Introducción. Por Carolina Massola
En los comienzos de este año 2020, cuando todavía los barbijos y las distancias sociales no formaban parte de nuestras vidas, intercambié varios mensajes con Augusto Munaro a raíz de la extensa entrevista que le hizo a Horacio Castillo, a propósito de su publicación. De esos intercambios me quedó una certeza que fue el convencimiento, la importancia y necesidad de decir algo acerca de Horacio Castillo y que me llevó a proponerle a José Villa este dossier que aceptó de manera inmediata. Gracias a las sugerencias de Augusto Munaro, Sandra Cornejo y Diego Roel las colaboraciones en este homenaje fueron aumentando y eso implicó atrasarnos más de lo que esperábamos. Por último, y con respecto a la extensión de este reconocimiento creo que la clave me la dio Diego Roel en un mensaje; quisiera tomar sus palabras, porque creo que todos los que intentamos volver a su obra para escribir sobre él sentimos lo mismo: Castillo nos excede. Es inmenso. Es nuestro deseo que todos disfruten de este trabajo tanto como nosotros lo hicimos, reunidos, de algún modo y a pesar del aislamiento, alrededor de la poesía de Horacio Castillo.
Acerca de este dossier. Por José Villa
En el momento en que este dossier se estaba elaborando La Comuna Ediciones publicó en La Plata la Obra reunida (2020) de Horacio Castillo (Ensenada, 1934 – La Plata, 2010), de modo que el presente trabajo también habrá de contribuir a la circulación de un volumen que actualiza la lectura de uno de los grandes poetas contemporáneos. Así es, con la distancia y reflexión que el tiempo propone, la obra de Castillo se ha hecho más nítida y presente. Sus lectores tenemos en la memoria el momento en que nos hemos encontrado con su poesía; así suele ocurrir cuando el primer instante ya nos indica una historia y un proceso que aparece modelado e ineludible. A diez años de su muerte, queremos presentar algunos temas y aspectos de su poesía, teniendo en cuenta que desde el inicio su autor la reconoció como necesariamente lateral o silenciosa. Castillo se mantuvo bastante alejado de los ámbitos de Buenos Aires, y su residencia fue la ciudad de La Plata, lo que determinó también cierto descubrimiento gradual de sus publicaciones, a tal punto que hasta expertos lectores de poesía argentina han llegado a destiempo. Su obra, hoy es un cuerpo de interrogaciones acerca de la voz poética en la época contemporánea, y de la mirada del poeta hacia los temas universales, proyectada hacia un abismo futuro que intenta una respuesta en el hallazgo de un lenguaje que, al menos por un momento, suture la relación con el Ser. Castillo modela un sujeto poético que tiene, a grandes rasgos, en el mito y la literatura clásica, en la historia cultural y el lenguaje sus referencias y sus procesos de objetivación. De este modo, con las vacilaciones propias de todo hacedor, ha logrado una ilación que insiste en la unidad de la obra, acaso una epopeya de la escritura hecha en La Plata. En ella, sucede la pugna de deseos y leyes que cargan de emoción el lenguaje haciendo del poeta un agónico instrumento que busca su finalidad; él mismo lo ha dicho: «mientras una fuerza centrífuga grita: ‘Viva la fugacidad’, una fuerza centrípeta replica: ‘Viva lo eterno’”. En este dossier esperamos referir esta intensidad latente en su obra, a través de sus poemas, entrevistas recopiladas y notas realizadas para la ocasión o previamente publicadas. Además, Castillo fue un reconocido traductor del griego moderno y ensayista; aspectos que también incluimos mediante notas y una colección de traducciones de poetas griegos. Por último, puede decirse que atesoramos la indiscreta y elemental intención de que a la hora de recordar a grandes poetas argentinos contemporáneos (pongamos por caso, Pizarnik, J.L. Ortiz) también venga rápidamente a la memoria su nombre y ante todo su poesía.
Índice
p. 1 – Introducción – Acerca de este dossier
p. 2 – Antología poética. Por J. Boccanera – C. Massola – J. Villa
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Entrevistas
p. 3 – La pérdida del centro. Por Augusto Munaro
Yo tenía diecisiete años cuando conocí a Ricardo Rojas, por entonces uno de los intelectuales más destacados de Hispanoamérica, a quien me unió una estrecha relación —oficié como una especie de secretario— hasta su muerte en 1957, y cuya biografía escribí años después.
p. 4 – El objeto A en Música de la víctima. Por Gustavo Martínez Astorino
Mi interés por el mundo griego comenzó temprano, cuando incursioné en la lengua clásica para leer a Homero. Pero hacia los años 60, cuando le otorgaron el premio Nobel a Seferis y comenzó a difundirse la obra de Kavafis, quise leerlos en su lengua y me puse a estudiar el idioma moderno…
p. 5 – El poema de la transformación. Por J. Desiderio – D. Durand – H. Fiebelkorn – J. Villa
El último poema que escribí es realmente un poema hermético. Se llama Mandala. Es, más bien un deseo de explorar que siempre tuve. Un poco menos, un poco más… pero siempre explorar otras zonas.
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Artículos
p. 6 – La poesía de Horacio Castillo. Fulgor bajo las ruinas. Por Jorge Boccanera
Horacio Castillo (1934-2010) se ubica entre las voces más altas de la poesía argentina por su fuerza y originalidad, su lenguaje justo, despojado, y una mirada horadante, repujada por cierto fatalismo que se mueve casi siempre entre premisas que construyen una encrucijada y empujan a una disyuntiva.
p. 7 – Un ágape en La Plata. Por Rafael Felipe Oteriño
Hijo de un país de historia joven como es la Argentina, Castillo adoptó la cultura helénica a modo de arquetipo. […] Necesitaba de un universo simbólico para explorar el corazón humano y en Grecia lo encontró […] porque en Grecia está la luz mediterránea que dio lugar a una relación erótica entre el hombre y el paisaje, y porque de su mitología, hecha de múltiples dioses, tanto amistosos como irrefrenables, tomó las dos fuerzas bajo cuya tensión escribió toda su obra: las dimensiones de lo apolíneo y lo dionisíaco…
p. 8 – La experiencia en la lectura de la poesía de Horacio Castillo. Por Carolina Massola
Nos encontramos ante textos que son inagotables… […] A pesar de que el maestro nos haya dejado esas marcas para no perder el camino —recordemos que los sabios eran considerados guías y el guía nos indicaba por dónde realizar la caminata—, en un momento, parte de todo eso se oculta.
p. 9 – Quien habla no está muerto. Una aproximación a Mandala. Por Diego Roel
La obra de Horacio Castillo se abre con un “Arte poética” y se cierra con una novedosa reflexión sobre el lenguaje. La lengua bífida de Mandala […], no es meramente un vehículo, una mediación o reflejo de una realidad extralingüística. En este poema escrito a dos columnas, el discurso poético es liberado de su función mimética.
p. 10 – Debió ser un poeta de los tiempos paganos. Sobre Colectánea, crónicas literarias de Horacio Castillo. Por Norma Etcheverry
Con sencillez, casi con emoción, Horacio Castillo cuenta cómo impresionó a Borges recitándole el verso que da título a esta nota, mientras hablaban de los poetas platenses, allá por 1954, cuando él apenas tendría veinte años y el viaje comenzaba.
p. 11 – En memoria de Horacio Castillo y de su poesía. Por Pablo Anadón
Imágenes de expediciones, de cacerías, de navegaciones, de migraciones, jalonan los distintos libros de Castillo. Podríamos incluso figurarnos el desarrollo de esta poesía como una sucesión de momentos de tránsito y momentos de reposo, pausas que a menudo se resuelven en desencanto o en esperanzada espera.
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p. 12 – Memorias
Diez años después. Por Horacio Fiebelkorn
Me tocó a mí oficiar varias veces de rapsoda de sus poemas en el ámbito porteño. Cada vez que lo hice, puse énfasis en destacar a Castillo como el poeta inquieto y contemporáneo que realmente era. Quería sustraerlo de cierta lectura esencialista y conservadora que lo convertía en poco menos que una columna dórica, o le ponía el sello de “metafísico”.
El camino iluminado. Por Gustavo Caso Rosendi
Descripción (Carmina, 1971) es su primer libro, del que Horacio renegaba. […] Contiene textos escritos entre 1962 y 1969, del cual podría citar varias líneas —y hasta algunos poemas— que entrarían en contradicción con la resolución tomada por el autor.
Arriba y abajo. Por Osvaldo Picardo
—La historia es ésta: Un carpintero, Ernst Zimmer, se lleva a Hölderlin de la clínica de enfermos mentales, un día de mayo de 1807. El carpintero hacía algunos arreglos de ebanistería. Y no conocía al poeta, sino por haber leído su Hiperión. Fue suficiente razón para cuidar de él, más de 35 años, hasta el día de su muerte.
Horacio Castillo. El resplandor en el corazón del mito. Por Paulina Vinderman
“Soy un servidor de la belleza”, afirmó en un reportaje. Y eso fue, entendiendo la belleza en su verdad, en su totalidad.
Horacio Castillo, una poética. Por Sandra Cornejo
Esa condición a la vez mágica y restauradora en la poesía de Castillo […] sitúa a quien lo lee en una atmósfera que ensancha y eleva de lo personal a lo ilimitado. En sus libros, in crescendo desde Alaska (1993), se condensa lo que él pretendía: la poesía como una forma de percepción del misterio, del Ser.
De la fabulación al silencio. Por César Cantoni
[…] a medida que se acerca a la luz, Castillo marcha hacia el silencio. Prueba de ello es Mandala, su último y más sorprendente poema, una pieza experimental donde la búsqueda de un lenguaje absoluto, capaz de asir lo inefable, lo lleva al extremo de tachar la palabra “palabra” para que sean “las cosas mudas”…
Tuerto rey. Por Alejandro Nicotra
Poema dedicado a Castillo
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Sobre la traducción
p. 13 – Horacio Castillo, traductor – Artículo y selección de poemas. Por Carolina Massola
Pensar en un dossier dedicado a Horacio Castillo reclama a su vez detenerse y pensar en el traductor. Buscarlo, de algún modo, más allá de las informaciones que nos ofrecen las diversas ediciones…
p. 14 – Una épica íntima. Por Yves Roullière (traductor al francés de la poesía de H.C.)
La poesía y la poética de Castillo, según sus propias palabras, están en parentesco con las de autores extranjeros que tenían la ambición primera de ser universales, tales como Constantino Kavafis, Saint-John Perse o Salvatore Quasimodo. Los reúne la misma calidad épica para exaltar a aquello que caminan a la intemperie…
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p. 15 – Bibliografía – Enlaces – Agradecimientos y créditos
Poeta, traductor del griego moderno, ensayista, de profesión abogado. Fue Miembro de la Academia Argentina de Letras y Miembro Correspondiente de la Real Academia Española y miembro honorario de la Sociedad de Escritores de Grecia. Su obra poética ha sido traducida al inglés, francés, griego e italiano…