José Villa. El estilo verdadero

El estilo verdadero
José Villa
Bahía Blanca, Lux, 2022


Habrá final tranquilo

La viga
tiene números escritos con un pedazo de ladrillo:
o un dos o un tres, su pata se estira
e irisa hacia el borde
duplicada, veleta, mano, dios
Cormorán saliendo
de escombros para ir tirando de ella que no quería
ir a ninguna parte,
al día de la luz con testigos


Solución

Me llama,
creo que lo hace mirando
su propio acontecimiento,
ropa blanca ropa negra
ropa blanca ropa negra

Se adormece, adelgaza, amarillea
oxidación, como si unos árboles
que me visitaran dijeran: no cabe duda,
sos el rodaje azul petróleo
donde se lían caballos

Rama arrancada, camión que pasó


Hora libre

Pareciera que me dice que siempre
está haciendo algo;
en eso, en un tiempo que fue similar
al movimiento estaciona con su piel

sobre las cosas,
las manda a hacerse un poco de cada estancia,
a ocultar su rostro de raíz dejando
afuera sus patas de conejo

El papel azul que se había amoldado
a la campana de la pera
rehace


Cartógrafo,

gotas, torre, navegación,
silla, carne, alhaja, boca, hollín

peces, con su aire seco, estructuras
orilleras recogiéndose, zapatos, gusanos,
sachets y abombados médanos de vidrio roto

inercia, resina, molicie

Hueco donde buchean las palomas,
en este pseudónimo de plegaria
y regreso


Pura sangre

La enfermedad de la enfermera como la enfermedad
de todos, remos viejos y una bolsa de lona
que se le parecía

Un hijo, pelo esponjoso, puño de lana,
silueta con el diario bajo el brazo con otros,
cartón y neón, en tren yendo a la capital

Él, que más bien ha sido una tea que salió de la ventanuca
de adobe de su madre, las jeringas hirviendo y el alcohol,
negra mata, trozo de botella pegado al muro

Y se encontró viniendo ,
“¿cuántos eran ustedes? “…”
“ah, vos eras el mejor, no, si ya lo decía tu mamá”


Tema de Marcela

Miro hacia la calle, el aire se pone lento
Aparece una bolsa negra,
sonrío más con los ojos que con los labios,
sé que la bolsa
aterriza en el tiempo y pasa por una fila
de botellas y envoltorios de fideos
que segmentadamente
la van reflejando, casi
una pelusa construyéndose
antes de perderse
Aterriza y me agacho
un poco para verla como si fuera
otra mujer
que despeja maleza y escucha
los secretos de sus hijos una escena detrás,
me inclino entre tonos
sobre su movimiento y veo que se estira
como lo haría
una bailarina, enganchada al poste
del alumbrado, paraguas deshecho
o paloma que se asienta
con voluntad, qué más,
un manipuleo de herramienta resuena por ahí,
goznes, cosas aumentadas y vencidas


Hombre del doblaje

Recién me acordé de vos: el puente
y el cielo interminable
una cartulina rasa que hay
detrás de esos días,
pero no quería hablar de eso
ni de las embarcaciones
estacionadas
en el agua verde amarilla,
grumos de edificios, nubes
que pronto habrán de desaparecer,
en cuanto nos movamos de allí,
sentados como estamos en el balancín,
tocando el piso arrugado,
como si nos conociéramos vos y yo
al borde de la meseta
en la rellena oblea del andén,
vos como egiptólogo,
yo como artista moderno

Estabas con una novia
de lentes oscuros
que serían los que encontré ayer,
tan buenos que me templaron;
con discreción aunque sin timidez
se rozaban las manos
e incluso me pareció ver tu cabeza
salida del agua depositada en su regazo
de actriz italiana:
sus costillas marcadas, desnuda
entre hondos y antiguos eucaliptos

Son evocaciones de un hombre
que toca la fría piedra
que ha pasado por la máquina
de los años Objetos víctimas, les hablo:
me fui, me escondí, subí las escaleras
y me cambié de andén,
allá me metí en la garita
del guardabarreras donde me recosté
sobre una cama limpia y cómoda,
hasta había un mate cocido,
tupido verde,
que tomé, y árboles
que desde adentro de la casilla
se veían con sus troncos
recubiertos de cal
y sus copas armadas
como si las tijeras
les hubieran dicho
que debían ser fuertes
Hacia el oeste
se me terminaba la cuerda, hacia el este
una pared

La cara del guardabarreras
al entrar, y me dice
ah ya me parecía que a alguien había
visto desde allá, y me señala la playa
con sus vías, tejas, una ventana chica,
una mesita metálica en el fondo
donde había un teléfono negro (((sonando)))



Links

Más sobre el autor y el libro. En Otra Parte, reseña, por M. Herrera / «Pensé en transformar la descripción…», entrevista en Radio Nacional Santa Fe, por L. Pez / En Evaristo Cultural, por Leandro Llull