Nicolás J. Jozami. Poemas a las cosas de la calle sucia

Poemas a las cosas de la calle
Nicolás J. Jozami
Paraná, Capital de Confederación Argentina, EDUNER, 2013

Hija de la vanguardia del 20 y a la sombra de la tradición, esta obra, con su malditismo y tópicos urbanos tiene la posibilidad de ser usada contra la idea bucólica y luminosa que predomina sobre la poesía entrerriana. Usémosla.
Fernando Márquez


Palabras de cristal al vaso oscuro

Vaso impuro, voy a decir un puñado de palabras
somnolientas y borrachas-borrachas como la alegría de
madame Tosca-en tu nombre.
Las voy a decir porque me lo ha pedido el gesto de mi buen
amigo Dum, un alemán más despierto que la rubia cerveza
de Múnich y más inflado de optimismo que las salchichas de
Fráncfort desdibujadas por Camba.
Y yo tengo una deuda de dislocada gratitud con mi amigo
Dum.
La tengo, porque me regaló un libro de filosofía.
El plano de un invento colosal.
Una enseñanza amarga sobre las mujeres.
El secreto de aplicar un botellazo a tiempo.
Y el vicio espumoso de mojar el espíritu en un hondo vaso
de cerveza.
En su nombre —que es el nombre de todos los
escanciadores de todos los «bockbierzeits» del mundo—
escribo este poema:
«Palabras de cristal al vaso impuro».
Y…
«Este es el vaso de cerveza de mi amigo Dum».
En él pusieron sus labios una prostituta.
Un vigilante.
Un rufián de cinematógrafo barato.
Un escruchante.
Un amigo.
Y la muerte. La muerte en cien formas, con cien marcas,
de cien nacionalidades. Muerte de cambalache que no tiene
empacho en asomarse, chorreando su vergüenza, por sobre
el borde pálido del vaso siempre impuro de mi buen amigo
Dum.
Y que noche a noche, como una estrella curiosa cualquiera,
se filtra en el carnaval eterno de sus horas transparentes, para
absorberle el cocktail de su alegría alemana.
Porque mi amigo Dum morirá con un buen vaso de cerveza
en la mano y una placa sifilítica en la sonrisa sacrificada de sus
labios.


La mujer más gorda del mundo

Por sólo dos pesos puede ser suya la mujer más gorda del
mundo!
Una mujer que no tiene nombre porque se lo comió como
postre. Pero que tiene, en cambio, un mundo de carne para
que dé vuelta sobre ella la calesita del deseo.
Un mundo de carne.
Y unos senos de almohadas para que duerman las caricias.
Y un alma con una alegría gorda.
Y el recreo de un asombro más gordo, todavía.
Y para qué más?
Si por sólo dos pesos va a tener usted todo un jardín de
novedades entre sus brazos!



Nicolás Jacinto Jozami (Paraná, 10 de septiembre de 1905-Rosario, 3 de julio de 1932). Poemas a las cosas de la calle sucia (1929), La señorita de los siete pecados capitales (1929), ¡Vendida! Memorias íntimas de Cosia Zeilón (la Zwi Migdal por dentro) (1930).

Links

Reseñas. «El poeta de las cosas sucias», por F. Giorda / «Con la misión de rescatar lo que susurran las orillas», por M. Borgogno