Maria Borio. Versiones del italiano de Marina Maggi

La editorial Le Pecore Nere presentó El otro límite (Rosario, 2020) de Maria Borio (Perugia, 1985), poeta y ensayista italiana que publicó los libros de poesía Trasparenza y L’altro limite, y los ensayos Satura. Da Montale alla lirica contemporanea y Poetiche e individui. La poesia italiana dal 1970 al 2000. El otro límite es el primero de la serie de traducciones que prepara la editorial. A continuación, un texto que presenta la obra de la poeta y una selección de poemas.

Por Diego Bentivegna

El otro límite, ya desde su título, implica una postura acerca del lugar de la poesía. Más concretamente, acerca de un estado peculiar de ella. Un estado que es, al mismo tiempo, hoy, su propio estatuto: el de la poesía “contemporánea”. No me refiero con esto a una poesía estrictamente “del presente”. Hablo más bien de algo que, en cierto momento, Giorgio Agamben expresó con claridad: lo contemporáneo es siempre un desfasaje.

El filósofo compara la situación de lo contemporáneo con la de la persona que, en un momento, se pone a contemplar, si es que todavía eso es posible en nuestro mundo, el firmamento. La persona que contempla el cielo nocturno, aun cuando no lo sepa, dialoga no solo con el universo que lo rodea. Dialoga también con la historia. Habla de alguna manera con la serie inabarcable de generaciones que se han detenido en algún momento a mirar el cielo, que sintieron ante él la fascinación de lo que abisma, que se han preguntado por su destino inscripto en los astros, que los han interrogado con los instrumentos del saber y de la ciencia. Al mismo tiempo, la persona que mira las estrellas observa haces luminosos antiguos, que remiten a tiempos que, vistos desde la más bien breve historia humana, son por supuesto abismales. Esa persona ve acaso la luz de estrellas muertas. Del mismo modo, el presente siempre está habitado por otras temporalidades, por capas diferentes, casi geológicas, de tiempo y de historia: es un lugar de no correspondencia, una zona en la que los seres, las cosas, los objetos parecen no estar nunca fundidas del todo.

Es en las fisuras, en los blancos de ese espacio donde opera la poesía de Maria Borio que ahora el lector tiene entre sus manos en castellano. Esa poesía, que vive en los hiatos de lo contemporáneo, dialoga con algo que hoy parece ser lo más presente: las pantallas, las formas fantasmales que se asocian con lo reticular, con las redes sociales a las que la poesía de Borio vuelve en estos poemas todo el tiempo, con los dispositivos electrónicos en los que vive, en gran parte, la escritura.

“El otro límite, solo la imagen, me dijiste, pero lo borro // y lo rescribo”, leemos en uno de los poemas de Maria. Es una escritura con un cierto grado de angustia por aquello que no puede ser reapropiado del todo. Porque los lugares de lo contemporáneo, que existen en general en el plano de lo “virtual”, convocan modos para los que las ideas que tradicionalmente se asocian con la escritura de poesía parecen ya no tener vigencia. La lucha por la expresión, la lucha del sujeto con su lengua (o mejor, con sus lenguas), las marcas -también corporales- del estilo, aparentemente non han lugar. Lo que se privilegia, en cambio, es la no presencia, la no interacción, o, en todo caso, la deriva.

Los poemas de Maria Borio que no apelan a las formas estridentes, tal vez demasiado eficaces, tal vez demasiado voluntariamente contemporáneas, que explotan la palabra, como lo habían hecho en su tiempo las vanguardias históricas (futurismo, dadá) y lo habían replanteado a su modo las escrituras asociadas con las neovanguardias. No son, tampoco, poemas que anhelan un “refugio”, que apuntan a la restauración de una palabra pura, primigenia, no contaminada. La opción de estos poemas es otra: es la opción por la experiencia de una palabra que parece ser consciente de la condición cambiante del espacio que habita. Por eso quizá vuelve en estos poemas una de una imagen: la de Eneas, que en el poema de Virgilio intenta abrazar en vano la sombra de su padre en el mundo de los muertos.

Como Eneas, los poemas de Borio saben que con ellos no se pueden tocar los seres que viven en un mundo suspendido (el de la pantalla, el de los muertos), pero sus palabras a toda costa quieren seguir siendo dichas. No se trata potenciar la destrucción del yo, de abandonar definitivamente el espacio histórico de la lírica en favor de una escritura supuestamente descentrada y “libre”. Para Maria Borio se trata, en cambio, de hacer que la poesía se ponga en juego en espacios fantasmales, inaprensibles. De seguir pensando cómo, con qué medios, con qué angustias, habitamos hoy poéticamente esta tierra.


Séptima escena

Extendíamos las manos contando
los bordes de piel resquebrajada.
Esta es una escena visible
tras una parte de mí que retrocede,
se sostiene la luz juntos
el papel y lo digital, te sostienes
recluido en la puerta ventana
y me abres saliendo sobre el hielo.
………………………….Esta es una segunda escena
que me deja criatura entre los hombres,
tú hombre entre las criaturas que degradan —
el balcón, la cañería de cobre, las marañas de nubes,
una silueta parlante.
………………………….En la tercera escena hablamos inmóviles
a través de una pantalla en el éter
las partículas o en la subespecie de materia,
los actos que llaman lenguaje
o el lenguaje verdadero, sinuoso, inconsciente.
……………………………Puedo decirte
el tiempo real, en el tiempo real puedes
decirme, cegados por la luz digital,
la fortuna de saber abrir
una cuarta escena
donde entran los fragmentos de los otros
y nosotros recomponemos atrincherándonos
en un horario y en una palabra —
las noticias rojas e irreales
han descendido detrás del horizonte,
un instante al mundo para convertirse —
cuando en la quinta, sexta, séptima escena serán
el cartero o el hombre del pub
o tu padre incluso y mi madre
siempre en sí más hundidos.
………………………….Así en la quinta escena había vuelto al secreto
y lo había borrado por un mundo
que entraba en la habitación alejándose.
Luego en la sexta escena estábamos en una simple fila
en la estación, con los ojos y un billete
doblados entre la mano y la mesa —
un confiarse, un respetar.
………………………En la séptima escena regreso y respiro
en la irrealidad fruto de la pantalla de los colores
del rostro y de la voz,
lejanos y encendidos, colisiones, temperaturas, frenéticos
mientras el puro pensamiento sobre mí
no es más yo
pero lo conservas, y los obstáculos famélicos
de una lucha por nuestro lugar
son accidentes,
tormentas.
…………………………Un sonido de garganta, primitivo:
la transmisión de la nada es para los demás nada —
la séptima escena de nosotros es el séptimo día,
la vida que quieren robar
blanca es desnuda.


Settima scena

Stendevamo le mani contando
i bordi di pelle incrinati.
Questa è una scena visibile
dietro una parte di me che indietreggia,
si sorregge la luce insieme
la carta e il digitale, ti sorreggi
consegnato alla portafinestra
e mi apri uscendo sopra il gelo.
…………………………Questa è una seconda scena
che mi lascia creatura tra gli uomini,
tu uomo tra le creature che degradano –
il balcone, la condotta di rame, i grovigli delle nuvole,
una sagoma parlante.
………………………….Nella terza scena parliamo immobili
attraverso uno schermo nell’etere
particelle o nella sottospecie di materia,
gli atti che chiamano linguaggio
o il linguaggio vero, sinuoso, incosciente.
………………………….Posso dirti
il tempo reale, nel tempo reale puoi
dirmi, accecati dalla luce digitale,
la fortuna di saper aprire
una quarta scena
dove entrano i frammenti degli altri
e noi ricomponiamo barricandoci
a un orario e a una parola –
le notizie rosse e irreali
sono scese dietro l’orizzonte,
un attimo al mondo per diventare –
quando nella quinta, sesta, settima scena saranno
il postino o l’uomo del pub
o tuo padre persino e mia madre
sempre più in sé sprofondati.
……………………….Così alla quinta scena ero tornata nel segreto
e l’avevi cancellato per un mondo
che entrava nella stanza allontanandosi.
Poi alla sesta scena eravamo in una semplice fila
alla stazione, con gli occhi e una banconota
piegati tra la mano e il tavolo –
un affidarsi, un rispettare.
…………………….Alla settima scena torno e respiro
nell’irrealtà prodotta dello schermo dei colori
del viso e della voce,
lontani e accesi, collisioni, temperature, frenetici
mentre il puro pensiero di me
non è più me
ma lo conservi, e i famelici ostacoli
di una lotta per il nostro posto
sono accidenti,
tempeste.
………………………Un suono di gola, primitivo:
la trasmissione del niente è all’altrui niente –
la settima scena di noi è il settimo giorno,
la vita che vogliono rubare
bianca è nuda.


[Acostada…]

Acostada sobre la cama a veces ves formas,
curvas que entran y espirales que escapan.
Órganos transparentes se abren arriba
y mudan en una línea suave que se persigue a sí misma,
limpia de colores oscuros — el color de la sangre
o aquél denso de la carne donde nacen las abejas.

Nada se regenera, mas es prolongado, infinito
en la línea que separa los objetos y hace cosas
para pensar, para habitar: un gran huevo, por ejemplo,
se rompe sin perder líquido y blanquísimo invade
los ángulos del techo, abre un arco, una puerta
entre los continentes.

Entre el cielo y el agua este edificio
fulgura en una luz ilimitada:
puedes abrirlo, abrirte
a una lengua de tonos ásperos,
regresar al sonido redondo de otra
reanudando esos tonos como ventanas al mar
o el puente suspendido por el parque
donde las personas recostadas en el pasto son abejas
y el sol parece impedir la muerte,
incluso si dentro de años, millones, un día
explotara.

Sigues luego otras líneas, aquellas de la especie,
tal vez como saber que nacer
no será ya violencia, sino fenómeno de mirada,
y dejas trepar el sexo desde el lecho
alrededor del contorno de este edificio
en su blanco, la estrella en el instante previo
a su explosión.

La vida está en cualquier parte, en una línea curva
cada cual habita cómo pensar.
Las abejas dejan la boca ahora porque las pienso.


[Stesa…]

Stesa sul letto a volte vedi forme,
curve che entrano e spirali che evadono.
Organi trasparenti in alto si aprono
e diventano una linea morbida che insegue se stessa,
pulisce dai colori scuri – il colore del sangue
o quello denso della carne dove nascono le api.

Nulla si rigenera, ma è prolungato, infinito
nella linea che separa gli oggetti e fa cose
per pensare, per abitare: un grande uovo, ad esempio,
si spacca senza perdere liquido e bianchissimo invade
gli angoli del soffitto, apre un arco, una porta
tra i continenti.

Tra il cielo e l’acqua questo edificio
splende in una luce illimitata:
puoi aprirlo, aprirti
a una lingua di toni aspri,
tornare nel suono rotondo di un’altra
riprendendo quei toni come finestre sul mare
o il ponte sospeso per il parco
dove le persone stese sull’erba sono api
e il sole sembra impedire la morte
anche se tra anni, milioni, un giorno
esplodendo.

Segui poi altre linee, quelle della specie,
forse come sapere che nascere
non sarà più violenza, ma fenomeno di sguardo,
e dal letto lasci il sesso arrampicarsi
attorno ai contorni di questo edificio
nel suo bianco, la stella nell’attimo prima
di esplodere.

La vita è ovunque, in una linea curva
ognuno abita come pensare.
Le api ora lasciano la bocca perché le penso.


[Las formas…]

Las formas que se alejan en la memoria
eran fuertes de una piedra.
Las formas, los pactos, uniones de naturaleza —
es el río, el juez.
Te recogiste el cabello
detrás de las orejas,
mi esposa, en el silencio contemporáneo.

Mucho después, el ojo de él
que puede ser ella
confunde hombres y sexos,
el todo amar líquido.

Mi abuelo se casa, mi abuela
detrás para procrear,
mi abuelo mi abuela mayor menor.
Recoges niebla para hacer piedra —
y me acaricias las manos,
mi esposo, en el silencio contemporáneo.


[Le forme…]

Le forme che si allontanano nella memoria
erano forti da una pietra.
Le forme, i patti, unioni di natura –
è il fiume, il giudice.
Ti sei tirata i capelli
dietro le orecchie,
mia sposa, nel silenzio contemporaneo.

Molto dopo, l’occhio di lui
che può essere lei
scambia uomini e sessi,
il tutto amare liquido.

Mio nonno si sposa, mia nonna
indietro per generare,
mio nonno mia nonna maggiore e minore.
Raccogli la nebbia per fare pietra –
e mi accarezzi le mani,
mio sposo, nel silenzio contemporaneo.



Links

Más poemas de la autora. En FIPR / Círculo de Poesía