Cecília Meireles: Poemas / Versiones de Eduardo D’Anna

Amplia selección de la obra de Cecília Meireles (1901-1964), una de las grandes poetas del Brasil

Nota, selección de textos y traducción:
Eduardo D’Anna

Cecília Meireles nació en Rio de Janeiro el 7 de noviembre de 1901. Su nombre completo era Cecília Benevides de Carvalho Meirelles. Prefirió eliminar una “l” de su nombre artístico. A lo largo de su vida sufrió una sucesión importante de pérdidas: su padre murió tres meses antes de que ella naciera, su madre tres años después, y perdió además tres hermanitos más grandes; fue criada por la abuela materna. Concurrió a la Escuela Normal de Río de Janeiro, entre 1913 y 1916, y comenzó a escribir poesía a los nueve años. Estudió lenguas, literatura, música, folklore y teoría educacional. A los 18 años publicó su primer libro de poemas. Se casó en 1922. Su primer marido, el artista plástico portugués Fernando Correia Dias se mató en una crisis de depresión aguda en 1935; ella crió sola a sus tres hijas —una de ellas sería después la actriz María Fernanda Meireles—, dando clases en la Universidad del Distrito Federal, y colaborando en periódicos. Se casó nuevamente, con Heitor Vinicius de Silveira Grillo, profesor e ingeniero agrónomo. Se desempeñó además como periodista, publicando notas sobre temas educativos (área a la que se mantuvo ligada, fundando en 1934 la primera biblioteca infantil de Río de Janeiro). Escribió numerosos libros de literatura infantil, entre ellos: Leilão de Jardim, O Cavalinho Branco, Colar de Carolina, O mosquito escreve, Sonhos da menina, O menino azul y A pombinha da mata. A partir de 1934 dio conferencias sobre Literatura Brasileña en Lisboa y Coimbra y, en 1936, fue contratada por la Universidad Federal de Rio de Janeiro. Entre 1936 y 1938 colaboró con el periódico A Manhã y con la revista Observador Econômico. A lo largo de su carrera pronunció numerosas conferencias alrededor del mundo. Recibió el premio de poesía Olavo Bilac, de la Academia Brasileña de Letras en 1938. Fue su consagración. Posteriormente viajó por varios países, cuyas impresiones llegaron a varios de sus poemas. 

En 1940 enseñó en la Universidad de Texas. Su obra es numerosa: Espectros (1919), Criança, meu amor (1923), Nunca mais…, (1923), Poema dos Poemas, (1923), Baladas para El-Rei, (1925), Saudação à menina de Portugal (1930), Batuque, samba e Macumba (1933), O Espírito Vitorioso (1935), A Festa das Letras (1937), Viagem (1939), Vaga Música (1942), Poetas Novos de Portugal (1944), Mar Absoluto (1945), Rute e Alberto (1945), Rui — Pequena História de uma Grande Vida (1948), Retrato Natural (1949), Problemas de Literatura Infantil (1950), Amor em Leonoreta (1952), Doze Noturnos de Holanda e o Aeronauta (1952), Romanceiro da Inconfidência (1953), Poemas Escritos na Índia (1953), Batuque (1953), Pequeno Oratório de Santa Clara (1955), Pistóia, Cemitério Militar Brasileiro (1955), Panorama Folclórico de Açores (1955), Canções (1956), Giroflê, Giroflá (1956), Romance de Santa Cecília (1957), A Bíblia na Literatura Brasileira (1957), A Rosa (1957), Metal Rosicler (1960), Poemas de Israel (1963), Solombra (1963), Ou Isto ou Aquilo (1964), y Escolha o Seu Sonho (1964). Tras de su fallecimiento se publicaron Crônica Trovada da Cidade de San Sebastian do Rio de Janeiro (1965), O Menino Atra (1966), Poemas Italianos (1968), Elegias (1974), Flores e Canções (1979), Canção da Tarde no Campo (2001), y Episódio Humano (2007); así como diversas antologías de sus poemas y los poemas completos. Por su temática anclada en lo cotidiano y por el tratamiento sin grandilocuencias que da a lo trágico, su poesía puede ser incluida en la de los Modernistas brasileños, escuela que coincide, a grandes rasgos, con nuestro Vanguardismo. Si embargo, hay muy pocas notas de vanguardia en la poesía de Cecília; incluso en las primeras composiciones utiliza preferentemente métrica y rima regulares, aunque predomina más tarde el verso libre. Escribió también poemas narrativos, de extensión mayor, lógicamente, a la de sus poemas líricos. Su conmovedora y sencilla confesión de soledad, que sospechamos ella parece atribuir a todos los seres humanos, no pasará de moda, porque es ineludiblemente auténtica: “sólo bebí de lo que lloré”. Cecilia Meireles murió en Río de Janeiro el 9 de noviembre de 1964.

Poemas

ARAÑA[1] / BRAHMÁN[2] /
BALADAS PARA EL REY[3] / CÁNTICO[4]  /
MORENA, PENA DE AMOR-19[5] /  RETRATO[6] /
ACEPTACIÓN[7] /
EPIGRAMA Nº 7[8] / EPIGRAMA Nº 9[9] / CUARTETA[10] /
EPITAFIO DE LA NAVEGADORA[11] /
CANCIÓN DEL CAMINO[12] / RECUERDO RURAL[13] /
INTERLUDIO[14] / REINVENCIÓN[15] /
CONTEMPLACIÓN[16] /
LAMENTO DE LA NOVIA DEL SOLDADO[17] /
DIANA[18] / CARONTE[19] / LOS DÍAS FELICES[20] /
INÚTIL ETERNIDAD[21] / COMUNICACIÓN[22] /
BALADA DE OURO PRETO[23] /
DISPOSICIONES FINALES[24] / HUMILDAD[25] /
NADADOR[26] /
MURAL SONRIENTE[27] / VIA APPIA[28] /
OTRO DÍA SOÑÉ QUE EL COCHE FÚNEBRE[29] /
DIBUJOS DE HOLANDA[30] /
POR DESGRACIA, FALLARON LAS FOTOGRAFÍAS[31] /
LA CHACRA DE CHICO BOLACHA[32] /
LINEA RECTA[33]


ARAÑA [1]

Alto, adónde el polvo apenas alcanza,
Ella está tejiendo su frágil tela;
Pasa y repasa en torno y no se cansa,
No se detiene, ni erra, ni tontea.

Por eso es que también, sin tardanza,
Pronta, la urdimbre espléndida alardea;
Cuando la araña rutilante descansa
En el resplandor de seda que la rodea.

Incide el sol ardiente y voluptuoso
En la trama, y el arácnido en el centro
Como un leonado topacio resplandece.

Yo pienso que es filósofa esta araña,
Que, tránsfuga del mundo, se enmaraña
En el sueño sutil que teje y teje.


BRAHMÁN [2]

Plena selva. Silencio. Ni un pío
De ave, ni ruido de hoja. Solamente
A lo lejos, murmullo suspiroso,
Del Ganges pasa fúlgida serpiente.

Sin que en su cuerpo de piedra haya un temblor,
Desnudo, brazo al aire, harto de joyas,
Con la barba esparcida sobre el pecho
En la selva callada, el brahmán sueña.

Por el verano al sol, que abrasa el cielo,
que calcina la tierra, impasible, la sílaba
divina bisbisea… La cólera invernal

del viento osa mover, del hindú esquelético
frío y rígido, ni un pelo de la barba,
cuando contempla el firmamento en éxtasis.


BALADAS PARA EL REY [3]

En la triste noche grande,
Mi pensamiento parado
Tiene quietud de cigüeña
En el borde de un tejado…

En la triste noche grande…

Me recuerdan las planicies
desiertas de un país nórdico
Las perspectivas abiertas
De este mundo de mi suerte…

Me recuerdan las planicies…

Lejos, distancias desiertas…
En todo lo que se abarca
Hay ligerezas enfermas
De lunas de Dinamarca…

Lejos, distancias desiertas…

Y bajo un mirar de llanto
De estrellas alucinadas,
Vas, —corona, cetro y manto—
¡Vos, oh, rey de mis baladas!

Y bajo un mirar de llanto…

………………………………..

En la triste noche grande,
Mi pensamiento parado
Tiene quietud de cigüeña
En el borde de un tejado…

En la triste noche grande…

Yo sueño mi sueño oculto
De ave triste —que no vuela—
Detenida en tu figura
De cetro, manto y corona…

Yo sueño mi sueño oculto…


CÁNTICO [4]

I

No quieras tener Patria.
No dividas la Tierra.
No dividas el Cielo.
No arranques pedazos de mar.
No quieras tener.
Nace bien alto,
Que todas las cosas serán tuyas.
Que alcanzarás todos los horizontes.
Que tu mirada, estando en todas partes,
Te ponga en todo,
Como Dios.

VII

No ames como aman los hombres.
No ames con amor.
Ama sin amor.
Ama sin querer.
Ama sin sentir.
Ama como si fueses otro.
Como si fueses a amar.
Sin esperar.
Por no esperar.
Tan separado del que ama, en tí,
Que no te inquiete
Si el amor lleva a la felicidad,
Si lleva a la muerte,
Si lleva a algún destino.
Si te lleva.
Y si va, él mismo…


MORENA, PENA DE AMOR-19 [5]

Por todos los lados
el mar me rodea,
me deja recados
escritos en la arena.

De las aguas hija,
nací en un beso de espuma
alrededor de alguna
silenciosa isla.

Maravilla, maravilla
de espuma en piedra serena:
el agua en mis ojos brilla
de piedra es que soy morena.


RETRATO [6]

Yo no tenía este rostro de hoy,
tan calmo, tan triste, tan flaco,
ni estos ojos tan vacíos,
ni los labios amargos.

No tenía estas manos sin fuerza,
tan paradas y frías y muertas;
no tenía este corazón
que no se muestra.

Yo no busqué este cambio
tan simple, tan cierto, tan fácil:
-¿En qué espejo quedó perdida
mi cara?


ACEPTACIÓN [7]

Es más fácil poner el oído en las nubes
y sentir pasar las estrellas
que colocarlo en tierra y alcanzar el rumor de tus pasos.

Es más fácil, también, inclinar los ojos en el océano
y asistir, allá en lo hondo, al nacimiento mudo de las formas,
que desear que aparezcas, creando con tu simple gesto
la señal de una eterna esperanza.

No me interesan más ni las estrellas, ni las formas del mar,
ni tú.

Desenrollé de adentro del tiempo mi canción:
no tengo envidia de las cigarras: también yo voy
a morir de cantar.


EPIGRAMA Nº 7 [8]

Tu raza de aventura
quiso tener la tierra, el cielo, el mar.

En la mía, hay una delicia oscura
de no querer, de no ganar…

Tu raza quiso partir,
guerrear, sufrir, vencer, volver.

La mía no quiere ir ni venir.
Mi raza quiere pasar.


EPIGRAMA Nº 9 [9]

El viento vuela,
la noche se aturde,
la hoja cae.

¿Habrá algún pensamientos
sobre esa noche? ¿Sobre ese viento?
¿Sobre esa hoja que se va?


CUARTETA [10]

Los remos golpean las aguas:
hay que herir, para andar.
Y las aguas consienten…
es el destino del mar.


EPITAFIO DE LA NAVEGADORA [11]

A Gastón Figuera

Si te preguntaran quien era
ésa que a las arenas y los hielos
quiso enseñarles la primavera,

y que perdió sus ojos por los
mares sin dioses de esta vida,
sabiendo que, perdiéndolos,

quedaría también perdida;
y que en algas y espumas presa
dejó su alma agradecida;

ésa que sufrió de belleza
y nunca deseó más nada;
que no tuvo nunca una sorpresa

en su cara iluminada,
dí: “Yo no la pude conocer,
su historia está mal contada,

pero su nombre, de estrella y barca,
fue: SERENA DESESPERADA”.


CANCIÓN DEL CAMINO [12]

Por aquí voy sin programa
sin rumbo,
sin ningún itinerario.
El destino de quien ama
es movedizo
como el trayecto del humo.

Mi canción va conmigo.
Va dulce.
Tan sereno es su compás
que pienso en tí, mi amigo.
-¡Si fuera
en vez de la canción, tu brazo!

¡Ah! Pero luego allá adelante
-¡tan cerca!-
se termina la tierra bella.
Para este pequeño instante,
seguro
es mejor ir solo con ella.

(Esto son cosas que digo,
que invento,
para encontrar buena la vida…
La canción que va conmigo
es una forma de olvido
del sueño soñado
inútilmente…)


RECUERDO RURAL [13]

Campo verde y suave. Perfumes de selva. Babas de lodo.
La pendiente barrosa acepta el frío, toda desnuda.
Carros de bueyes, palabras al viento, brazos, guadañas.
Los pajaritos beben del cielo gotas de lluvia.

Cabañas cayéndose a pedazos, en la tarde desierta. Ni existen
en la historia del mundo. Se sientan a la puerta las madres descalzas.
Es tan profundo el campo, que nadie llega a ver que es triste.
La ropa de la noche esconde todo, cuando pasa…

Flores mojadas. Última abeja. Nubes gordas.
Vestidos colorados, muy largos, bailan en las cercas.
Cigarra escondida, ensayando en la sombra rumores de bronce.
Debajo del puente, el agua suspira, presa…

Ganas de quedarse en este sosiego toda la vida:
bueno para ver de frente los ojos llorosos de las palabras,
para andar por ahí, hablando sola,
cuando las hormigas caminan en los árboles…


INTERLUDIO [14]

Las palabras están muy dichas
y el mundo muy pensado.
Me quedo a tu lado.

No me digas que hay futuro
ni pasado.
Deja el presente -claro muro
sin nada escrito.

Deja el presente. No hables.
No me expliques el presente,
porque todo es demasiado.

En aguas de eternamente,
el cometa de mis males
se hunde, desmantelado.

Me quedo a tu lado.


REINVENCIÓN [15]

La vida sólo es posible
reinventada.

Anda el sol por los campos
y pasea la mano dorada
por las aguas, por las hojas…
¡Ah! Todo burbujas
que vienen de hondas piscinas
de ilusionismo.., -nada más.

Pero la vida, la vida, la vida,
la vida sólo es posible
reinventada.

Ven, luna, ven, retira
las esposas de mis brazos.
Me proyecto por espacios
repletos de tu Figura.
¡Todo mentira! Mentira
de la luna, en noche oscura.

No te encuentro, no te alcanzo…
Sola -en el tiempo equilibrada,
me desprendo del ritmo
que más allá del tiempo me lleva.
Sola – en la oscuridad
quedo: recibida y dada.

Porque la vida, la vida, la vida,
la vida sólo es posible
reinventada.


CONTEMPLACIÓN [16]

No acuso. Ni perdono.
No sé nada. De nada.
Contemplo.

Cuando aparecieron los hombres
yo no estaba presente.
Yo no estaba presente
cuando la tierra se desprendió del sol.
Yo no estaba presente,
cuando el sol apareció en el cielo..
Y, antes de haber cielo,
YO NO ESTABA PRESENTE.

¡Cómo voy a acusar o perdonar?
No sé nada.
Contemplo.

Parece que a veces me hablan.
Pero tampoco estoy segura.
¿Quién va a quererme oír, en estos parajes
donde todos somos extranjeros?

¡Tampoco sé seguro, muchas veces,
de la oferta que va conmigo, y en qué resulta,
ya que el mundo es mágico!
El lirio fue tocado, y apareció un Caballo Salvaje.
Y un anillo en el dedo puede hacer colapsar de la luna un temporal.
Ya ves que me enternezco y me asusto,
entre las secretas maravillas.
Y no puedo medir todos los ángulos de mi gesto.

Noches y noches, estudié devotamente
nuestros mitos, y su geometría.

Por más que me busque, antes de que todo fuera hecho,
yo era amor. Sólo eso encuentro.
Camino, navego, vuelo
-siempre amor.
Río desviado, flecha exiliada, ola soplada al revés
-pero siempre el mismo resultado: dirección es éxtasis.

A la vera de tus ojos,
me detengo al azar,
¿qué acontecimientos se producirán
en mí y en tí?

No hay respuesta.

Se saben los nacimientos
cuando ya fueron sufridos.
¡Tan poco somos -y tanto causamos
con tan largos ecos!
Nuestros viajes tienen cargas ocultas, de desconocidos vínculos.
Entre el deseo de itinerario, una ley que nos lleva
actúa invisible y abriga
más que el itinerario o el deseo.

¿Qué te voy a decir, si me interrogas?
¿Las nubes hablan?
No. La nubes se tocan, pasan, se esfuman.
A veces, uno piensa que se demoran, parece que están paradas…

-Uno se confunde.
Y hasta se piensa que dentro de ellas andan estrellas y planetas.
Oh, apariencia… Puede a lo mejor andar un tonto pájaro perdido.
Voz sin aterrizar, en el tiempo sordo.

No acuso ni perdono.
¿Qué haremos, errantes entre las invenciones de los dioses?

Yo no estaba presente, cuando formaron
la voz tan frágil de los pájaros.

Cuando las nubes comenzaron a existir,
¿quién de nosotros estaba presente?


LAMENTO DE LA NOVIA DEL SOLDADO [17]

¿Cómo puedo estar en esta casa perdida,
en este mundo de la noche,
sin tí?

Ayer hablaba tu boca a mi boca…
Y ahora, ¿qué voy a hacer,
sin saber más de tí?
¡Pensaban que yo vivía por mi cuerpo y mi alma!
Todos los ojos son así, ciegos… ¡Yo vivía
únicamente de tí!

Tus ojos, que me veían, ¿cómo pueden ser cerrados?
Adónde fuiste, que no me llamas, no me pides,
¿cómo seré ahora, sin tí?

¿Cae nieve en tus pies, en tu pecho, en tu
corazón… Largo y solitario… Nieve, nieve…
¡y yo aquí, hiervo en lágrimas!


DIANA [18]

A Manuel Bandeira

¡Ah, tiempo entero
persiguiendo, de bosque en bosque,
rostros desfigurados!

Las flores le tocan
con bloques de acero la carne rápida.
La lluvia le llena los ojos.

Manejaba el arco
de tal manera suave y exactamente
que era bello ser víctima.

Volvía a la noche,
vacía la aljaba, y pensativa,
con su sombra, apenas.

Ninguna caza
valdrá la flecha ni el gesto
de cazadora triste.

Ninguna flecha,
ningún gesto valdrá el grito
reproducido en el eco.


CARONTE [19]

Caronte, ahora juntos remaremos
yo con la música, tú con los remos.

Mi país, mis abuelos, mis hermanos.
Ya pasaron también por tus manos.

Pero yo fui siempre más marinera:
trátame como a tu compañera.
Háblame de cosas que están por aquí,
de las aguas, las nieblas, de los peces, de tí.

¡Qué mundo tan suave! ¡Que barca tan calma!
Mi cuerpo no viste: soy alma.

Es dulce dejarse, y ternura el fin
de lo que se amaba. ¿Quién sabe de mí?

¿La voz de los hombres todavía nos habla?
Dice. No, ya antes del medio su voz se acabó.

Rema con dulzura, y rema despacio:
no estremezcas este lugar plácido.

Te pago con sueños, pago con cantigas,
te pago en estrellas, en amor de amiga.

La voz de los dioses, ¿adónde comienza,
dice, en este mundo del perenne día?

Caronte, cuéntale más tarde a quien viniera,
como trajiste aquí la sombra de una mujer
tan sólo, que te hizo su amigo: tan dulce
-¡ADIÓS!- que canta hasta contigo.


LOS DÍAS FELICES [20]

Los días felices están entre los árboles, como los pájaros:
viajan en las nubes,
corren en las aguas,
se desmoronan en la arena.

Todas las palabras son inútiles,
desde que se mira al cielo.

La dulzura mayor de la vida
fluye en la luz del sol,
cuando se está en silencio.

Hasta los urubús son bellos,
en el largo círculo de los días tranquilos.

Apenas entristece un poco
este huevo azul que las criaturas apedrearon:

hormigas ávidas devoran
la albúmina del pájaro frustrado.

Caminábamos despacio,
durante esos días felices,
pensando que la Inteligencia
era una sombra de la Belleza.


INÚTIL ETERNIDAD [21]

Hasta morir estaré enamorada
de cosas imposibles:

nada más que inventadas,
que duran menos que yo,
que llegan y pasan.

No lloraré mi triste brevedad:
únicamente la ajena,
la esperanza plantada en tristes dunas,
en viento, en agua, en nubes.

La pronta decadencia,
la fuga súbita
de cada cosa amada.

El amor solo vagaba.
Sin nada más que yo misma…
En una inútil eternidad.


COMUNICACIÓN [22]

Pequeña lagartija blanca,
¡oh, novia brusca de los ladrillos!
Sube a mi mesa, descansa,
inclínate sobre mis calmos libros.

Oye conmigo la voz de los poetas
que ahora no dicen más nada,
-¡y decían cosas tan bellas!-
oh, ídolo de ceniza y plata.

Oh, breve diosa del silencio
que en la faz de la noche corres
como el dolor por el pensamiento
-y sola miras y te fugas.

Pequeña lagartija -¿venida
a qué? -posa en mí tus ojos.
Quiero contemplar tu vida,
la repetición de tus muertos.

Como los poetas que cantaron,
y que ya nadie más escucha,
¡yo soy también una sombra vaga
de alguna interminable música!

¡Para en mi corazón desierto!
Deja que te ame, oh ajena, oh esquiva…
Sobre el torrente del universo,
en los frágiles puentes de la poesía.


BALADA DE OURO PRETO [23]

Me paro en una puerta abierta
para mirar un ladrillo.
Y lo veo adentro al leproso
como saliendo de una tumba.
Caminaba a mi encuentro
sonriendo siniestramente.

Le vi los brazos de líquen,
las dos manos deshojadas,
que cauteloso escondía
al fondo de los bolsillos.
Llamas de un secreto infierno
en su sonrisa oscilaban.

Menos triste era la lepra
que el fuego de la sonrisa.
Y era linda aquella casa
con el vacío vestíbulo;
y era alegre aquella puerta
de claro azulejo antiguo.

Los santos de la Edad Media,
bajaron por la ladera,
pararon ante esta puerta
suave, de azul adornada,
tocaron los brazos fluidos
que van siendo arena y rosa,

los volvieron firmes, pulcros,
manos lisas, dedos nuevos,
para que este hombre no mire
a nadie más, con sus ojos,
y sea otra su sonrisa
per saecula saeculorum.


DISPOSICIONES FINALES [24]

No es necesario que me visiten, si estoy enferma,
aunque la convivencia con los amigos sea, comúnmente, agradable.

No es necesario que exclamen, por estar muerta: “¡Pobrecita!”, “¡Qué pena!”,
aunque sea de uso normal en la vida terrena.

No es necesario que traigan flores, aunque el mundo
de las flores sea como el de los muertos, profundo y bello.

No es necesario que vistan luto -aunque ya eso a nadie se le ocurre…
-aunque ayudara a apagar a quien muere, con más sombra.

No es necesario ninguna noticia o comentario especial,
aunque sintiera al mundo golpear en mi pulso, tan fuerte.

Principalmente, es necesario que nadie llore ni me recuerde con tristeza,
porque sería absurdo, contra la naturaleza de las cosas:

Los muertos no quieren nada, en su reino grande y frío,
y están libres de convenciones, y nada vale el amor tardío. El amor, en fin.


HUMILDAD [25]

¡Tanto que hacer!
Libros que no se leen, cartas que no se escriben,
lenguas que no se aprenden,
amor que no se da,
todo cuanto se olvida.

Amigos entre adioses,
niños llorando en la tempestad,
ciudadanos firmando papeles, papeles, papeles…
hasta el fin del mundo firmando papeles.

Y los pájaros detrás de rejillas de lluvia.
Y los muertos en redoma de alcanfor.

(¡Y una canción tan hermosa!)

¡Tanto que hacer!
Y no hacemos nada más que esto.
Y nunca sabemos quién éramos,
ni para qué.


NADADOR [26]

¡Lo que me encanta es la línea alada
de tus espaldas, y la curva
que describes, pájaro de agua!

¡Y tu fina, ágil cintura,
y ese adiós de tu garganta
para cementerios de espuma!

Y la despedida, que me encanta,
cuando te desprendes al viento,
fiel a la caída rápida y blanda.

Y sólo por estar previendo
lejos, en la eternidad del agua,
sobrevivir tu movimiento…


MURAL SONRIENTE [27]

Se divertían las muchachas
de ojos negros y rubias trenzas,
la pieza a media luz, alrededor
de manzanas, peras y naranjas.

Grandes carcajadas morían
bajo las manos límpidas, tan blanca
como lirios que se movieran
entre manzanas, peras, naranjas.

Todo porque ciertos muchachos,
de sonora y clara garganta,
cantando sus nombres, fingían
tocar manzanas, peras, naranjas.

(Danza de ninfas y pastores,
entre manzanas, peras , naranjas,
con sustos y engaños fingidos
y verdaderas esperanzas.)


VIA APPIA [28]

Casi no piso piedras:
-sino las propias manos que aquí las colocaron,
el sudor de las frentes y las palabras antiguas.

Casi no veo ruinas:
-sino los muertos, que aquí fueron guardados,
con sus corajes y sus miedos de la vida y de la muerte.

Casi no vivo:
-pero envuelvo de amor esta brisa y este polvo,
también yo futuro polvo en otra brisa.

Pues casi no soy ésta:
-sino de cada momento humano,
en todos los tiempos pasados. ¿Y hasta cuándo?


OTRO DÍA SOÑÉ QUE EL COCHE FÚNEBRE [29]

Otro día soñé que el coche fúnebre
venía a buscarme y no me hallaba preparada:
no estaba ni muerta ni enferma,
y sentía que tenía que partir.
Entonces le dije al cochero:
“Espérese un poquito,
que estoy terminando de leer este libro.”
Y el cochero estuvo de acuerdo y esperó.
Debe seguir esperando.


DIBUJOS DE HOLANDA [30]

III – PAISAJE CON FIGURAS

Las gorras de encaje,
las pesadas polleras con volados,
negro, encarnado, azul,
tarde de domingo en la isla de Marken.

Cabellos amarillos,
chicos de cuello,
todo -casa, jardines, árboles…
parece de papel recortado y coloreado.

Todo -hasta una pequeña lluvia que se ve gota a gota.

Las mujeres, reflejadas en el agua,
son como las damas de las barajas.

Su rostro es de un dibujo muy antiguo.
Un dibujo que ya no se usa más.


POR DESGRACIA, FALLARON LAS FOTOGRAFÍAS [31]

Por desgracia, fallaron las fotografías,
y, así, no me podrás ver delante del asceta
de ropa roja, a la sombra del arco.
Y así no podrás leer en su cara:
“¿Qué decir, para que se entienda…?”

Ni podrás leer en la mía:
“Todo entendido. No hace falta decir nada:”

Pero las fotografías fallaron.
Y aquel momento ya huyó atrás, en el camino del tiempo.
Aquellas dos sombras fueron quedando cada vez más lejos.
La comprensión, que perdura, es sin retrato.


LA CHACRA DE CHICO BOLACHA [32]

¡En la chacra de Chico Bolacha,
lo que se busca
nunca se halla!

Cuando llueve mucho,
Chico juega al barco,
porque la chacra se vuelve charco.

Cuando no llueve nada,
Chico trabaja con la azada
y rápido se lastima,
y le queda la mano hinchada.

Por eso, con chico Bolacha,
lo que se busca
nunca se halla.

Dicen que la chacra de Chico
sólo tiene el mismo chuchú
y un cachorrito aburrido
que se llama Caxambú.

Más cosas nadie busque,
porque no las encontrará.
¡Pobre Chico Bolacha!


LINEA RECTA [33]

A Cassiano Ricardo

No traten de interrumpir al pájaro que vuela en línea recta
del este al oeste. Alto y solo.

No le pregunten si ve ciudades, mares, personas
o si todo es un desierto liso. Vasto y solo.

Él no pasa para contemplar esas cosas del mundo.
Él viene del este y va al oeste. Alto y solo.

Él va con su música dentro de los ojos cerrados.
Cuando llegue al final, abrirá los ojos y cantará su música.

Vasta y sola.



Sobre el traductor. Eduardo D’Anna es poeta de destacada trayectoria, además de ensayista, narrador y traductor del inglés y del portugués. Más textos suyos en el enlace de op.cit., acá.