Horacio Fiebelkorn. Ciudad huevo

Ciudad huevo
Horacio Fiebelkorn
La Plata, Volcán de agua, 2024

Torcaza I

Bajo el atardecer, aquel verano,
en un patio de provincia,
hablábamos de ausentes. Había
pasto y plantas. El sol a desgano
se iba yendo. Una torcaza
se paró en una rama no muy alta
del único árbol en ese patio
de medianeras bajas.
Luego voló, llevándose el eco
de la conversación, los nombres,
la melodía del sol en retirada.

Notas de agosto

1

No hay parques ni jardines.
No hay rosas en la nieve, porque
no hay rosas, y tampoco nieve.
Aquella conversación -la pequeña verdad-
aún espera junto a un bar que nadie
se digna a abrir, y no tiene nombre aún.
Igual que la glorieta de una plaza que
no visitamos. La tarde nos calla.
También el susurro gris en el asfalto.
Es invierno. Hay un poco de sol.

2

a Juanita B.

Te compré flores amarillas
no las guardé en el bolsillo
ni busqué serenidad alguna
al dejarlas junto a tu nombre
en una tierra que te pierde
sin que importen las valijas,
la hora del regreso, los zapatos
incómodos y el lugar donde después
nos reuniremos a beber
para que cantes en nosotros.

3

Sin rastro de nubes el cielo
se dejará respirar.
No habrá mucho espacio
entre el cuerpo y las palabras.
En esta ciudad extraña
voy a soplar algo en tu oído
antes de quemarme
como una pluma en el sol.

4

Aire quemado
fuego seco
sombra ausente.

La nieve

Vendrá la nieve y cada cosa
tendrá su pequeña muerte.
Todo quedará suspendido
en lo más oscuro.
Amiga de la noche, juntas aniquilan
el corazón de la música.
Su belleza es terror.
Su esplendor, mortaja.

El tiempo es algo

La luz enferma del sol de febrero
sobre la tierra negra.
Del azul al gris el día
se tiñe y termina. La marcha
disminuye, calla lo que se cierne,
luces hablan en las casas que bordean
la calle por la que vamos.
A un costado
los hogares ajenos, con manteles y
lámparas y el centro
de una mesa donde una familia
se dispone a cenar
sin decir palabra.
La jornada de hoy no tuvo
temperatura que acompañe
y fue un completo desajuste
entre la piel y la vista.
Aunque eso no explica nada.
Somos lo que sucede
entre una vela que se apaga
y otra que se enciende.



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