Nuevos trapos: Poesía de Rosario/ 1

Introducción y compilación: Leandro Llul

La presente muestra intenta un paneo de la producción actual de poesía en Rosario. En las últimas décadas, la actividad no solo ha crecido sino que también se ha expandido, lo que ha dado lugar a una multiplicidad de ciclos o festivales de lectura, editoriales y talleres. En consecuencia, no existe un centro desde el cual se irradie un canon en forma constante o un fuego alrededor del cual quienes escriben busquen congregarse. Podrían resaltarse algunos espacios convocantes, como la Escuela de Letras en la Facultad de Humanidades y su espectro (asociados principalmente a una tradición que, de alguna u otra manera, ha quedado materializada en las obras reunidas de la Editorial Municipal y las publicaciones de la UNR); los resplandores del objetivismo, la poesía de los 90 y el triángulo de encuentro trazado con Buenos Aires y Bahía Blanca; la renovación lírica (que, sin ser reconocida en forma explícita, viene siendo ejercida en forma continua desde hace años); los colectivos militantes (donde se destacan en estos últimos tiempos el movimiento de Orgullo y de Mujeres); y los talleres literarios públicos y privados, que son variados y cuantiosos y tienen lugar a lo largo y a lo ancho de la ciudad (los hay hasta en las cárceles). El raconto es meramente enunciativo, ya que, en un mapa tan disperso, es arduo discernirlos. Sin embargo, estos espacios responden mayormente a zonas de investigación y nutrición que a sitios de pertenencia. No puede hablarse de poéticas nítidamente circunscriptas a ellos, sino más bien de escrituras tranversales que desean su propia identidad. En este paronama, entonces, la serie de artículos que irán apareciendo en esta revista intentarán la articulación de mínimas constelaciones de trabajos en acción.


Índice
Rosario Spina / Pablo Serr / Wachi Molina / Anaclara Pugliese / Tomás Sufotinsky / Datos de los autores


Rosario Spina

Advenimiento

La niña que miro dormir en mi cama
está cada día más larga,
cada vez más suya
y menos mía.
Cuando pronuncie yo
algo se habrá desprendido de entre nosotras
para comenzar a tejerse, firme
y delicadamente
entre las demás
redes de este mundo.
En ese devenir
inevitable
estamos.
Ella duerme
clara,
ajena a mis intentos de ordenar el ruido que avanza,
la materia de la que soy parte.
Me acuesto a su lado
y en la pared
como mitades de una misma criatura
la lámpara proyecta
una única sombra.


La liturgia de la tarde

El cuerpo es el templo de Cristo,
repetía la Hermana Agustina.

Estábamos sentadas en ronda,
el uniforme tableado azul marino,
la camisa blanca,
el cabello recogido.

No está bien tocarse,
decía. Como cuentas de un rosario deshecho
caerían
las desgracias
sobre nosotras.

Yo no sabía de qué hablaba.
Por eso, esa tarde
me acerqué al templo.

Con cautela
comencé a buscar el punto justo.
Alguien
me dictaba el movimiento.

Quizás
fuera ese dios
ahí dentro
en ese pequeño espacio tibio,
abriendo las aguas
surcando la humedad de las olas
La marea crecía y crecía,

envuelta en ella
yo me dejaba llevar

oh, mi dios,
tensionaste
el punto justo
hasta hacerlo estallar.

oh,
suave
templo
mío.

Esa tarde
descubrí
el milagro.


Nadie decía nada

a Ale

La tienen de espaldas
el torso desnudo
el cuerpo cansado

los brazos
arriba
tomados de una barra

nadie dice
cuánto durará el estudio

nadie habla

nadie cuenta
ni siquiera
cómo está el tiempo

tres hombres
de batas azules
y pasos rápidos
acomodan unos cables,
encienden
o apagan
las máquinas

se oyen pitidos

uno abre una ventana

mira hacia afuera
no dice nada.

La mujer
sigue ahí
esperando,
los brazos en alto

un rayo de sol
ilumina
una parte pequeña de la sala

ella desconoce
cómo va el estudio

tampoco recuerda
si compró frutillas
o lo soñó.

La bandeja
donde apoya el pecho
está muy fría.

Una mano
balbucea permiso
y le inyecta
una aguja finita
en la mama

la máquina
emite un sonido agudo
intermitente

ella cierra los ojos
y deja hacer.

Cuando vuelva
revisará la heladera
buscará las frutillas

y luego
si le queda tiempo
regará las plantas.


Pablo Serr

La venganza de mi padre…

……………………..La venganza de mi padre es el rocío.
…………………………………..Es esa hora centelleando afuera
…………………………………………………que me llama por mi nombre para nada.
………………………La venganza de mi padre es el sueño de mi vida:
………………………………….otro hombre que como él pueda abandonarme
………………………………….con fría indiferencia resplandeciendo.
……………………………………………………….La venganza de mi padre
……………………………………………………….es todo lo que quiero para mí.

……………………………………………………………(Silencio)


en los bordes de los ojos…

en los bordes de los ojos
montañas de ramas caídas
acumuladas para él que está lejos
para él que está más cerca del verde

en cada vuelta del camino
un delicado ramo de colores fugaces
cada casa es una pequeña inmovilidad
que sube desde la garganta y se ramifica

una casa es también haberla olvidado
es una inmensidad presa en quien la habita
apenas un rastro suspendido de forma
un sueño escondido que recupera vida


Creyendo traspasar su corazón…

Creyendo traspasar su corazón
nos lavamos las manos en la niebla.
El roce de tu cuerpo, su humedad,
transforma las mañanas que vendrán.
¡Aprendimos a respirar tan solos!


Wachi Molina

Peluches

Ahora que los heterosexuales
dejaron de reproducirse
nuestros hijos peluches
se quedarán sobre la mesita

Así de golpe
dejaron de ser
los que pedían dormir en nuestra cama

Sin embargo ahora
mientras nos miran de lejos
no nos acostumbramos a unos hijos verdaderos

y como se sabe que no van a ser iguales
a esos del rincón
que abandonamos apenas nos dieron la posibilidad
y aunque -o porque- insistan con que todos los hijos son iguales
querés traerlos a la cama
pero no, no y no
porque ya no es lo mismo
y retengo el impulso
antes de que rompas con el nuevo límite de realidad
y termines como Teresita
-o terminemos como Teresita-
la loca de la Terminal
acunando un juguete.

26 de julio de 2010


Todo lo que escribo en Facebook es para vos…

Todo lo que escribo en Facebook es para vos
y mis amigos no entienden
nada
creen que escribo para que ellos pongan me gusta
y no hay me gusta que se compare al tuyo
hoy cuando entré y vi tu me gusta
fui feliz
pocas cosas se consiguen tan fáciles como la felicidad de tus me gustas
pero nada más difícil que sacarte un me gusta
si mañana entro y veo aquí debajo tu me gusta
creo que lloraré
serás vos

quien me diga en un me gusta
que yo o algo de mí te gusta
y me sentiré Heidi corriendo con la canastilla por la colina
la cabrita rodando
el abuelito sonriendo
aunque no haya canciones para desgastar en la noche
melodías de youtube como colecciones del deseo
para ver si un me gusta de los tuyos me dice que le gusto
nada
nada queda en esa casa natal
donde nos prometimos cosas que después no cumplimos
y sin embargo cuando mañana
vea tu me gusta en este desgaste inútil
puro derroche
del deseo
sabré que sí queda todo
y seré Petrarca correspondido por Laura
o Julio Chávez en Farsantes amado por el chilenito
y te gritaré acá en estos muros alucinantes que

un me gusta tuyo puede cambiar el mundo.


Hay algo en el sol entre los edificios…

Hay algo en el sol entre los edificios
no sabemos qué
pero los pájaros cantan a su alrededor entre las ramas de los árboles
y la brisa de la mañana
sacude el cielo sobre las cabezas
unx cree que es de nuevo el fin del mundo
que una aniquilación mutante nos arrastrará a lo que no somos
pero el sol calienta apenas como cuando
el mono nació por primera vez con un dedo pulgar
y no siempre nacía con un dedo pulgar
sin embargo, poco después pudo tomar la roca
y dibujó sobre el suelo una ilusión de su futuro:
era una máquina
y él sentado frente a ella haciendo algo con la mano
entonces el mono ya no sabía
ya no sabemos ni nosotrxs
si era un mono
semejaba más bien algo que no era antes
y el sol lo iluminaba
y el piso dibujado
parecía emitir un ruido
un sonido
un grito animal que ya no era el del mono
era una música mejor
ni siquiera un grito
o un sonido
o un ruido
como si toda la vida hubiera renacido en ella
una música que sin embargo
la arrastraba como un fantasma
o era el sol
ni siquiera el mono había dibujado el fantasma
apenas había hecho unas líneas rectangulares con la roca
hoy nosotrxs las vemos en esa caverna
fotografiada por la National Geographic
casi una profecía quizá
de su ineludible historia
la historia del mono que no se reconoce como tal
o no sabe si seguir agitando sonidos en grupo entre los árboles
casi pájaro
o quedarse ahí en ese lugar y para siempre
con la roca en la mano
dibujando cosas que ni siquiera él sabe qué son
pero que otrxs tampoco
mientras el sol nos siga llegando
como aquel día
a todxs de la misma manera
y sin embargo
tan sorprendente
que nos resulte extraño y hasta siniestro
de tan distinto.


Anaclara Pugliese

Pitos rosas

Ya no queremos ir al baño en manada.
Pero qué postal tan punk cuando
después de tomar vino en la plaza
terminábamos en fila
atrás del cantero de la iglesia.
Las piernas abiertas como A mochas,
las caras fijas en el propio chorro,
tan pegados los tobillos a los de las demás
que no sabíamos
distinguir quién salpicaba a quién.

En Gesell, unos veranos después
chicas rubias con gorras
y mucho strass multiplicando
los reflejos de la playa
nos ofrecieron muestras gratis de pitos rosas:
un fino cartón
como un embudo
para mear de pie.
Lo que nos entusiasmaba
no era tanto tener un pito ortopédico
ni el rosado del cartón
ni ya no
mojarnos entre nosotras.
Lo que nos entusiasmaba
era ver el bendito chorro por el aire
apuntando
a los edificios públicos,
a los grafitis,
a los autos importados:
la posibilidad de tener el control,
de usar como arma
algo que fluye.


Takayama

Cuando nos encontramos en mi fantasía no hay
aeropuertos ni corridas:
estás desnudo
sentado en canastita,
caen sobre vos
lento
flores de cerezo
y mientras sonreís
el pelo te crece rápido,
muy rápido
y me encanta ese contraste entre la lentitud del paisaje
y tu propia velocidad.


Un binarismo sentimental

me gustaría tanto haber conservado mi cola de mona
aunque ya no sirva para treparse a los árboles
pero… sería fascinante si hubiese quedado
como un miembro puro de expresión!
quiero darle un respiro a mi cara
a mi sonrisa, a mis ojos…
denme una cola o sino algo más simple
dos antenitas que solo digan
si estoy feliz o estoy triste


Tomás Sufotinsky

La inmersión del biguá

Cierne la ronda aérea desde la rama
y vuelve parsimonioso y con celo.
Una, dos veces, contra la hemorragia del cielo
traza el círculo tenso al ras del agua.

Un graznido ronco se desdibuja en el crujido de las ramas.
Se lanza por tercera vez y se sumerge,
trasciende los órdenes hacia un reino
oscuro y denso y más abierto,
cada vez, un arpón fatal
de sangre hirviente.

Y vuelve a posarse en la horqueta y grazna
hacia a la bandada oscura
que arrulla su gula
entre los árboles pelados del invierno.


La resaca de Mynheer Peeperkorn

Somos un órgano de dios, sensitivo,
sus nupcias con el mundo. Arrojados
como una red que se deja descuidada
con la certeza de que los frutos
dulces y amargos que han de destrozarnos
serán una harina dorada
para el sueño de todos.
Él nos arroja como semillas
ofrecidas a la tierra,
y picos acerados roen nuestros hígados
y besos como miel nos llenan de miedo y placer,
y vamos hacia el polvo por su gozo
en esta curda desbocada
por la que tan compañeramente andamos,
hermano,
hasta que el gélido mármol
sobre nuestras cabezas sea el meandro final,
el último recodo
desde el que oigamos cercanos
los graznidos de las aves marinas.


Al cerezo de jardín, i. m.

No puedo encontrar el lugar en el que estamos.
Si volviera hoy, si volviera,
en la zona del recuerdo,
después de tanto tiempo de sobrevolarlo
omo la sombra del gorrión,
al patio,
podría caminar despreocupado
sin cuidado de chocar mi cabeza con una rama
ni de sentir el olor ácido en las manos
de la sabia lechosa,
sin ver en la nube de vino
el sol rojo o las nervaduras,
a causa de la sierra
que venía a hacer las veces del tiempo
decapitando, naturalmente, las generaciones de la casa.
Y si mirase por el rectángulo de la ventana,
desde el comedor,
no vería más la figura retorcida ni la corteza arenosa
ni el nudo con la forma cambiante
a lo largo de los años, pero siempre la misma,
de la cabeza del chancho
que me vigilaba, años ha,
con su ojo negro en la ingestión
de los alimentos –¡ahí está!
el lugar.
Junto a los enterrados bajo su fronda.



Autores

Rosario Spina (Arroyo Seco, 1982). Es escritora y periodista cultural. Ha colaborado en diferentes revistas y periódicos con reseñas, entrevistas, crónicas y textos de ficción, entre ellos: Suplemento Cultura y Libros, Señales, Más (Diario La Capital), Rosario/12 (contratapas), Revista El Corán y el Termotanque, IneditadaS, Femme Fetal, Esquiva Periodismo Cultural, Tríptico Cabeza de Flor (Centro Cultural Parque de España) y Revista Actual (Barranquilla, Colombia). También es profesora en Lengua y Literatura. Desde 2009 a 2015 editó y codirigió junto a Lucía Lalli la revista IneditadaS, publicación impresa y digital, de distribución en la ciudad de Rosario y zona. En 2013 fue seleccionada por la Fundación Gabriel García Márquez para realizar una Beca Taller en Periodismo y Literatura, en Cartagena, Colombia. Desde 2017 integra la Red PAR: Periodistas de Argentina en Red por una comunicación no sexista. Su primer libro es Formas de ordenar el ruido (Editorial Biblioteca Vigil, 2019).

Pablo Serr (Rosario, 1984). Estudió Letras en la Facultad de Humanidades y Artes (UNR). Es poeta y dramaturgo. Publicó los libros de poemas El tiempo visible (El Imperio y la Libélula, 2013), De esta ceniza, bajo este sol (Serapis, 2015), Los puntos fatales (Baltasara editora, 2016), En el azul descalzo de la hierba & Unión del paraíso (edición de autor, 2017), Doseg vjetra (traducción al croata de La dimensión del viento; Rijeka, 2017), Tiempo de cortesía (ejemplar único manuscrito; Proyecto Varka, 2018) y La venganza de mi padre (Editorial Búnker, 2019). Obtuvo una beca de investigación del Fondo Nacional de las Artes. Vivió en Zagreb, Croacia, donde estudió la lengua y la cultura de aquel país. Actualmente traduce poesía croata al español.

Wachi Molina (Leones, 1981). Escribe e investiga sobre literatura. Es docente en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Le encanta reseñar y participar en ciclos de lectura, festivales, muestras y antologías. Cada tanto, performatea algo. Ha publicado los libros Machos de Campo (2017), Sus bellos ojos que tanto odiaré (2017), Wachi book (2014), Un pequeño mundo enfermo (2014), Relatos de mercado en el Cono Sur (2013), Blog (2012).

Anaclara Pugliese (Arroyo Seco, 1989). Estudió Letras en la UNR. Desde 2010 a 2014 realiza colaboraciones para diferentes diarios y revistas: crónicas, entrevistas, reseñas. Publicó La sombra de las nubes (EMR, 2017), Dos poemas (Ediciones Arroyo, 2019) y Dos arcoíris & un desierto ( Santiago de Chile, La Vieja Zapa Cartonera, 2019). Forma parte del equipo editorial de la revista El Cocodrilo. Desde 2018 coordina un taller de poesía en la Unidad Penitenciaria Nº 5 de mujeres.

Tomás Sufotinsky (Paraná, 1989). En 2008 se traslada a Rosario, donde reside, a estudiar Letras. Ha publicado El otoño circular (Baltasara Editora, 2015). Actualmente se dedica a la docencia, al estudio de la obra del autor alemán Paul Zech, que ocupa el tema de su doctorado en literatura, y forma parte del equipo de trabajo de Ediciones Abend.

Leandro Llul (compilador) (Rosario, 1983). Publicó los libros Disonancia del jardín (EMR, 2009), Horas menores (Buenos Aires, Huesos de jibia, 2013), A los pibes crudos (Bahía Blanca, VOX, 2015), Maratón (Buenos Aires, Ediciones 27 Pulqui, 2016) y El gamo (Buenos Aires, Ediciones 27 Pulqui, 2019), y el trabajo La lengua en soledad dentro de la obra colectiva Prueba de soledad en el paisaje (Buenos Aires, Mansalva 2011).