Sergio Pángaro. Señores chinos

Señores chinos
Sergio Pángaro
Dibujos: Alfredo Prior
Bahía Blanca, Lux, 2022
(1ra ed. Barcelona, Vestales,2007)


“Me gustaría ser un dandy al estilo de Oscar Wilde”
Fragmento del reportaje de Silvina Friera, en P/12, 6/8/2007

Está claro que yo coqueteo con la idea de una seudofilosofía orientalista, pero se trata de una falsa filosofía, por si hay algún distraído que cree encontrar un contenido de pensamiento. Para mí escribir estos relatos fue como un juego que me permitió liberarme”. Pángaro juega, por ejemplo, con las máximas negativas del Señor Tao: “Aprende a decir la verdad como si fueran mentiras. Siguiendo esta conducta nadie podrá distinguir tu falsedad”, o “El acercamiento no hace sino alejar al amado. Muéstrate distante y lo tendrás”

–¿El hecho de escribir canciones quizá lo acerque más a la poesía?
–No creo, porque la poesía tiene la música en sí. Siento que la música de la poesía va en contra de la música de la canción. Al principio no sabía lo que estaba escribiendo, pero cuando empezó a tener forma, me di cuenta de que el tono orientalista es una apariencia, más vinculada con la traducción, y que los personajes chinos son un tanto confusos. El narrador es un porteño joven que anda de acá para allá y que se refugia en la supuesta orientalidad para salir del sufrimiento. Los señores chinos que lo aconsejan son como unos señores de barrio.


Tramo inicial de Señores chinos

I

Se alejó con suavidad, como por el aire
con la taza todavía en las manos
Al volver traía un objeto distinto
–No creas que es una retribución por el té –dijo
y me tendió el objeto
Era de jade muy valioso
La imagen: dos dragones feroces
despedazando con sus garras
la paloma blanca del Espíritu Santo
Jade verde y porcelana blanca
Era ya muy de noche
y esperé con impaciencia hasta el otro día
Entonces corrí y corrí
a poner la joya en las dulces manos de mi Amada

I

Estaba caminando por el mercado, una mañana fría
cuando recordé que le debía una visita al señor Tao
Compré una latita hexagonal de té
y la hice envolver en papel estampado
La insistencia del viento helado
terminó por abrir un vacío en mi alma
Tanto me afectaba la soledad
Mi amada es la hermosa dependiente de un local de importados
Aunque no es adecuado
ella insiste en aromatizarlo con incienso de la India
En el local:
–Tesoro mío
–Cariño
–No debiste haber venido
–Estoy triste
–¡Estoy tan atareada!
–¿Puedo ayudarte?
–¡Me duelen las piernas! Acomoda esas cajas
–Preferiría masajearte, pero estoy triste
–Ay mi pajarito. Un besito en su piquito, y se va ya mismo
–Quiero quedarme ¿No puedo?
–Esta noche
–No, esta noche voy a la casa del señor Tao
Los ojos de mi Amada pueden ser duros
–Entonces no quiero verte hasta dentro de un mes
Estaré con Erni
Abandoné la tienda
consciente de haberme quedado más tiempo de lo debido

I

Traes el olor de la calle.
Con esto, el señor Tao
se estaba refiriendo a los inciensos
que habían penetrado mi cárdigan
en la tienda de ultramarinos
Hasta yo podía notarlo
en ese ambiente con olor a nada

I

–El amor es ciego –dije
–Ciego y una pizca de idiota
Me pareció que había resentimiento
en las palabras del señor Tao
Tal vez una sonrisa burlona asomó a mis labios
Por un momento lo vi como buscando un camino
en medio de ese páramo de complacencia que yo le tendía
Luego aflojó la espalda y suspiró
y echó la cabeza hacia atrás
recostándola con gracia sobre el respaldo de pana
Y habló así:
–¿Cómo puede una cosa ser glorificada
cuando hace daño a los hombres?
Las aletas de su nariz se distendieron cerca de la taza
por lo que tuve la impresión de que apreciaba el té
–El Amor provoca disturbios en el Corazón
por su naturaleza inconstante
Por eso se tiene la ilusión de que es algo vivo
El sabor del Amor es el Amargo
pero se lo descubre cuando ya se han lavado
los otros sabores pertenecientes al Corazón
Los sabores se diluyen en un orden:
El primero es el sabor Acaramelado, ciego
El mismo sabor que destilan los espejismos
El segundo es el sabor Salado, adictivo
que emana el sudor físico
Por último subyace el sabor Amargo del Amor
De estos tres
es el Amargo el que siempre paladea el Enamorado
Cuando se ha transitado este camino
en sus etapas más decepcionantes
el Hombre es como una flor mustia a punto de morir
Sólo puede reanimarlo el Agua del Amado
Agua que siempre nos parecerá insuficiente
Hasta que, antes o después, la flor muere
A esto se le llama el sabor Dulce
Entonces el Hombre está en condiciones de observar
como desde una montaña
las pasiones que acaba de abandonar
Es cuando sobreviene el sabor Salado
Esto es: el Amor a los Dioses
Pero si el Amante recibe de su Amado
respuestas no satisfactorias
con los Dioses le va aún peor
pues estos difícilmente responden
Al menos en el plano del Amor
Por consiguiente
pronto se está maduro para el sabor Amargo
que representa el amor por los objetos
Y no es esto, desde mi punto de vista
algo de lo cual se pueda sacar provecho
Cuando se alimenta al espíritu con amor
hay que encontrarse dispuesto a sufrir hambre
Sin embargo, hay algo que abarca al Amor
lo comprende y se pone por debajo
Esto es la Bondad
Como no tiene sabor, va en un solo sentido
Como va en un solo sentido, no espera respuesta
Como no espera respuesta, obtiene todo