como el agua en el río.



Links
Más sobre el libro. Reseña, en Otra Parte, por A. Mallol
Más poemas del libro. En La Otra Piedra