Valeria Cervero: Antología de sábado a la tarde/noche (2da parte)

Segunda parte de la antología realizada por Valeria Cervero, que describe un recorrido sintético por una parte de la producción del presente de la poesía argentina.

 

Eduardo Espósito

Calidoscopio

Me voy cayendo al sol
Todos parecen darse cuenta
La hierba es fina
Mis manos transpiran soledad
………………………..ingravidez
La grave edad desacelera para mí
con su manojo de arrugas
No hay cremas paliativas
para el cansancio de los materiales
Mi cuerpo es un satélite en desuso
Me voy cayendo al sol
como ellos
que encremados de espanto
reparten pancután y botiquines
Ayer fuimos más que Dios
………………….hoy somos pasto
Mis manos queman cromo
La hierba es inasible
 ………………..y el destino amarillo.

A Ray Bradbury

 

De Las puertas de Tannhäuser, El Mono Armado, 2012.

***

Raúl Mansilla

In the wonderland

Tintos estaban,
y reían fuerte los camioneros frente a la TV,
un loro fue detenido en Buenos Aires por grosero,
dijo serio el locutor.

Hora de escarbadientes, dijo,
cruzó los brazos y se tomó el último néctar,
miró de reojo la dura silla de caño,
y se vio, muy Alicia en el espejo.

 

De No eras un viajero inglés, Trelew, Ediciones del Genpin, 2013 (1a ed. artesanal, 2004).

***

Paulina Vinderman

7)

¿Cómo será la cara de la ausencia?
¿La creeremos tangible?
El sueño donde volvemos al mundo
antes de haber sido lanzados con furia,
hacia él, cuando nacimos.
La belleza es una trampa.
El amor es otra.
Se necesita algo más que ese sol rojo
sobre el día para confirmar nuestras vidas.
Entre la naturaleza y el arte hay un lugar,
un lugar de gracia —mínimo— donde vivir.
Un lugar solitario para solitarios,
con hierbas, fantasmas, y muros y algún árbol,
y la obstinación mustia y orgullosa del fracaso.
«Acércate amor mío, estoy aquí», le susurraremos
a la ausencia.

 

De Ciruelo, Córdoba, Alción, 2014.

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Alicia Silva Rey

Movimiento de los planetas

de representarse el Sol por medio de una esfera de 2 metros de diámetro,
Tierra y Venus, del tamaño de una cereza, han de ser ubicadas
a 100 y 150 metros respectivamente del Sol, en tanto la Luna,
una arveja, iría a 50 centímetros de la última cereza, Júpiter
y Saturno –dos balas de cañón de 18 centímetros de diámetro-
deberían ser colocadas a 770 y 1400  mts respectivamente y Neptuno
y Urano, dos naranjas, a una distancia de 3 y 4 centímetros y medio
cada una. Las estrellas, figuradas por globos de diversos tamaños,
deberían hallarse a más de 40 kilómetros en franca dispersión
(distancia La Plata – Buenos Aires); a quienes parten en las noches
de enero, actores de la verdadera forma de la Tierra,
advierto que lo único que deben hacer es no actuar o cederán
a la parodia didáctica -de haber una/realidad y es fácil
que la hubiera, habría un principio organizador, y la parodia,
creo, temprano o tarde devendría escuela de representación,
nunca lengua (horizonte, vuelo, árbol, contraluz)-

 

De (circa), Buenos Aires, Añosluz, 2014.

***

Fabián Alberdi

lo que se quiere

cuatro músicos frente a la fuente de los deseos
se turnan
para arrojar monedas de diez centavos
con despareja eficacia;
mellan los cantos ya gastados en rebotes imposibles

(en años de crisis estas moneditas se utilizaron
para hacer arandelas;
ahora el estado reemplaza el bronce por latón)

los cuatro músicos desean hacer tango
pero han nacido tal vez en Corrientes
o en la Patagonia

la Fontana di Trevi vernácula
emplazada en medio de un desierto
no tiene a Neptuno domando tercos hipocampos;
casi no lleva agua y la poca que lleva
se escurre
entre las groseras grietas de la piedra caliza

las monedas de los músicos que aciertan
corren la suerte del agua;
lejos de la vista recuperan su valor
se vuelven más necesarias que el deseo

 

De Senderos peatonales, en Fósiles en ámbar. Poesía 1985-2012, Bahía Blanca, Vox, 2013.

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José Villa

Ensayo

Sentada frente a la ventana
a medida en que la noche se vuelca
dentro de la habitación
va quedándose cada vez más quieta

Los rasgos oscuros ganan lugar
y permanece allí mirándome:
soy su hoja húmeda que arrastro
mientras me voy, es su brillo

 

De Escombro, La Plata, Club Hem, 2015.

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Osvaldo Picardo

Entre dos fondos, en la superficie del mar, todo pesa menos

Hay algo único en nadar
cuando se acerca una tormenta.
Sorprende y tranquiliza ver boca arriba
la velocidad con que el aire frota
las partículas de los cúmulos grises y blancos.
Se puede con cada brazada tocar
la intemperie, mar adentro.

Nadás de espaldas. Y tus ojos flotan
con tu cuerpo, sin resistirse,
en otras aguas, en un archipiélago de nubes
entre la visible consistencia
y la más transparente inconsistencia.
La corriente te lleva a donde quiere,
rendido a su deseo y su fuerza.

Pensás que también así debería flotar
tu pequeña historia, sobre el doble fondo,
entre toneladas de relámpagos
y el sordo respirar de los peces.

 

De 21 gramos, Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2014.

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Inés Araoz

Poema II

He cazado a la muerte
Como si fuera una palabra nueva
La he rodeado, inquirido y bientratado
Hasta he escrito sobre ella
–vida es la palabra que he usado–
y me ufano
de contemplar a cada instante
su aleteo furioso
en mi corazón.

 

De Viaje de invierno, Buenos Aires, El Imaginero, 1990.

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Hugo Luna

Una hoja de herbario

Estás triste y todavía no empezó la tristeza
A despegar la carne de los huesos
A escupir fuera de la sangre
Será que en la vejez la vida se desviste
Desvive en la paciente arruga
La polvareda de los años tal
Y como queda sobre el mueble la pena cotidiana
La alergia de la mañana
Todo tu enojo se sacude en los árboles
En las cosas más vivas
En la ropa que ilumina el sol
Y se infla solitaria
Hay que pasar por este camino
Primero con el asombro convidado en los ojos
Luego con los ojos cerrados y la memoria
Como un río una piedra
Una hoja de herbario

 

Inédito.

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Raúl Artola

Las fuerzas de la naturaleza suceden. Las obras de arte
también, dice Borges que dijo Whistler.
Algunas personas también suceden. Y a su paso hay quienes
se asombran, se santiguan, se indignan, agradecen, se
arrodillan, sonríen y hasta claman por ayuda. O se enamoran
aunque no sepan cómo se hace.

 

De Registros de hora prima, Buenos Aires, La Carta de Oliver, 2014.

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Daniel Soria

7

no vaya a creer
que es  fácil
salvarnos de la hoguera
somos de la sequía
del pan para hoy
apenas un satélite
en órbita recta
no pedimos
ni un mechón de su cabello
vamoivamo
sin girarle a nadies
sin hacernos
la cruz de la santa cruz
ni atorarnos
de crudas coincidencias
¡ay, si Dios nos conociera!
Viniera a nos
a nuestro reino
a tomarse unos matesitos
con tortafrita a grasa e chancho
bajara
o subiera hasta nos
a prenderle
un santo a la velita
que anoche
vino a terminarse
a la hora de acostumbrarnos
a morder sin dientes
a darle sin lástima
que no somos
de abajo de los puentes
que somos de la tos
del gallinero ¡pelagatos!
de cualquier aire que venga al pulmón
de cualquier sangre
que ponga en marcha al bobo
tan que a veces
ni acertamo la dirección equivocada

 

De  Rastrojo, inédito.

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Beatriz Vignoli

Lo gris en el canto de las hojas

¿Qué es un muerto?
Es un montón de ropa vacía.
Vacía pero con el olor de un cuerpo
que ya no dice nada. No es la sangre
de los muertos el problema. El problema es la grasa,
la grasa de los muertos que queda en las cosas que tocaron:
las asas de madera, lo gris en el canto de las hojas
del libro de cabecera o la guía de transporte urbano.
Todo eso huele y duele: el rastro del sudor y de las manos
de quien ya no se queda pensando bajo el agua, el silencio
de quien ya no tiene planes. Antes de matar, tengan piedad
de quien sea que vaya a abrir ese ropero
la mañana después;
piedad por quien halle la estela funeraria
de inservibles corbatas,
algunas con bordes grasientos y raídos
allí donde antes rozaban la nuca como una caricia.

 

De Lo gris en el canto de las hojas, Baltasara Editora, 2014.

***

Alicia Gallegos

Rituales del Ocultamiento

I- Una mujer que casi me enamora

Nosotros no vivimos en ese barrio.

Conocí una mujer
en el club de polo
tan triste que casi me enamora.
Como el mejor wisky irlandés
el exceso nunca cae mal.

Viendo hockey sobre césped hice profundas amistades.

Las señoras adoran mi perfume Antonio Banderas
y en alguna pequeña reuníon con amigas
me muestran
sin dar explicaciones.
Cuando los maridos van al Sur, a cazar jabalíes,
invado sus jardines.

Conozco
sus dormitorios y
sus adicciones.
Evitar ciertas palabras
y repetir los rituales del ocultamiento.

Acá, en el borde del allá, hay perros sarnosos
durmiendo en las veredas.
Yo tengo una bicicleta nueva,
unos Ray Ban auténticos con marco de oro
y adoro llamar a las cosas por su nombre.

 

II- Me gustan las putas

me gustan las putas y las salamandras

algo
como acurrucarse y
a la vez encontrar una salida

madrugadas de llanto
en la vereda
nos cruzamos el insomnio
bajo las ramas de un gomero
papelitos plateados
un desprolijo desenfreno
mezcló los besos que guardaba

para quién ?

más adentro
el pudor que antes sobró
y ahora falta
nos aplasta

debería acostumbrarme al rouge
y  las caricias
a que alguien me piense el cuerpo
y no me pida

ella busca
un hombre

y no es este hombre que le doy
no es
no lo encuentra

 

De Rituales del ocultamiento y otros poemas, extraído del blog Desterradx del Paraíso, 2013.

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Irma Marc

Lo solar y lo oscuro

La piel fulgura entre los bordes
de lo oscuro
que se abre
y lo solar.

Se sabe,  desnudar fascina
más que lo desnudo,
develar cautiva en el extraño
apareamiento entre piel y neuronas.

Se sabe, entrar en el mito siempre entraña riesgos,
textos sagrados muy antiguos hablan de un diluvio,
de cierta arca poblada por parejas de animales y una pareja humana,
cuentan que todo lo existente pereció en las grandes aguas
y que todo volvió a comenzar a partir de esos pocos.
Entonces, con inocencia y a su tiempo,
los cuerpos se encontraron,
nadie habló de Ley o de Pecado o de Caída
(¿Y si sólo pudiera hablarse de caída desde abajo?
¿Y si en lo alto, el descenso fuera simple perspectiva del vuelo?),
porque los episodios del rito eran sagrados,
lo que se abría y centelleaba eran los cielos,
lo demás,
materia oscura sumergida.
Se sabe, la evaporación es lenta
y la materia quemante del lenguaje
hace emerger lo que sí,
lo que no,
es la memoria atrás de la memoria,
del gran estruendo de las aguas
que cayeron sobre el agua
cuarenta días y cuarenta noches,
en lo que lo que lo solar y lo oscuro
fueron uno.
No pares.

 

Inédito.

***

Inés Manzano

La captura

Me animaba el desprejuicio del animal que bebe de la fuente
Exultante
avanzaba hacia vos       coronadas de estrellas mis orejas

El camino era ancho

Extraviada en la risa
Poseída
por la centella punzante y taimada de tu espejo
la confianza me cubría como un manto

Lo demás ya es sabido
Desobedecí
el saber milenario de la tribu
Amordacé mis voces
y el grito desgarrado de mi madre

Ahora soy una mujer sin paz
que acude a los refugios

El camino es sólo un dobladillo cosido por la bruma

Arrebatada
no levanto la vista de las ruinas

Voy en busca del último rehén de tu mirada fija

mi alma
que duerme en la cajita de tu cámara

A Enrique Abbate

 

De Si es puñal que me mate, Papeles de Boulevard, 2012.

***

Macky Corbalán

La danza

1
Una danza el amor, en la que cambia
la coreografía a cada paso. No hay certezas
con los años, las figuras se aprenden
en la práctica, aunque nunca han variado.
No es preciso entender, solo copiar
la regularidad de su dibujo, hacer
lo que todos: mantenerse en movimiento.

2
Y la música. Se escucha y no,
como cuando se dice sí,
con la cabeza y con furia se piensa
otra cosa. Y sentimos el asesinato
escocer los dedos.

3
A veces, la danza se interrumpe. Puede
hacerlo un instante o más, pero siempre
parecerá una vida.

 

De El acuerdo, Neuquén, La mondonga dark, 2012.

***

Alicia Genovese

Thales imaginó la tierra
como un plato flotando
sobre el océano
y dijo que todas las cosas,
agua en su origen,
estaban llenas de dioses.
“Animadas” interpretó luego
la hermeneútica,
pero él lo decía
mientras frotaba
un trozo de ámbar
y briznas de pasto
se le adherían sin explicación;
mientras apoyaba un imán
contra el metal
de una armadura
y la piedra se detenía
como sus ojos atentos;
mientras alcanzaba
la altura de Keops
midiendo en la arena
la sombra proyectada.
Causas, ese más allá,
perseguía Thales,
en su universo
atravesado por ríos
y oscuridad
de dioses enérgicos.
Causas,
cuando el Delta del Nilo
hacía brotar en las mareas
los papiros, el loto,
y el sol de Mileto
caía desarmado
sobre el mar Egeo.
Anaxímenes propuso el aire
y Heráclito el fuego,
pero el agua
fue para Thales el principio,
la omnipresencia ordenadora.
Un ojo de agua
se abría en todas
y en cada una de las cosas
hasta volverlas físicas
y maleables.
Ningún filósofo aún
había separado el agua
de la idea del agua,
ni existían
mundos paralelos,
ni especulaciones
que el agua
no pudiese atravesar.

 

De Aguas, Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2013.

***

Gerardo Burton

casi al alba
la noche es una soledad entre helechos en la costa
una sombra que acaricia
……………sin nieblas ni canciones
las viejas deudas negadas al rescate
mientras duerme sueños celestes la oscuridad
……………un pájaro atraviesa el aire suspendido
huye la noche, huyen las almas de los peces y las olas
……………en el río desaforado
desmoronan la ribera que los amantes nunca
alcanzarán

 

De Infierno sin umbral, Buenos Aires, Último Reino, 1989.

***

Susana Szwarc

Veo cómo te miro

Veo cómo te miro.

Me oigo  escucharte
en estado de excepción (lejos
y otro el dibujito del mapa)
¿Te acordás?, Molloy  golpeaba la cabeza
de su madre: un lugar común si el hecho
se produce en los límites del espacio
conocido: lacasa, lalengua, lapatria.
Desde antes de los tiempos, siempre,
hijos-hijas, rompen jarrones,
piedras, nudillos
sobre las cabezas de las madres
con justa razón.
Atraídos
a la crueldad del mundo,
alejados de las tetas generosas,
heridos los cuerpos por cifras,
bisturíes, pavos reales, guerras,
noches, días, no hay
otra forma de soportar.
Sólo suma ese golpe a través
de las bruscas generaciones.
(De una función la grieta,
rotunda.  Toc – toc.)

 

De El ojo de Celan, Córdoba, Alción, 2014.

***

Alberto Muñoz

Celan en otoño

Estás aquí, Celan, en este río que de lejos parece la media de un difunto. Leo en voz baja uno de tus libros frente al agua fresca y disciplinada (como la cabellera de tu madre).

Se abre tu camisa blanca que exuda, lo de adentro parece cuarzo.

Esperando un cargamento de maderas desde el puerto de frutos llegó por agua la noticia de tu muerte, flotaba de muy lejos sobre un río podrido y parisino.

Voy a alcanzarte un vaso de agua. Mañana remaremos por el Caraguatá envueltos en las primeras lluvias del otoño.

Hay en este día una mancha de oro resplandeciente. Tuya es la savia, Celan.

 

De Celan en la espera, poesiaargentina.com (ebook), 2013.

***

Susana Cella

No hubo fechas

No hubo más
techos, veredas, avenidas, bares, vigilias
ni ellos dando vuelos y quehacer
como cuando sus días
como cuando despertaba el jaulón
y los canarios alzaban la cabeza
para darle gracias a Dios por el agua bebida
como cuando no era devastación
ni saña lo que se preveía sino
una terraza sin parapeto desde donde
despegar para volarse por lo alto
y volver, al mismo nido, el mismo día.

 

De Incidentes, Gog y Magog, 2013.

***

Pedro Donangelo

Parábola de una pelota de tenis
curva plana, abierta y un punto fijo llamado foco.
Ahora bien, partiendo de Física y atravesando la noche,
surge con el primer resplandor, el mundo real
disponible a la parábola de una pelota de tenis
arrojada por mi mano.
Debajo de la línea,
la carrera atolondrada de Timmy hasta el punto extremo
suma otro instante al arcón de la dicha.
Arriba truenan los pensamientos, los bárbaros despertadores,
los que martillan a futuro,
los que estremecen tu voz en el auricular
enmascarados en la ventaja de las sombras
de un escenario presuntamente apacible.

 

Inédito.

***

Roberto Malatesta

Nadie tiene un motor

Nadie tiene un motor.
Nadie avanza unívocamente en base a un mecanismo.
La vida es marcha y contramarcha,
atajos, discontinuidades.
A muchos les encanta enumerar sus logros,
como si sólo todo dependiese de ellos.
A pocos les gusta admitir el azar, la fortuna
o su versión sagrada: el don.
A la gente le gusta compararse con máquinas,
se recrea pensando en dispositivos y engranajes
que puestos a funcionar no se detienen hasta lograr su cometido.
Pero no hay un solo día del hombre
sin su desperfecto, sin su excepción,
y puedo aseverar que lo mejor del hombre
está constituido de excepciones,
que el sentido común es la pobreza del sentido,
que sólo lo excepcional lo identifica
y los seres excepcionales son quienes importan.
Nadie tiene un motor
aunque sea materia de fe en las escuelas.
Las escuelas que engendraron tantas guerras.

 

Inédito.

***

Bruno Di Benedetto

Cianuro

Muerdas o no muerdas el anzuelo por la boca morirás:
la ley del embudo no perdona. El veneno no distingue
entre capas geológicas. La existencia mineral es difusa,
profusa y confusa, la del veneno no. El veneno busca
y nos encuentra en tu doblez más ínfimo. No alcanza
con cerrar los ojos: la venda ya está en la boca. Morir
es cuestión de boquear aguas abajo, y un brillo de oro
comiéndote el pulmón: la asfixia empieza en la mirada.
(El antídoto está en el nervio del sustantivo, en su tendón
sin músculo y su pluma de silencio, en su hueso de volar).

 

De Cámara de niebla, Viedma, Del Valle Bajo Ediciones, 2015.

***

Sergio Sammartino

Porque hay días fáciles y difíciles
cuando el viento sopla o no
contra estas velas
porque podemos olvidar el pasado
recordar las cosas buenas
porque albergamos canciones y poemas
que no nos enseñamos
porque nos sabemos vivos y tontos
cobardes y valientes
frágiles y fuertes
porque podemos bailar sobre las ruinas
porque somos capaces de construir
donde no hay nada más que hojas caídas
porque a ninguno le importan los tiempos que vendrán
sólo el bien sólo el amor
porque en épocas calculadoras
podemos vaciar la mente para que se llene el corazón
porque podemos lanzar una flecha sin que haya blanco
porque podemos volar con elegancia
porque podemos tener una historia un secreto una nada
apoyada en nada
porque podemos confiar
y mucho mucho más nos acompañamos

 

De El templo vacío, Bahía Blanca, Vox, 2014.

***

Ricardo Costa

Velocidad crucero

El pensamiento se queda con esta imagen:
un pedazo de ropa clavada en el alambrado
y sacudida  por el viento.

El ojo es ambicioso.
Se queda con la curva que forma la ropa en el aire.
La púa del alambre tiene mucho de lenguaje.
Se aferra a cada fleco del trapo
como la palabra a la idea
que está próxima
a rasgarse.

El alambrado se continúa poste tras poste
y la distancia entre pensamiento y lenguaje
se borra en el último punto de la ruta.
Una recta en el desierto no dice nada
porque ahora la distancia se ha convertido
en un plano donde todo es lejano,
donde todo está por suceder,
mientras el pensamiento transcurre
en la mirada del que conduce.

Este trapo fue la vestidura de alguien que alguna vez
también condujo por esta desolación y que también
tuvo un pensamiento alambrado por el lenguaje.
Entonces, el tiempo real del pensamiento
no es la púa que desgarra el trapo
ni el viento colgado en una curva.
Es la mirada del que conduce
buscando en el horizonte
un lenguaje a donde
llegar.

 

De Veda negra, Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2001.