Ebook: Marcelo Rizzi / Un círculo invisible y perfecto

Marcelo Rizzi es un poeta que viene construyendo una obra de unidad estilística a partir de un tratamiento específico de la imagen. Sus poemas sostienen una especie de temporalidad por fuera de lo contemporáneo, que a la vez pasa por el centro del presente. Por un lado, una iconografía de cierta memoria barroca; por otro, una narración que va como despedazando contornos y colores. En el tono aparece la plegaria tocada por el descontento, como si se estuviese asistiendo al episodio catastrófico de una humanidad que ya pasó. Uno de los versos de Un círculo invisible y perfecto dice «no se lee jamás al poeta sino a su doble»; eso nos habla de una segunda voz o una voz desdoblada, incluso segundo cuerpo, aliado, impostor, vidente, antagonista, eco, o grito; la cual se traduce en gran medida al paisaje, que recoge cuadros atravesados como por una fiebre eléctrica de caída del sentido. La pérdida se expresa en capas de imágenes que llevan a reconocer este y otros tiempos que nunca dejaron de ocurrir.
J.V.



Poemas de Un círculo invisible y perfecto


Está oculta esa mano de la ofrenda: en el tintineo
inusual de tres monedas describe un círculo invisible
y perfecto. Y está esta otra tuya que condena mi
escritura por su forma de serpiente. No sé en qué
rincón de mí ya me has olvidado, con un estrépito
de piedra cae la pendiente. Hoy se intercambian
razones con los dioses como si fueran seres llegados
de otras tierras. De eso tratarán mis convicciones,
de mi iniciática prebenda; de un mar profundo,
de sumas fijas, de incesantes restas.


*

Hay alguien desconocido que desde el otro lado
del camino te recuerda: “cuídate de quien te sueñe,
mucho más de quien te haga soñar”. Y así, igual que
cualquiera que valida su fluctuante interior en una letra,
o como hizo el santo con su rodilla en esa piedra —ahora
un cuenco donde recoger el agua de lluvia—, así también
deberás recordar que ninguno testimonia por lo que no
había sido previsto, que disputamos el único disfraz de
animal, que lo que no es error es siempre cosa bella.


*

Se entiende poco de los años que han pasado,
del desierto que allá afuera nos espera. Algo es
seguro: no habrá esta vez otros veinte años por
delante, tiempo donde fallecen mientras tanto
los Cristos de toda emancipación. Junio regresa
con frutos aún sin madurar, la grulla madre pudo
cruzar tranquila los mares, nosotros ceremoniar
el fuego y sus cien quimeras, el abejorro la errática
flor del nogal.


*

Hay que volver a medir pero con otros instrumentos
la altura exacta de estos árboles, la extensión de estas calles,
el arco que describe un triunfo, el límite de un cuerpo y su
acto colindante: algo que distraiga al ojo de su ambición por
el último detalle. Por caso, de esta hoja de bitácora, la cuestión
del tiempo, siempre inminente, escaso, que debería acelerarse
si la mirada pudiera posarse un momento sobre la línea que
separa la Umbria de la Toscana, o dibujara con esa tinta ocre
del solsticio dos pies de mujer que sobresalen de la cama,
o un horizonte, fluvial, hacia donde siempre uno de ellos
señala.


*

Nunca fue nuestro tiempo tan anticipador:
teníamos todo allí, bajo un pulgar nervioso,
en la pupila ya no había más lugar. El vencedor
rápidamente advertía qué hacer con el vencido
—se apostaban como en el mito por dinero las
ropas que habían cubierto de un cuerpo tibio
promesa y desnudez. Sin ese hábito de involucrarse
a cada hora en la refriega, nada habría tenido sentido,
apenas una escaramuza entre vecinos, una tonta pelea
callejera.


*

No tanto para que lo viésemos ir y venir de aquí
para allá, sino para ser oído sin verlo en las tardes
de verano, ha sido inventado el tren. Es altamente
probable que haya sido ese el objetivo —y no tanto
para el transporte del fruto de las labranzas o las
riquezas extraídas de cavernas subterráneas. Sucede
lo mismo, pero de modo contrario, con otra invención
como es el barco, del que obtenemos una imagen mental
perfectamente deliciosa, menos si lo recordamos por el
rumor de sus velas, sus remos o sus motores, que cuando
lo vemos envuelto por altísimas llamas que alcanzan
el cielo, minutos antes de su inexorable partida hacia
el corazón mismo del mar.


*

No tiembla la mano sino el ojo. Probá leer
el poema solo con uno de los dos y descubrirás
ese mundo basculante —*rápida
de la escritura en escenario, interna ley
que tiene como fin ocultar de la letra todo
cuanto pueda probarse: que el otro ojo queda
como en una gran zona de espera, deseante
en la inminencia de la fruta, o a que la fragua
se encienda, se reinicie con el nuevo día
la inútil contienda de hoy.


*

Ah, esas marionetas que ponías a danzar en el desierto,
o esos peces moribundos de una playa terminal, eran
los dioses que masticaban tu fe como si fuera aquel
agridulce pastelillo del hogar. Hoy quizá incendien
otra vez una nueva casa, omitan el derecho a la cópula
de la llama con el fuego, dejen que el rebaño paste en la
dehesa. Ante un mar insólito descubrirán que fueron
tu oxidada maquinaria, tu engranaje, cada mano
la infinita prolongación de la polea, la rueda del
molino que crujía la inocente noche estival.



Marcelo Rizzi (Rosario, 1961)

Es poeta, traductor, Educador de Museos y Diseñador Gráfico. Estudió Historia y Filosofía en la Universidad de Rosario.

Poesía
Un círculo invisible y perfecto (ebook), Ediciones op.cit., 2025
La constancia, Capilla del Monte, Detodoslosmares, 2024
Del cultivo de sí como un árbol de costumbre, Buenos Aires, Barnacle, 2022
Prosa bisiesta, Buenos Aires, Ediciones A Capella, 2020
Driftwood, Buenos Aires, Barnacle, 2020
Los saberes esenciales, Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2019
El libro de los helechos, Buenos Aires, Barnacle, 2018
La destrucción (e-book) , poesiaargentina.com, 2015
La isla de los perros, Córdoba, Alción, 2009
Casa incompleta, Rosario, Editorial Municipal de Rosario, 2007 (Premio Concurso Felipe Aldana)
Sinopie, Mar del Plata, Melusina, 2003
El comienzo oblicuo de todo desorden, Barcelona, DeBolsillo, Plaza
& Janés, 2001

Links
Más textos de Marcelo Rizzi en op.cit. «El cultivo de sí como un árbol de costumbre» / «Prosa bisiesta» / «El libro de los helechos» /